Ceballos, Ciego de Ávila.–Pudiera pensarse que cuando el carbón de marabú avileño llega a Europa y es devorado por las llamas, desaparece el esfuerzo de una pequeña unidad de choque, que garantiza la retaguardia de cuanto gira alrededor de ese rubro exportable, el mayor aportador de divisas a la Empresa Agroindustrial Ceballos.
Uno llega y no advierte que, en el taller, perteneciente a la unidad empresarial de base (ueb) de Desarrollo Forestal y Beneficio del Carbón, pueda haber tanta ingeniosidad en cada uno de los diez hombres y tres mujeres que, casi desde el anonimato, llevan sobre sus hombros una actividad más importante de lo que cualquiera es capaz de imaginar.
Allí no hay tornillos idos de rosca, ni a nadie le falta una tuerca. Todo está a la orden del día, según dan cuentas inspecciones y auditorías. Lo mismo solucionan el desperfecto en un auto ligero, un camión, o un tractor, que fabrican una máquina para el beneficio del carbón, idea de Juanci (Juan Alberto Olivares Padrón), el ingeniero de palabras entrecortadas y mentalidad creadora, en constante lucha contra imposibles.
EL CACHARREO Y LA INGENIERÍA
El día de la discusión de la tesis para graduarse en la especialidad de Ingeniería Mecánica en la Universidad Máximo Gómez Báez, Juanci, un guajiro de Colorado, comunidad avileña sin mucho nombre, se vistió como no acostumbra: camisa a cuadros de mangas largas, pitusa y zapatos nuevos. Salió de su casa con la misma disposición y seguridad con la cual siempre aprieta alguna tuerca o inventa algo útil.
Fue el último en discutir y, lejos de permanecer en solitario, como imaginaba, media universidad estaba pendiente de él. Por primera vez se hablaría de la máquina que revolucionaría el proceso del carbón, desde el horno hasta el mercado.
De comprarla a una cooperativa que por aquellos tiempos las fabricaba en Cuba, habría costado más de 75 000 pesos, y si se lanzaban a obtenerla en el mercado internacional, la cifra aumentaba a 300 000 euros. Sin embargo, como quedó claro en la tesis, el costo de la construida en el taller, el taller de los hombres y mujeres virtuosos, apenas superaría los 8 000 pesos. Negocio redondo.

«Llegué a la discusión de la tesis con la idea de que nadie sabía más que yo, como sucede cuando uno trabaja bien el tema objeto de estudio. El power point me lo sabía de memoria y ni "gaguié". Tenía como principal incentivo que la había probado en la producción, con excelentes resultados en cuanto a rendimiento y calidad del equipo. Cinco puntos con felicitaciones fue la nota.
«El invento, como casi todos los inventos de éxito, comenzó por necesidad o, mejor dicho, por muchas necesidades, porque para que la Empresa Agroindustrial Ceballos exportara más de 200 000 toneladas de carbón de marabú en los últimos 14 años, miles de hombres y mujeres tuvieron que mover la zaranda (especie de tamiz por donde pasa el carbón) de forma manual, a ritmo de brazos fuertes, cintura sin dobleces y esfuerzos sobredimensionados. Todo cambió desde que apareció la máquina, en el 2012.
«Luego del invento, la gente no pasó tanto trabajo. Se humanizó la labor. Hasta el Ministro de la Agricultura vino a ver el primer prototipo que fabricamos con la ayuda del Máster en Ciencias José Alberto Alfonso Pardo, tutor de mi tesis. En estos momentos funcionan 27 y trabajamos en la número 31. No son como la máquina grande, pero resuelven tremendo problema en las unidades y en la empresa, que solo por la exportación de la llamada "leña negra" este año enriquecerá las arcas en unos nueve millones de euros, constante y sonante, así como lo necesita el país.
«Las máquinas no son solo mías, son el resultado del esfuerzo de toda mi gente del taller. Muchas horas de desvelo, de trabajo los sábados y domingos y de jornadas de mucho sacrificio fuera del horario laboral».
UNA MUJER
Amelia Reyes Uña, jefa del taller desde hace una década, tiene 62 años de edad, y una energía que da para ocho, diez, 12 y más horas de trabajo cuando hay algún compromiso. «Y la palabra compromiso no se empeña», manifiesta Amelia.
No le agrada hablar, y cuando se decide, lo hace con el arma de la honestidad.
–Estoy acostumbrada a mi colectivo, bueno entre los buenos. Somos una gran familia. Todos para uno y uno para todos, como Los Tres Mosqueteros.
Pablo Farrey Rodríguez es el orfebre del taller. Tornero desde hace 40 años. Responde las preguntas y habla sin levantar la vista. «Todo oficio tiene su maña, su ritmo, y uno no puede dejar de hacer, porque se desconcentra y un cálculo mal hecho lo arruina todo. Lo más difícil que he hecho aquí son los discos de frenos de un Daihatsu. El material es muy duro y acaba con el torno, con las herramientas, además de que uno debe hacer todo con precisión milimétrica. Tuve que hilar fino para que los discos quedaran como de fábrica».
Roberto Espinosa Rojas, mecánico automotriz, es un tipo de pico fino para contar cosas. Fuma y dice haber ingerido bebidas alcohólicas en tiempo pasado. «Ya no», según sus palabras.
Espinosa tiene la cabeza llena de ideas que lleva a la práctica con rapidez asombrosa y comenta tener el récord de reparar dos motores en 15 días. También realiza innovaciones como la sustitución de cables por varillas para accionar el cloche de los autos ligeros. Lo asegura Yoanky Lugones Martínez. «Para Espinosa no hay imposibles». Lo dice con beneplácito, después de someter a prueba el vehículo.
Con los ojos enrojecidos y la boca apretada sorprendimos al electricista Alcides Almarales Carmenate, mientras adaptaba el bloque de diodos rectificadores al alternador de un auto Hyundai. Explica cómo hacerlo y expresa que lo más difícil es instalar el sistema eléctrico en las máquinas beneficiadoras de carbón que ellos mismos fabrican desde hace seis años.
Tal vez, la definición más exacta de lo que es una verdadera familia en constante movimiento la haya dado el propio Juanci: «Aquí, más que trabajadores, tengo leones». Y menciona a su gente: Amelia, Pablo, Roberto, Alcides, Isael, Rolando, Kenia, Raidel, Jorge y Santa, entre otros.
Es sumamente justo que el carbón de marabú, relegado en otros tiempos a cualquier retaguardia, empiece a desempeñar en la región un papel tan importante. Basta decir que desde el 2005 hasta ahora ha dado a las arcas del Estado un significativo aporte en divisas. Y en ello la principal protagonista en Cuba es la Empresa Agroindustrial Ceballos, con más de 500 hombres que buscan la «leña negra» en cuatro provincias cubanas.
Ante la pregunta necesaria siempre hay respuestas obligadas.
–¿Cuándo ustedes van a descansar, si estamos en pleno agosto?
Él reflexiona y devuelve las palabras:
–Nunca –dice–, aquí siempre hay algo que hacer y el carbón no espera.
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orestes oviedo dijo:
1
9 de agosto de 2018
10:26:31
ROSA dijo:
2
10 de agosto de 2018
03:50:55
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