Ahora que faltan unos días para que la delegación cubana que asistirá al XIX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, toque tierra en la ciudad rusa de Sochi, del 14 al 22 de octubre; ahora que en cada provincia del país, los seleccionados para representar a la Mayor de las Antillas hacen ondear bien alto la enseña con el logotipo de la cita mundial; ahora que los jóvenes cubanos repletan sus maletas de ideas necesarias y perspectivas comunes, vuelven estas imágenes a recordarnos la entereza de Cuba.
Dicen que una idea gestada desde el amor, puede contra todas las adversidades. Y es por eso que no importaron campañas para silenciar verdades, ni bloqueos que estrechan la economía, cuando de juntar a amigos de todos los continentes se trata. Cuba fue la verdadera casa de todos, durante la oncena y décimocuarta edición de los Festivales Mundiales de la Juventud y los Estudiantes, realizados en 1978 y 1997, respectivamente.
Volvimos, como tantas otras veces, a ser el bastión de la lucha contra el imperialismo, por la paz, la solidaridad, el cese de la carrera armamentista y el establecimiento de un nuevo orden económico mundial. Volvimos a ser el punto de encuentro de todas las culturas, ese espacio indispensable donde confluyeron los jóvenes revolucionarios del mundo, con la profundidad de sus debates, la pertinencia de sus reclamos, la rebeldía de su edad y la diversión.
Dicen que por esos días una gran fiesta de pueblo inundó las calles; dicen que todos se hablaban de hermano a hermano, sin importar fronteras ni credos, sobre el futuro de la humanidad.
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