PINAR DEL RÍO.–Acurrucada bajo una colcha que la protege del frío perenne de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), Janiyanis González aguarda el momento de poder conocer a su hija.
Hasta ahora, solo la ha visto en fotos que le muestran sus familiares. «Es gordita y con bastante pelo», cuenta con la emoción de madre primeriza que se muere de ganas de abrazar a su bebé.
De momento, sin embargo, ello no es posible. Una trombosis venosa profunda en su pierna derecha la obliga a permanecer en la terapia, separada de Roselín, su pequeña, quien desde que nació se encuentra al cuidado de los médicos y enfermeras de la sala de neonatología.
Según el protocolo, así debe ser por espacio de 40 días, hasta tener la certeza de que no vaya a surgir un contratiempo, pero los especialistas aseguran que ninguna de las dos corre peligro.
El doctor Yoan Manuel Álvarez, jefe del centro de atención al paciente grave del hospital Abel Santamaría, la principal institución de salud de Pinar del Río, explica que con ella ascienden a 78 las madres ingresadas en la UCI en lo que va del 2017 y, a pesar de que ha habido casos muy complicados, la mortalidad permanece en cero.
Así fue también en el 2016, en el 2014, en el 2013, en el 2012…
Detrás de las cifras, está el esfuerzo de un gran equipo de trabajo que pone todo su empeño para que cada embarazo detectado a lo largo de la provincia tenga un final feliz.
En el parto de Amaelis García, por ejemplo, participaron tres obstetras, tres neonatólogos, dos anestesistas, un cardiólogo y un hematólogo.
Embarazada de trillizos, con una cardiopatía y una trombopatía, se sabía que el suyo sería un alumbramiento difícil. Por eso, de antemano, se elaboró un protocolo que incluyó a cada uno de los especialistas que debían intervenir en la cesárea.
«Aquel día fue una locura, porque me empezaron las contracciones de repente. Todo fue muy rápido, pero salió bien», cuenta Amaelis, junto a sus tres pequeños.
DE NUEVO ENTRE LOS PRIMEROS
Con la tasa de mortalidad materna en cero y la infantil, hasta el momento, en 2,3 por cada mil nacidos vivos, Pinar del Río vuelve a ubicarse en el 2017 entre los territorios de mejores resultados del país.
Así ha sido durante los últimos cinco años, en los que la provincia ha estado mejorando sus indicadores continuamente.
María Teresa Machín, jefa del Programa Materno Infantil (PAMI) aquí, señala que incluso cuatro municipios (San Luis, San Juan y Martínez, Mantua y Sandino) mantienen la mortalidad en cero.
En el 2015, con una tasa de 3,4 por cada mil nacidos vivos, Vueltabajo había logrado la cifra más baja de su historia y, en el 2016, la rebajó todavía más: hasta 2,1.
«Este año, podemos volver a llegar ahí», estima María Teresa. No obstante, la tasa de 2,3 que exhibe el territorio actualmente lo ubican al nivel de naciones altamente desarrolladas.
Para la funcionaria, ello ha sido posible gracias a la labor del programa del médico y la enfermera de la familia, a las consultas municipales de genética y al centro provincial de esa especialidad, a la subdirección materna infantil del hospital Abel Santamaría –donde tienen lugar el 90 % de los nacimientos de la provincia–, y al pediátrico Pepe Portilla.
«Existe una relación estrecha entre la atención primaria de salud y la secundaria», detalla la Jefa del PAMI, y añade que entre las medidas adoptadas para la sostenibilidad de los resultados ha estado la evaluación del riesgo reproductivo de las mujeres en edad fértil, algo vital para que lleguen al embarazo en las mejores condiciones, y quienes padezcan enfermedades crónicas, por ejemplo, estén compensadas.
GOTAS DE VIDA
Aparte del personal médico, también cientos de madres contribuyen todos los años desde el anonimato a preservar los logros del PAMI.
Nuvia Suárez, jefa del banco de leche materna del hospital Abel Santamaría, cuenta que gracias a ellas se les puede suministrar este importante alimento a todos los bebés que lo necesitan y que no pueden ser amamantados.
Es el caso de los hijos de madres que presentan alguna morbilidad, los que ingresan graves en neonatología o que han sido sometidos a cirugías, prematuros de muy bajo peso, menos de 1 500 gramos..., detalla la especialista.
Hasta 435 pequeños se beneficiaron, en el 2016, con este gesto altruista y en el 2017 suman 456.
«Al principio el banco trabajaba con las madres hospitalizadas. Pero las mujeres generalmente paren, y si todo evoluciona bien, se van de alta a las 72 horas o al cuarto o quinto día.
«Así que decidimos proyectarnos hacia la comunidad, para captar donantes en las distintas áreas de salud, algo que denominamos “el banco en la calle”», explica Nuvia.
Raida Espinoza y Misleidys Núñez, son dos de las 1 174 pinareñas que durante el 2017 han aportado parte de su leche para esta iniciativa.
«Nuestros niños no consumen toda la que tenemos, así que donamos la que sobra para los que están enfermitos o que sus mamás no tienen», dicen.
Con solo dos días de nacida, en su cuna de la sala de neonatología, donde debe permanecer hasta que su mamá salga de la terapia, Roselín es una de las bebés que hoy se alimenta gracias a la solidaridad de mujeres como Raida y Misleidys.
Todavía no ha podido sentir el calor de su madre ni sus mimos, pero los médicos y enfermeras que la rodean desde que vino al mundo, se esmeran para que no le falten los cuidados y el afecto, cumpliendo la máxima martiana de que los niños nacen para ser felices.



















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Carlos Alberto dijo:
1
26 de diciembre de 2017
05:45:11
Miguel Angel dijo:
2
26 de diciembre de 2017
06:51:48
José Luis Granda Morejón (P del Río) dijo:
3
26 de diciembre de 2017
09:22:34
José Luis Granda Morejón (P del Río) dijo:
4
26 de diciembre de 2017
09:44:53
Juan Víctor Capuñay Paz dijo:
5
26 de diciembre de 2017
13:12:11
Maykel dijo:
6
27 de diciembre de 2017
17:01:28
Maykel dijo:
7
27 de diciembre de 2017
17:03:36
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