ISLA DE LA JUVENTUD.– El tiempo, indetenible, pasa y deja huellas. Ellos no son iguales, tienen el pelo plateado y la agilidad de aquellos tiempos, cuando apenas se dormía, se transfiguró en un andar más lento.
A la Isla de la Juventud han retornado por los festejos de hoy, 2 de agosto, cuando se conmemoran cuatro décadas de proclamada la localidad pinera.
Los que pusieron los pies nuevamente en esta Isla, forman parte de aquella oleada de muchachos que llegaron en las décadas del 60 y el 70 del pasado siglo, con la misión de recuperar el territorio devastado por el huracán Alma; y así lo hicieron. Pero los sueños de Fidel iban más allá: él sabía que aquí, en este pedazo de Cuba, era necesario potenciar la transformación del entorno con la construcción de obras para el bienestar social.
Quizá, mientras el catamarán atravesaba el río Las Casas hacia el lugar de desembarcar, a sus mentes volvieron las palabras de Fidel cuando visitó la Isla en 1967: «…Llamémosla “Isla de la Juventud” cuando la juventud con su obra haya hecho algo grande, haya revolucionado aquí la naturaleza y pueda exhibir el fruto de su trabajo, haya revolucionado aquí la sociedad».
El ambiente verde azul, las gaviotas y el salitre de hoy les trajeron más nítidas las memorias, y evocaron las intensas faenas de ayer en la construcción de la torre de televisión, el Coppelia, las industrias; en la siembra de cítricos, en el fomento de la ganadería, en la cimentación de presas, escuelas… Y junto con el trabajo rudo estaba el aprendizaje, y la preparación político-ideológica. Un pasado entrañable invadió sus recuerdos, días en que no había horario para terminar porque era el compromiso con la Patria y la responsabilidad con el futuro.
Y tras el desembarco, 40 años después, han encontrado una ciudad atractiva, el bulevar, el Palacio de computación, nuevos mercados, un hospital más grande, comunidades agrícolas, consultorios médicos, parques fotovoltaicos…
Les satisface saber que para las generaciones actuales son el Programa de Desarrollo Integral, la reanimación del cítrico, las escuelas, las viviendas más confortables y una economía que crece en sus ventas netas y, ante situaciones adversas, se compensa con el esfuerzo de los que ahora preservan la obra de la llamada década del 60.
En el recibimiento de la tierra que los abrazó y ellos hicieron florecer, los olores a mármol y sol son los mismos de entonces; y entre pasado y presente está la historia, intacta; por eso, llegan hasta la escalinata del Monumento Nacional Presidio Modelo, para celebrar y seguir recordando.
Asomaba el verano de 1978, apenas nacía agosto, y la dirección del país decidió proclamar la ínsula como pidieron, porque habían cumplido con Fidel.
Ellos retornan hoy a un sitio al que le dieron nombre. Es la generación que desplazó, con su andar transformador, el calificativo Isla de Pinos, que llevaba esta tierra desde 1529, cuando apareció por primera vez en el mapa.



















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Roberto Vázquez Viana dijo:
1
2 de agosto de 2018
08:01:55
Rigoberto dijo:
2
2 de agosto de 2018
11:54:33
Fabricio dijo:
3
2 de agosto de 2018
13:50:36
richard dijo:
4
2 de agosto de 2018
14:02:11
jimmy kruz dijo:
5
2 de agosto de 2018
19:59:05
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