
BOLIVIA, Ciego de Ávila.—Desde la puerta de su vivienda Felina Montalvo ve cómo arriban los hombres. No tiene café para brindarles, pues «con el ciclón andando no tuve tiempo de ir a buscarlo a la bodega», afirma.
«Llevo 17 días sin corriente, estoy como para volverme loca», advierte, mientras enseña el refrigerador, abierto de par en par y comenta que Irma le llevó parte del caballete y una de las culatas de la casa de guano.
Felina, que es de poco hablar, esta vez quiere decir: «Sé que ellos recorrieron muchos kilómetros para llegar hasta aquí y estar entre nosotros. Dejaron a los suyos para llegarse a Liborio, un lugar que muchos avileños no conocen».
Estos hombres de la empresa eléctrica de Granma, los del municipio de Guisa, para más seña, no creen en días calurosos, ni en los bichos que les hinchan la piel. Bien temprano, antes de que el Sol alumbre —si es que puede hacerlo hoy, porque ayer los nublados se lo prohibieron durante todo el día—, llegan al lugar. Hablan poco y hacen mucho.
Los carros se atascan y se hace necesario buscar los tractores de la cooperativa. Uno, dos, y no pueden. Ante el llamado de Heriberto Llanes al frente de la atención al hombre en la empresa electrica avileña nos sumamos al empuje, y tampoco, como si el camión y su carga, hubieran nacido en esas tierras gelatinosas.
«Están así porque hace tiempo las preparamos para la siembra», oigo. Con el tercer tractor, se resuelve el problema.
Todos los de la brigada tienen enfundados el rostro en una especie de pasamontañas. La situación los obliga. Algunos están acostumbrados: Dennis, Gustav, Ike, Sandy, Mathew, y ahora Irma…; todos, nombres conocidos.
Imposible olvidar que son trabajadores del sector eléctrico; los que siempre llegan en tiempo, o, incluso, antes del fenómeno meteorológico. «No tiene sentido tirar el machete después que pase el majá», afirma Guillermo Ávila Suárez, veterano de
varios huracanes y jefe de esta brigada del municipio de Guisa.
Pocos en Liborio hablan de los desconocidos que llegaron a traerles la luz, y cuando se les dice que pertenecen al contingente de la provincia de Granma, que no conocen el terreno y necesitan de ayuda para transitar los senderos, cavar los huecos, poner los postes, tensar los cables; algunos, los menos, parecen de-sentenderse de la realidad; la mayoría, ayuda.
«¿Qué les hace falta?», pregunta Dunié Valdés Pinto, uno de los campesinos que se verá beneficiado con la corriente, porque su finca «está allá, al final», apunta con el dedo índice.
Estamos casi en medio del monte. «Antes, esta era la tendedera de Liborio, pero la eliminamos y hoy es una línea eléctrica de unos 700 metros, quizá más», explica José Magdaleno Magdaleno, director de la OBE en Bolivia.
Nos adentramos en tierra baldía. ¿Se siembra? ¿Se sembrará? ¿Qué aportarán estos productores después del ciclón y del llamado que realizara la máxima dirección del país de fomentar los cultivos de ciclo corto? Son preguntas obligadas ante tanto esfuerzo de los «eléctricos».

Aquí, en tierras de Bolivia, municipio muy dañado por Irma, se dan la mano, tuneros y otros colectivos de Ciego de Ávila, eléctricos de armas tomar. Ejemplos sobran.
Adrián Elías, de esta misma brigada, barrenaba un poste de madera para después colocar el cable conductor. «Adrián, Adrián, debes presionar un poco más el taladro», sugería Guillermo, jefe de la brigada de Granma siempre atento a las maniobras del muchacho. «Es de los más jóvenes de la brigada, pero ahí está faja'o, igual que los demás».
Y menciona: Ernesto, Ángel, el inspector Yosley, mientras cambia el tema. «Va a ser necesario que el tercer tractor no se retire de aquí, porque el camión volvió a enterrarse. Esas son las eventualidades de este oficio», dice con total parsimonia, mientras continúan en la labor.
En el Mamey, una de las comunidades más humilde del municipio, muchos de estos linieros pidieron que le «subieran» el almuerzo a los postes. Unos minutos para consumirlo y de nuevo a la faena. Allí mismo, en plena lluvia, observé a muchos resistirse a bajar a tierra en plena tormenta, a todas luces, demasiado riesgo que no permitió Onasy Trujillo Núñez, especialista de redes de la Unión Eléctrica, también en el terreno.
Estos hombres llevaron la corriente a toda Bolivia: La Isabelita, Carillo, Liborio, San Antonio, Sofía, y La Garita. En total, fueron 102 hombres, los que llevaron la luz al municipio por donde entró Irma a la provincia de Ciego de Ávila.



















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Carlos Alberto dijo:
1
30 de septiembre de 2017
02:00:57
ana maura dijo:
2
1 de octubre de 2017
14:02:39
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