MATANZAS.–A los constructores en cuyos brazos está la suerte del proceso inversionista que se ejecuta en el polo turístico de Varadero, apenas les quedó tiempo para festejar este 31 de diciembre.
Fue preciso trabajar hasta poco antes de la llegada del nuevo año. Debieron garantizar sencillamente la continuidad de algunas obras que hoy se levantan en el afamado balneario.
Así fue en los días finales del año y de forma similar se comporta en los inicios de 2019. Esa manera ininterrumpida de hacer es el único modo de asegurar las nuevas habitaciones ya comprometidas, con calidad y en el tiempo previsto en los cronogramas.
La mayoría, inclusive, celebró lejos de la familia, una prueba más del esfuerzo de esos miles de trabajadores procedentes de casi todas las provincias del país que laboran en ese tan influyente sector para la economía nacional.
Claro que me gustaría estar durante estos días en casa, con mi familia, pero entiendo la importancia de que un porcentaje de nosotros se quedara trabajando, reconoció Roberto Martínez, enchapador y maestro de la construcción, con 25 años en esos trajines. Por mis manos han pasado muchos hoteles, dijo, orgulloso de su labor.
Albañiles, carpinteros, enchapadores, electricistas, encofradores, operadores de máquinas y de grúas, entre los más disímiles oficios, estuvieron en sus puestos de trabajo, algo lejos de las parrandas y divertimentos de fin de año.
Una de esas obras fue el nuevo hotel Internacional de Varadero, instalación que para finales de este mes procura entregar a la comercialización aproximadamente el 50 % de sus habitaciones.

LOGRAR LAS MEJORES CONDICIONES
De todos modos, no estuvieron solos ni olvidados. A pesar de que no siempre son todo lo visibles que debieran, detrás de esos más de 4 500 constructores, el mayor número en condición de albergados, hay otra fuerza empeñada casi de manera constante para asistirlos en cada jornada.
Se trata de la unidad empresarial de base (UEB) Varse, entidad perteneciente a la Empresa de Construcción y Montaje de Obras del Turismo de Varadero, Constructora Hicacos, y encargada de los servicios integrales a esa masa de trabajadores.
Desde las primeras horas de la madrugada y hasta avanzada la noche hay decenas de personas realizando las más disímiles tareas en función de atenderlos, comentó el director de la UEB, Vladimir Sánchez Calderin, quien reconoció además el empeño de cocineros, panaderos, compradores, transportistas... con la responsabilidad de satisfacer los requerimientos de esa fuerza.
«Es una atención permanente. Debemos garantizar su alimentación, promover actividades culturales, deportivas y recreativas. Y como se trabaja en el sistema de doble turno, siempre hay exigencias en la obra y en los campamentos, su lugar de descanso.
«La presión es constante. Debemos procurar el desayuno, meriendas, almuerzo y comida. Es un ejercicio sin pausa, se trabaja casi todos los días del año, incluidos los feriados. Solo se descansa el domingo», precisó Vladimir Sánchez.
La entidad cuenta con siete campamentos, donde pernoctan poco menos de 3 000 constructores; otros se mueven diariamente, pues residen en territorios cercanos a Varadero.
«Todavía hay cuestiones por perfeccionar, pero la intención es lograr las mejores condiciones de vida en esos albergues. Es decir, que el trabajador se sienta bien atendido, motivado, más allá del estímulo que significa la forma de pago por rendimiento, amparada en la Resolución 15 de 2016 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, y que ha significado un impulso en la productividad».
EL SOFTBOL LOS SACA DE LA CAMA

Bernardo Cristóbal Benítez es de los que mejor conoce a los constructores. Desde hace ya bastante tiempo se encarga del frente de recreación, de organizar las actividades para esos hombres y mujeres en su poco tiempo libre.
Dice que el deporte, y la noche cubana, fijada para cada sábado y animada con artistas del movimiento de aficionados, son las ofertas que más los entusiasman. Pero que el plato fuerte es la práctica del softbol.
Al contrario de lo que muchos puedan pensar, hay quienes no ven nada reprochable en irse a jugar cada domingo la llamada pelota blanda. «Pese al agotamiento físico, el softbol es de las pocas cosas que los saca de la cama, incluso a aquellos que se acostaron pasadas las tres de la mañana», comenta luego de exponer que existe una Liga que involucra a unos 200 constructores de siete UEB.
Reconoció, sin embargo, que la entidad asume el reto de mejorar las instalaciones deportivas en cada campamento, así como adquirir vestuarios e implementos deportivos.
TODAVÍA HAY RESERVAS
A Rolando Mendoza y Yudién Serrano, dos constructores experimentados, les parecen apropiadas las mejoras en las condiciones de vida en su lugar de alojamiento. «Esta es nuestra casa, aquí todo debe ser bueno y con el mayor orden», destacó Serrano. «Cuando el trabajador está contento, bien atendido, rinde más a pie de obra», reconoció.
Mendoza, por su parte, está enteramente conforme con la atención; solo tiene una pequeña sugerencia. «La alimentación es buena y el trato también, pero necesitamos un puesto médico o algún servicio de ese tipo para cualquier posible incidente en el albergue».
El propio Vladimir Sánchez observó que aún no han agotado todas las reservas en beneficio de los constructores, cuyas necesidades son siempre crecientes. Por ello los directivos del sector se ponen a sí mismos la meta de compartir con ellos, escucharlos, y estar siempre pendientes de sus preocupaciones.
Son los pilares fundamentales para motivar a una masa de trabajadores que decide en un frente estratégico, protagonistas de incontables ejemplos de dedicación, dijo.
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