ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los obreros de Servicios Comunales en Bayamo garantizan la limpieza permanente del paseo peatonal General García, en el centro histórico de la ciudad. Foto: Rafael Martínez

BAYAMO, Granma.–Reynaldo tiene un carro a disposición de su trabajo, pero sin un chofer asignado.

Su ocupación no le da tregua en horas laborales, y cuando llega de noche a su casa con la idea de fregarlo, el cansancio le pasa una factura que él debe pagar todas las madrugadas mediante un cubo de agua y un trapito.

No obstante, no se lamenta. A veces un poquito cuando suena la alarma del reloj, pero enseguida lo sacude el poco tiempo disponible y la lección de constancia del hombre de la escoba y el carrito, al que saluda fecha tras fecha, siempre en la última hora del «sereno» y las estrellas.

Es tal la puntualidad de aquel, que Rey sabe la hora por el momento en que aparece en la esquina barriendo la línea del contén y asegura que son las seis menos cuarto cuando llegan, como al encuentro fraternal del barrendero, los otros del tractor y la carreta para limpiar el supiadero a golpe de palas.

A las seis con 30, cuando levanta la claridad del sol, Rey tiene un auto lustrado, comparable a la limpieza de las calles que rodará rumbo al trabajo, ubicado en el centro de la ciudad de Bayamo; una de las urbes cubanas que con más justicia tiene ganado hace años un sello distintivo de pulcritud comunal.

***

¿Pioridad en los recursos o un sistema organizado de disciplina y trabajo?

En diálogo con Ángel Pérez, subdirector provincial de Servicios Comunales para atender la actividad, Granma supo que en el caso de Bayamo hay mucho de lo segundo y nada extraordinario en lo primero… con frecuencia, ni lo ordinario.

«Este mismo 2018 trabajamos con el 70 % del combustible asignado a una ciudad entera que cuenta con un promedio diario de 17 carros colectores en funcionamiento.

«Además, se sumaron otras complicaciones, como el apoyo adicional que exige el seguimiento a la focalidad del mosquito y la transmisión de enfermedades vectoriales en algunas zonas específicas; más las labores de instalación de conductoras y redes de acueducto en la zona norte, la más populosa de la ciudad, que limita el movimiento por las vías perforadas y con ello, la recogida eficiente de la basura.

«Sin embargo, Bayamo sigue siendo un ejemplo de limpieza urbana gracias a esa capacidad que ha desarrollado de reajustarse al momento, porque su imagen es una prioridad, es una política de trabajo que regula a las demás».

Y ciertamente, la urbe oriental no ha perdido la condición que ha merecido hace más de una década.

Como toda casa, tiene sus zonas priorizadas, que es la que ofrece a modo de presentación al visitante. Por eso el centro histórico no tiene contenedores plásticos que entorpecerían las muy estrechas vías, y sin embargo, es una demarcación que entre las ocho y las 8:30 de la mañana ya está completamente limpia.

Se incluye, por supuesto, el largo paseo peatonal de la calle General García y la Plaza de la Revolución, un entorno administrado con régimen especial, que dispone de brigadas permanentes de barrido organizadas por turnos, responsables de mantenerlo pulcro.

Gracias a la comunión con las muy buenas costumbres de los vecinos de esa arteria –que sacan al amanecer sus bolsas de basura hacia las calles paralelas–el sitio constituye la cara más cuidada de una ciudad a merced de la estrategia organizativa para su limpieza diaria.

A las cuatro de la mañana, explica Ángel Pérez, parten las tripulaciones de los carros prensa a las demarcaciones del centro histórico y de Jesús Menéndez, la otra zona distintiva por circunscribir un número grande de instituciones, centros comerciales, terminales de pasajeros, las sedes provinciales del Partido y el Gobierno, la gran Plaza de la Patria, populosas manzanas residenciales y amplias avenidas de jardinería abundante.

A las cinco, detalla Pérez, salen las otras tripulaciones, de tractores con carreta de volteo y camiones a limpiar el resto de las zonas, incluidas las de las periferias de la urbe.

Mientras la mayoría de la ciudad duerme aún, 667 personas están en pie todos los días laborando para que bayameses y visitantes respiren al amanecer un aire limpio. De ellos, 339 son barrenderos, de los cuales los más ya tienen marcada las tres de la madrugada como una pauta en el reloj biológico que los despierta, sin necesidad de alarma alguna.

«¿Que hay problemas? Por supuesto. Unos cuantos que no son distintos a los que padecen otras ciudades cubanas, los más comunes asociados a las indisciplinas sociales: gente que vierte la basura fuera de los contenedores o la coloca en horarios inadecuados, acabando incluso de pasar el carro colector; familias en construcción que abarrotan de escombros los supiaderos cuando eso está prohibido; los propios insensatos que arrojan a la calle una lata vacía por la ventanilla de un auto, o tiran al contén o la acera el cartón de la pizza que compraron… esos no faltan, pero tampoco faltamos nosotros…

«Es verdad, antes teníamos una labor de inspección más rigurosa, debido a que el personal era nuestro y disponíamos que combatieran directamente allí donde surgían los focos. Ahora debemos ajustarnos a la planificación de la Dirección de Inspección y Supervisión, que nos asigna una pareja para toda la provincia por una semana, y no alcanza para paliar lo que sabemos que pasa, pero no dejamos de insistir.

«Una buena ayuda resulta la decisión de asignar carros fijos por zonas comunales. Las tripulaciones conocen bien los barrios y pueden determinar los lugares más proclives y hasta combatir la generación de focos de indisciplinas.

«Otra cosa es el tratamiento salarial diferenciado. Sabemos que nunca es suficiente, pero existen siete sistemas de pago que reconocen por actividad la complejidad y el riesgo. Aunque es igual la consagración, no es lo mismo el esfuerzo del barrendero que el del carro colector, ni en estos el de la tripulación de un carro prensa que el del camión que no tiene volteo y tiene que bajar después en el vertedero, con pinchos y con palas, la misma carga que subió. Este último puede superar los 1 200 pesos mensuales.

«Los servicios comunales son muy técnicos, todo está escrito en normas, incluso cómo dejar limpio un supiadero, sin vestigios en la calle, acomodar un contenedor, y hasta la forma y el sentido del barrido. La calidad del barrido es un tema recurrente por el cual se ofrecen talleres de capacitación. La cosa es no dejar margen a la improvización y estimular todas las vías para el control, sobre todo del jefe de zona, que es su artífice fundamental.

«La otra cuestión, considerada un principio, es que solo nos comparamos con nosotros mismos, no con otra ciudad de otra provincia. La gente siempre hace comparaciones, que si La Habana, Santiago, Cienfuegos, que el combustible y los equipos allá son más; pero nosotros nunca hacemos a partir de vernos en los otros.

«Cuando en Bayamo se fortaleció la atención a la higiene comunal, había mucho menos recursos que ahora, y ese es un argumento que no nos permite retroceder un milímetro, pues si las condiciones son mejores, los resultados tienen que ser mayores…».

***
Rey es devoto del café, al parecer un aliado personal en el empeño constante de lidiar con el poco tiempo. La esposa le trajo a la calle su taza cuando fregaba el carro, justo a la hora en que estaban los de la carreta y el hombre de la escoba.

Contó rápido y no alcanzaba para seis, porque la cafetera de la casa es pequeña, de cuatro tazas.

De todos modos ya se iban los del tractor y quedaron solos en la calle, algo cerca, el barrendero y él. Seguramente aquel dependía del café también, para aguantar tanta madrugada repetida.

–Hey, amigo, venga a darse un buche.

–No, gracias, no tomo café.

Absorto aún por la respuesta, para él irracional, Rey solo atinó una explicación: «tal vez no sea un milagro que la ciudad amanezca limpia siempre, pero con gente así, madrugadora y que no gusta del café… ¿no lo será quizás?».

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Felo dijo:

1

9 de enero de 2019

14:36:28


Increíble, pero cierto, hace poco tiempo estuve en Bayamo y usted no observa ni una basurita. Qué cultura, qué nivel de conciencia de sus ciudadanos. Ejemplo a seguir.

Beatríz Pérez Jiménez dijo:

2

11 de enero de 2019

15:07:53


De verdad las ciudad más limpia

Jose A. Acevedo Suarez dijo:

3

13 de enero de 2019

17:08:40


Pongamos a Bayamo como un ejemplo donde la ciudad logra un buen nivel de limpieza todos los días y establemente. Radica en diseñar y ejecutar una organización orientada a objetivos y a las características, tecnologías y recursos DISPONIBLES y no de solicitar recursos mas allá de las posibilidades, así como lograr capacitar a cada trabajador en la tarea que se le asigna (lo dice el Código de Trabajo) y mantener una alta disciplina para cumplir lo que le corresponde a ca uno, con la calidad definida, y en el momento establecido. Este ejemplo debemos llevarlo a otras ciudades (incluyendo La Habana) y a otras actividades, donde incluso le llegan primero recursos hasta importados y aun no logramos transformar la organización, la capacitación y la disciplina.