ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Un paisaje de desolación imperaba antes de 1959 en las costas de Guamá. Foto: Archivo de Granma

Guamá, Santiago de Cuba.–Orgulloso de acoger el Pico Real del Turquino, la mayor elevación de Cuba, y el nacimiento de la Revolución encabezada por Fidel, Guamá se extiende por 157 kilómetros de impresionantes paisajes entre la Sierra Maestra y el Mar Caribe, que lo convierten en el municipio más largo de la Isla.

No obstante, tan bendecida geografía guarda también la triste historia que ronda 24 cementerios; más allá del lúgubre récord de superar en número a todos los municipios y hasta a algunas provincias cubanas, reflejan la dolorosa huella del inhumano capitalismo que gobernó la nación hasta el 1ro. de enero de 1959.
A ciencia cierta nadie sabe cuándo ni dónde surgió el primero, pero bien conocen los 34 625 pobladores las causas que les dieron origen, contadas de generación en generación por los que en aquellos oscuros años perdieron seres queridos, y a quienes en muchos de los casos les resulta imposible determinar con exactitud la existencia de los restos.

«Con el mismo estremecimiento con que se multiplicaban las muertes –refiere Eliécer Vigueras Leal–, así aparecían los enterramientos en la espesa serranía o a la vera del litoral, de hombres, mujeres y niños humildes carentes de atención de salud, olvidados a su suerte, pues muchas veces no constaban ni en registros demográficos oficiales».

Partiendo desde Santiago de Cuba por la nueva carretera Granma, el más cercano se localizaba a unos 23 kilómetros, en el lugar conocido por El Cuero, pero un riachuelo desbordado por el huracán Sandy arrasó con él en octubre de 2012, y se decidió trasladarlo dos o tres kilómetros antes al asentamiento de Juan González.

De continuar bordeándose el litoral aparece el poblado cabecera de Chivirico con su camposanto en El Papayo, y el más distante aguarda en El Macho, muy cerca del Río Macío, que traza el límite con la provincia de Granma por el Sur, pero loma arriba, a diez o 15 kilómetros, pueden encontrarse además otros como el del intrincado Ají de Guana.

Para muchos, incluyendo al excepcional testigo que acompañó a Granma, el más significativo corresponde al de Aserradero, donde –al ser bajado desde San Lorenzo– permaneció por unas horas el cadáver del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, antes de su traslado por mar a Santiago de Cuba, y que acoge hoy al panteón de los caídos en misiones internacionalistas.

LA CRUDA REALIDAD

Procedente de Banes, en la actual provincia de Holguín, Vigueras Leal llegó con sus padres a la serranía cuando contaba ocho años de edad, en 1944, y junto al sobrado tiempo para conocer los males de la época sufrió hondamente esta tragedia. Desde niño trabajó en disímiles labores, y al triunfo de la Revolución ocupó diversas responsabilidades.

«Esto parecía el fin del mundo –relata quien se desempeñara durante cerca de 12 años como Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular–, pues las familias llegaban por trillos o en goletas, desesperadas por buscar algunos centavos en el carbón o alguna suerte en la ganadería de los terratenientes o en la actividad forestal de la compañía Babúm.

«Era tal el aislamiento que no existían carreteras ni sistema de comunicación alguno. La gente que no podía pagar a los latifundistas por vivir en las tierras que les trabajaban subsistían escondidas en el monte, y el caserío más grande lo formaban 15 viviendas en Chivirico. Jamás vi un médico aquí y en su lugar uno acudía a la farmacia de Manuel Sánchez».

Como es de imaginar, Eliécer detalla que ante una complicación de salud había que trasladarse a Santiago de Cuba. Bajar de las lomas al enfermo en una camilla rústica improvisada tomaba varias horas y pretenderlo llevar por el camino vecinal demoraba dos o tres días, de ahí que lo más indicado era el trayecto por mar que se cubría en cuatro o cinco horas.

«Eso era lo viable –explica–, pero la realidad es que solo las goletas “Joturo” y “La Fe” tiraban pasajes cuando venían, y al igual que las que traían mercancías para las bodegas o cargaban carbón y madera podían demorar varios días; y si había oleaje, por muchas señas que desde una altura se les hicieran con una sábana blanca, no podían acercarse a la costa; de ahí que cualquier grave podía morir bajando de las lomas o esperando la embarcación, y ahí mismo se enterraba.

«El otro gran problema era el dinero –precisa  apesadumbrado–. Ya voy a cumplir 67 años de casado con Esther Valero González, quien vino desde la entonces provincia de Las Villas y tuvimos cinco hijos. Uno de ellos nació con una malformación congénita y el médico en Santiago de Cuba nos dijo que a los dos años había que operarlo.

«Yo trabajaba en la montaña y no me alcanzó el dinero para pagarle la operación. A los dos años y unos meses el niño murió aquí en Chivirico, lo enterramos en El Papayo y cuando el ciclón Flora todo eso se inundó y entre los restos que jamás aparecieron estaban los de mi hijo, tragedia que igualmente vivieron familias de Peladero, La Mula, Sevilla, El Macío y Quivicán».

De los 24 cementerios que por estas crudas circunstancias encontró la Revolución triunfante en este lomerío que la hizo suya, actualmente 18 se mantienen en activo atendidos por abnegados trabajadores de Servicios Comunales, mientras que, localizados aisladamente en las montañas, los seis restantes dejaron de funcionar.

Hoy la realidad es muy diferente a la prerrevolucionaria. Foto: Tomada del blog Santiago de Cuba, Fusión de Sierra y Mar.


GUAMÁ SE EMPINA
Excepto los citados camposantos y algunas añejas moradas que han resistido temporales, todo cuanto el visitante observe aquí refleja al Guamá empinado como el Turquino con la obra de la Revolución, pero la noticia es que la serranía cuya sombría mortalidad infantil nunca podrá conocerse, ostenta hoy el mejor indicador en la provincia santiaguera.
«Terminamos el 2018 con una tasa de 2,3 por cada mil nacidos vivos –señala la directora municipal de Salud, doctora María Hernández Arencibia–, y este 28 de enero podríamos dedicarle al Apóstol José Martí un año cronológico de cero mortalidad infantil, como resultado del trabajo preventivo con las gestantes que a las 34 semanas son trasladadas para el parto en Santiago de Cuba».
Esto obedece a las garantías del parto seguro, pues aun cuando tanto el policlínico con camas Giraldo Aponte, de Chivirico, como el de Ocujal del Turquino, poseen salones de parto, restan el servicio de Neonatología y el de transfusión en el banco de sangre. A esta medida se añade el ingreso a las 32 semanas de embarazadas residentes en la montaña por riesgo geográfico, en la casa materna.

Si bien desapareció la farmacia de Manuel Sánchez, el territorio posee cobertura total de salud con 75 galenos, otros dos policlínicos en Aserradero y Uvero (de servicios y horario extendido en Ocujal), 41 consultorios de la familia en su agreste geografía, y 32 servicios como hemodiálisis, pediatría, estomatología, Rayos x, urgencia, cirugía ambulatoria y ginecobstetricia, entre otros.

Las otrora tres o cuatro escuelitas pagadas pasaron al olvido con todo un sistema de enseñanza que va desde la primaria a la universitaria con filiales de la Universidad de Oriente y Ciencias Médicas, a lo cual se unen cines, casas de cultura, bibliotecas, librerías, tiendas de diferentes cadenas, mercados y centros recreativos.
Además, Sierra Mar y Los Galeones se nombran los primeros hoteles de este municipio de promisorio futuro turístico, que al igual que su  restante economía con producciones vianderas, el café, frutales, ganadería, y una emblemática industria láctea, impulsan sus hijos agradecidos y comprometidos con la Revolución.

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Raysa dijo:

1

22 de enero de 2019

00:40:09


Que triste historia me conmueve mucho porque se respeta la vida y la muerte y saber cuanto sufrieron esas personas a falta de medios y q nuestro padre de la patria estuviera expuesto su cadáver fue duro de verdad

Eduardo Torne dijo:

2

22 de enero de 2019

05:06:02


Olvidar estas horribles cosas es muy peligroso ....

ivan Pardo Sanchez dijo:

3

22 de enero de 2019

09:43:11


gracias a la revolucion a cambiado el municipio .en mi caso vivi parte de esos cambio ,hoy soy un ingeniero formado ,mi infancia en aserradero fue bonito ,mi familia lucho en este proceso revolucionario ,para poder dejar en el pasado la pobresa y el hambre . Mi abuelo Israel Pardo ayudo a transformar el pueblo .....asi tener un municipio alegre y combativo ....lindo escrito ....para recordar el pasado....que es doloroso pero es necesario saber la verdad...gracias cuba....

Candito Núñez dijo:

4

22 de enero de 2019

10:08:30


Nací y me crié en El Uvero, me parece un excelente trabajo, demuestra la realidad que vivían los campesinos de Guamá y el resto del país antes del 59 y al mismo tiempo demuestra cómo la revolución se ha ocupado de ellos. Convoco a mis compatriotas a votar SI el próximo 24 de febrero, por esta y muchas razones.