
CIÉNAGA DE ZAPATA, Matanzas.–Nelson Fernández Estévez no había cumplido todavía los 15 años de edad cuando lo abatió la metralla de la aviación enemiga. Fue el más joven de los 156 patriotas caídos en Playa Girón durante la invasión mercenaria en abril de 1961.
Él tenía que ver con el manejo de las piezas antiaéreas llamadas cuatrobocas, conducidas por muchachos todos menores de 20 años.
Su nombre acapara especialmente la atención de los visitantes al museo Girón, institución que atesora la historia en la que «un ejército de pueblo» derrotó de manera aplastante a los mercenarios preparados por el Gobierno de Estados Unidos.
Su complexión física, su carácter y el mostrarse seguro de sí mismo le acentuaban la madurez. Quizá por ello ninguno de sus compañeros de batería imaginó que aquel niño, con semblante de hombre, tenía al morir apenas 14 años de edad.
Ni siquiera el entonces cabo Alcadio Rabillo Robaina, jefe de la pieza antiaérea a la que pertenecía el muchacho durante la agresión, podía imaginar su escasa edad.
Vino al mundo el 5 de octubre de 1946, el primero de cuatro vástagos de la familia de campesinos Flores Eleno Fernández y Julia Estévez, instalada por entonces en la finca Las Palmas, en las proximidades de San José de las Lajas, hoy provincia de Mayabeque.
Cuenta Miriam, la mayor de sus tres hermanas, que los «juegos infantiles» de Nelson consistieron en ayudar al padre en las labores del campo, sobre todo en el ordeño de las vacas y en la atención a los cultivos.
A la distancia de 57 años lo recuerda como un niño inquieto y batallador, muy desprendido y celoso de las niñas de la casa. Fue educado con bastante severidad, dice la hermana más cercana a él y que lo vio por última vez cuando un equipo médico, capitaneado por el cirujano Julio Font, luchaba por salvarle la vida en el hospitalito de Jovellanos.

Nelson perteneció a la batería no. 4, de la Base Granma. Y como se sabe, aquellos batallones de milicias, las unidades de artillerías terrestre y antiaérea, entre otras fuerzas militares, se habían organizado en poco más de seis meses, por lo que no tenían preparación suficiente y no contaban con los ejercicios prácticos necesarios.
HAZAÑA
En el museo Girón aparece un sumario de su corta vida, y según Bárbara Sierra, especialista de la institución, es de las hazañas más enternecedoras de los épicos sucesos.
El resumen sucinto, resultado de la investigación de varios autores, aclara que Nelson Fernández cayó mortalmente herido el día 18 de abril y no el 17, como se creía hasta hace muy poco tiempo. También determina el lugar donde resultó mortalmente herido y que no se corresponde con el punto señalado en las cercanías del central Australia, donde un obelisco perpetúa la memoria del valiente joven.
Precisa la investigadora Sierra que aunque de cualquier modo es difícil establecer con precisión el lugar exacto del incidente, todo parece indicar que fue en horas de la tarde del día 18 de abril, en la carretera que separa a Playa Larga del sitio conocido como Punta Perdiz, cuando las tropas revolucionarias avanzaban hacia Playa Girón.
Para rectificar esas imprecisiones fue de gran utilidad el testimonio del hoy teniente coronel (r) Alcadio Rabillo Robaina, jefe de la pieza antiaérea a la que pertenecía el muchacho durante los hechos.
«Dos aviones de reacción volaron por encima de nuestra pieza antiaérea. De inmediato ordené a los combatientes de la escuadra que emplazaran el arma para disparar contra los vuelos rasantes. Apenas nos lanzamos a tierra, del camión vimos los aviones venir hacia nosotros en picada. Al caer en la carretera, sentí un fuerte dolor en la clavícula y no pude mover mi brazo.
«Estando en el suelo observé a dos aviones disparando con sus ametralladoras. Uno de los jóvenes, Hugo Rivero, estaba de pie cuando las balas lo atravesaron. A su lado se hallaba Nelson Fernández, su mejor amigo, quien ya herido corrió hacia la cuneta. Los proyectiles se enterraron en la tierra cerca de mí.
«Tan pronto pasaron los aviones me incorporé a duras penas y fui hacia el lugar donde se encontraba Nelson. Vi que la sangre corría por sus piernas y se oprimía el estómago con sus dos manos. Miré hacia ambos lados de la carretera en busca de ayuda y pude ver un ómnibus en la cuneta, también alcanzado por los aviones enemigos. Instantes después los heridos fuimos auxiliados y retirados del lugar.
«La metralla le causó mortales heridas. Primero lo atendieron en el hospitalito de Jovellanos, y tras desmedidos esfuerzos del personal médico, falleció ocho días después en el hospital de Matanzas».
DIMENSIÓN HEROICA
Bárbara Sierra sustenta que cada participante o protagonista de los días gloriosos de abril de 1961 resume en sí mismo un pedazo de la historia, y que a veces no es fácil situar con precisión los detalles de cada uno de los episodios durante los tres días de combate.
Al contarlos, razona, no siempre se ajustan a los hechos tal y como ocurrieron.
Considera que ningún testimonio ni escrito ni oral será suficiente para comprender toda la significación de la epopeya de Playa Girón, y el papel desempeñado por esos hombres sencillos y extraordinarios que asestaron un golpe decisivo a los mercenarios invasores.
Al abordar algunos de los pasajes, quienes narran lo sucedido confunden en ocasiones el lugar, la hora exacta y hasta el orden de los acontecimientos, quizá por el deseo impaciente de sacar a flote la hazaña de las fuerzas revolucionarias y en gratitud infinita hacia los que cayeron, expresó.
Sea como fuere, insiste, lo más importante es la firme resistencia mostrada por los combatientes, la dimensión heroica, la bravura y el heroísmo con que pelearon y aplastaron esa revancha organizada por el imperio contra las fuerzas pujantes de la Revolución Cubana.
ENTRE CANTO Y LLANTO
El experimentado cirujano matancero Julio Font Tió recuerda cuando atendió a Nelson Fernández en el hospitalito de Jovellanos, lugar donde recibieron a muchos de los heridos en Girón. Allí concibieron dos salones de cirugía y en interminables jornadas se realizaron operaciones de gran riesgo.
La dureza del ya experimentado cirujano flaqueó al ver el cuerpo del miliciano artillero Nelson Fernández. «La metralla le había traspasado el abdomen.
A pesar de que hicimos hasta lo imposible no pudimos salvarle la vida.
«Esas historias, como las de Nelson Fernández, debieran conocerlas al dedillo las nuevas generaciones. Ese ejemplo moral fortalece a la Revolución y no debe quedar en el olvido. Hay que contarlas una y otra vez».
En 1966, al exhumar sus restos, la familia encontró el proyectil que probablemente decretó el deceso del joven Nelson Fernández. La bala calibre 50 se encuentra en permanente exposición en el museo Girón, como un recuerdo imperecedero de los caídos en la gesta y en especial del muchacho que no había cumplido todavía los 15 años de edad, cuando fue abatido por la metralla de la aviación enemiga. La victoria honró su muerte.



















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Roberto dijo:
1
17 de abril de 2018
08:01:17
Cubano dijo:
2
17 de abril de 2018
11:25:32
JorgeLuis dijo:
3
17 de abril de 2018
13:03:12
Miguel Angel Respondió:
18 de abril de 2018
14:27:12
abelboca dijo:
4
17 de abril de 2018
15:56:00
carlos dijo:
5
17 de abril de 2018
20:14:47
Miguel Angel Respondió:
18 de abril de 2018
15:46:29
Miguel Angel dijo:
6
18 de abril de 2018
08:11:43
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