ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Archivo

Años después, el Che rememoraría en sus Pasajes de la guerra revolucionaria, que el 29 de noviembre de 1957 amanecía cuando un campesino «vino con una noticia extraña y alarmante. Había visto algunos soldados buscando gallinas y huevos en una casa a no más de medio kilómetro de distancia». Más tarde habían avistado en una casa cercana, a unos dos kilómetros subiendo la Sierra Nevada, a un grupo grande de soldados acampados. «Hubo entonces que organizar a toda carrera la forma de entablar combate para cercarlo en un lugar propicio y aniquilarlo luego».

Che calculó que lo más lógico era que la tropa enemiga enrumbara por el camino real, paralelo al arroyo que corre hacia el río Turquino. A un lado del trillo, debajo de una mata de mango, en medio de un montecito, estaba ubicado el Che. A unos dos metros, delante, una pequeña escuadra. Al oeste, las escuadras de Noda y Vilo Acuña aguardaban la orden del Jefe, mientras Castro Mercader y su tropa, en el este, cerraban el cerco guerrillero. Otras fuerzas, en una elevación, se hallaban listas a cortarle la retirada al oficial batistiano Sánchez Mosquera y su columna.

Che inició la acción al disparar con su pistola Luger. Se generalizó el tiroteo. La casa, donde el grueso de las fuerzas enemigas buscó refugio, fue atacada. Se capturaron tres prisioneros con sus respectivos Garand. El Guerrillero Heroico ordenó no entablar entonces un combate directo, sino esperar a la noche. Sánchez Mosquera, bien parapetado, contaba con unos 80 hombres, ametralladoras, armas livianas y suficiente parque para afrontar un sitio.

Los campesinos avisaron que tropas batistianas, al mando de Sierra Talavera, subían el lomerío, desde el mar, al rescate de los sitiados. Che envió dos patrullas: una para hostigarlas; otra, para atacarlos a unos dos kilómetros de distancia, en caso de que terminaran la ascensión de la serranía. Entretanto, se continuaba hostilizando, con disparos aislados, a los guardias parapetados en la casa.

Che consignaría, años después, en Pasajes de la guerra revolucionaria: «A media tarde, se oyó un prolongado tiroteo sobre la parte superior de la posición y, más tarde, me llegaba la triste noticia: Ciro Redondo, tratando de forzar las líneas enemigas, había sido muerto». Al lugar del combate los habitantes de la zona le llaman Malverde y está ubicado a unos 22 kilómetros de la costa. Mucho más alejado hacia el sudeste se halla la playa de Mar Verde, en el hoy municipio de Guamá, en la actual provincia de Santiago de Cuba.

Ciro Redondo García había nacido en Artemisa el 9 de diciembre de 1931. Opuesto al golpe de Estado batistiano desde el mismo 10 de marzo de 1952, se vinculó al ala más radical de la Juventud Ortodoxa. Participó en la Marcha de las Antorchas, en la víspera del 28 de enero de 1953, y posteriormente en el asalto al cuartel Moncada.

Condenado a diez años de cárcel, salió de prisión el 15 de mayo de 1955, junto con Fidel y Raúl.

Expedicionario del Granma, estuvo en el rencuentro de Cinco Palmas y en los combates de La Plata, Llanos del Infierno y Uvero. Integró la columna 4 del Che como capitán y jefe de pelotón, al frente del cual combatió en Bueycito, Pinar Quemado (El Hombrito), Pino del Agua Uno, Malverde...

La llegada de las tropas de refuerzo de Sierra Talavera salvaron del desastre total a las sitiadas fuerzas batistianas.

Ante la superioridad enemiga en hombres y armas, los rebeldes se retiraron de forma ordenada y tranquila hacia la base de El Hombrito. Sobre aquellos momentos, Che escribiría: «La pesadumbre era grande, se aunaba el sentimiento de no haber podido aprovechar la victoria contra Sánchez Mosquera y la pérdida de nuestro gran compañero Ciro Redondo. Envié entonces una carta a Fidel proponiendo su ascenso póstumo».

En la misiva, le explicaba al Comandante en Jefe: «Ciro murió de un balazo en la frente, en una acción realmente heroica... había conseguido que su tropa lo admirara y siguiera. Fue un gran compañero y sobre todo, uno de los inconmovibles puntales en cuanto a obsesión de lucha».

Días después, en una edición del periódico El Cubano Libre, que se imprimía en la base rebelde del Che en El Hombrito, se informaba que «considerando las virtudes de valor, disciplina y capacidad de mando del capitán Ciro Redondo y su heroica muerte en combate», se decretaba «su ascenso póstumo al grado de Comandante del Ejército Revolucionario desde esta fecha que marca el primer aniversario de la gesta libertadora». Lo firmaba «Fidel Castro, Comandante en Jefe. Sierra Maestra, diciembre 2 de 1957».

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Miguel Angel dijo:

1

29 de noviembre de 2017

09:06:18


Gloria eterna al Comandante Ciro Redondo García, quien ofrendó su vida por la libertad de la Patria. Combatiente corajudo, disciplinado y audaz.