PINAR DEL RÍO.–Osvaldo Morejón describe en pocas líneas la esencia del problema: «Lo que pasó fue que hubo una etapa en la que todos los campesinos querían que sus hijos se hicieran médicos o ingenieros, y eso llevó a que, con el tiempo, en muchos lugares no hubiera relevo para trabajar la vega».
Osvaldo es el presidente de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Gilberto Barcón, en el municipio de Pinar del Río, pero asegura que el envejecimiento de los productores que durante décadas habían sostenido el cultivo de tabaco, llegó a convertirse en una preocupación en toda la provincia.
Como las especies que no consiguen garantizar su descendencia, los vegueros casi llegaron a estar en peligro de extinción.
«Yo mismo soy hijo de campesinos y estuve ayudando en la finca hasta que, a los 12 años, el viejo me mandó a una beca para estudiar», reconoce Pedro Peinado, director técnico productivo de la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco del municipio de Pinar del Río.
A sus 64 años, Peinado recuerda que primero se hizo técnico medio, luego ingeniero agrónomo, y aunque después volvería a vincularse a la actividad tabacalera, siempre lo ha hecho desde labores de dirección.
«Este es un ejemplo bastante generalizado. En la mayoría de las familias de Pinar del Río sucedió algo parecido, y ese fue el relevo que nos faltó después en el surco», dice.
Ante esa realidad, Lázaro González, especialista de la empresa tabacalera del municipio de San Luis, explica que en los últimos años se han adoptado medidas dirigidas a captar nuevas fuerzas, tales como la entrega de tierras en usufructo, un mejor aseguramiento de los recursos y el establecimiento de precios más atractivos para los productores.
«Gracias a ellas, hemos ido logrando el reemplazo de los campesinos que habían fallecido o están muy envejecidos. Hoy, la mayoría de los hombres que tenemos en las vegas, son nuevos», afirma.

Es el caso de Juan Carlos Pérez, un tapadero de la zona de El Corojo. Con apenas 32 años, ya acumula ocho campañas sobre sus hombros, y además entrega otros cultivos como arroz y frijoles.
«Comencé dando cabezazos, preguntándole a los campesinos más viejos y guiándome por el instructivo técnico. Al principio estaba asustado, porque no tenía experiencia, pero me fue bien y eso me motivó a seguir».
Del otro lado del macizo tabacalero de Vueltabajo, en el municipio de Consolación del Sur, Roberto Guzmán es otro de los jóvenes que hoy se encuentran a cargo de una vega.
Al igual que su padre, que se hizo maestro y nunca quiso asumir el mando de las tierras de la familia, Roberto tenía otros planes, hasta que su abuelo enfermó y decidió regresar a la finca para acompañarlo.
A sus 36 años considera que haber retornado ha sido la decisión más importante de su vida. «Poco a poco fui aprendiendo de agricultura y enamorándome de ella», confiesa Roberto, quien no solo ha dado continuidad a la tradición familiar, sino que también ha incrementado progresivamente el área de cultivo, hasta llegar a plantar más de diez veces lo que históricamente sembraron su abuelo y su bisabuelo.
Virginio Morales, especialista del grupo empresarial Tabacuba, asegura que en toda la provincia existen ejemplos similares.
Aun cuando no puede decirse que el problema esté totalmente resuelto, Virginio señala que «la incorporación de los jóvenes a la actividad tabacalera ha ido creciendo, porque la gente se siente estimulada, y en la medida que se continúen mejorando las condiciones en el campo, se seguirán sumando».
Incluso –comenta– en la actualidad hay profesionales de todas las ramas, que ante los resultados económicos que puede dejar el tabaco han apostado por el trabajo en la vega.
«Todavía se mantiene entre los campesinos la tendencia a hacer que los hijos estudien, pero ahora con la intención de que vuelvan a la tierra mejor preparados», añade.
Para la capacitación de esta nueva fuerza en el cultivo más exigente que posee la agricultura, el especialista de Tabacuba explica que, además de disponer del instructivo técnico elaborado por la Estación Experimental del Tabaco de San Juan y Martínez, los productores reciben atención por los técnicos e ingenieros de las empresas y de la propia estación.

Se trata de una asesoría vital para obtener buenos resultados. Así lo confirma Gilberto Pérez, de la zona de Río Feo, en el municipio de Pinar del Río, uno de los campesinos de mejores rendimientos en Vueltabajo.
Aunque las 2,3 toneladas por hectárea que logra como promedio, en un extenso campo de 200 000 posturas (5,2 ha), pudieran sugerir que ya el tabaco no tiene secretos para él, Gilberto advierte que «esta es una actividad en la que uno nunca deja de aprender».
«Para lograr altos rendimientos hay que darle a tiempo todas las atenciones que lleva el cultivo, y para eso hay que estar al tanto de los nuevos aportes de la ciencia», dice.
«Además, tiene que gustarte lo que haces. El interés por el campo hay que inculcárselo a las personas desde chiquitos».
Con ese objetivo, Osvaldo Morejón, el presidente de la CCS Gilberto Barcón, comenta que las cooperativas se han ido acercando a las escuelas, para crear círculos de interés en los que se visitan las plantaciones y se realizan clases prácticas en el surco con productores exitosos, a fin de estimular a los más pequeños a inclinarse por las ramas agropecuarias.
De esa manera se mira también al futuro con la intención de evitar nuevos baches y asegurar que en las vegas de Vueltabajo no falten los brazos para seguir cosechando el mejor tabaco del mundo.
EN CONTEXTO
De acuerdo con el ministro de la Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, menos del 12 % de quienes trabajan la tierra son jóvenes.
La situación del envejecimiento poblacional continuará afectando a este sector, en tanto las proyecciones realizadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información dan cuenta de que la población rural decrece sostenidamente, pasando de 2 554 000 habitantes en el 2015 a 2 127 000 en el 2050.
La agricultura es, sin embargo, un sector vital para la economía del país, no solo por lo estratégico de la producción de alimentos para sustituir importaciones, sino porque es el respaldo para el crecimiento de otras áreas como el turismo.
En el X periodo ordinario de sesiones de la octava legislatura de la Asamblea Nacional se dio a conocer que la agricultura aportó el 3 % del PIB y es uno de los renglones económicos que se ha comportado de forma favorable.
Entre las principales producciones agropecuarias que reportaron cumplimientos positivos el ministro de Economía y Planificación, Ricardo Cabrisas, mencionó al tabaco agrícola.
En el 2017 las inversiones en el sector agrícola alcanzaron los 560 millones de pesos, lo cual ha favorecido el desarrollo de programas priorizados.
Otras medidas de impacto han sido la entrega de tierras en usufructo, con un millón 733 000 hectáreas otorgadas a unas 222 000 personas naturales.



















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