ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Décimo periodo ordinario de sesiones de la Octava Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Foto: Juvenal Balán

Cuando en 1993 Fidel analizaba la composición de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) y la participación en esta de un número creciente de graduados universitarios, de negros y mestizos, de mujeres… coincidía en que ello era reflejo del «avance colosal de nuestro pueblo en estos años de Revolución» y representaba, además, «la forma en que ha desaparecido la desigualdad en nuestro país y la discriminación».

Desde entonces cada uno de estos sectores ha venido sumando escaños, no por el simple propósito de cubrir cuotas de representatividad, sino por la valía y preparación de quienes, con esas características, han resultado electos por el pueblo.

De los 605 diputados elegidos el pasado 11 de marzo, las mujeres, en particular, constituyen el 53,22 %, lo que nos ubica como el segundo Parlamento del mundo con mayor participación femenina, superado solo por Ruanda con el 61,3 %.

El panorama internacional, en cambio, no es muy halagüeño, si tomamos en consideración los datos publicados recientemente por la Unión Interparlamentaria (UIP), organismo que agrupa los cuerpos legislativos de 178 países.

De acuerdo con las estadísticas, la participación de mujeres en los parlamentos casi se detuvo entre el 2016 y el 2017, pues tan solo creció un 0,1 %.

Cierto es que durante el año pasado los escaños ocupados a nivel mundial por las mujeres mostraban un 23,4 % y estas tuvieron una participación récord en elecciones, además de alcanzar más asientos que en periodos precedentes, con un 27,1 %. Pero el saldo entre el arribo y la salida de legisladoras no fue favorable e impidió que a la larga hubiese más mujeres parlamentarias en ejercicio.

El continente americano, por ejemplo, mostró, en el 2017, un aumento de un 0,3 % de la representación femenina parlamentaria, lo que contribuyó a que estas ocuparan el 28,4 % de los puestos. Argentina (38,1 %), Ecuador (38 %) y Chile (22,6 %) ostentaron los mejores indicadores.

Vale destacar que desde el 2013 el Parlamento cubano, con la composición de la Octava Legislatura, cuyo mandato concluye en abril, ostentaba una representación femenina del 48,86 %.

Hoy, el andar emancipador de la mujer cubana, más allá de ser mayoría en la Asamblea Nacional,  aún tiene cuentas por saldar en términos de equidad y empoderamiento; y todavía le faltan sacudidas de prejuicios vetustos.

Pero nadie podría poner en duda aquella certeza fidelista de que «a lo largo de estos años difíciles, no ha habido tarea económica, social y política, no ha habido logro científico, cultural y deportivo, no ha habido aporte a la defensa de nuestro pueblo y de la soberanía de nuestra Patria, que no haya contado con la presencia invariablemente entusiasta y patriótica de la mujer cubana».

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