ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
En caso de contigencia no se descuida el control. Foto: del autor

CIEGO DE ÁVILA.-Muchos días antes, cuando Irma era apenas una tormenta tropical, allá al oeste de las isla de Cabo Verde, con vientos de no más de 85 kilómetros por hora, Cuba vigilaba y observaba su trayectoria que, a la postre, lo hizo cruzar sobre gran parte del norte del territorio nacional.

La Mayor de las Antillas desplegó una excelente estrategia de comunicación destinada a proteger a la población y, los recursos económicos, en aras de minimizar los daños y garantizar los servicios hasta en el lugar más recóndito.

Cuando ya era inminente la estocada de Irma a esta provincia, Israel, por ejemplo, agarró un maletín echó lo indispensable y se fue a uno de los 121 centros de evacuación, convencido de que allí tendría lo preciso para enfrentar el huracán.

ALIMENTOS PARA DÍAS SIN SUEÑO

Rigoberto López Pérez, jefe del subgrupo de Alimentación del Consejo de Defensa Provincial (CDP), afirmó que se adoptó el acuerdo de elaborar un plan de distribución de productos básicos para estos casos excepcionales, sin dejar de tener en cuenta cómo regular, controlar y normar los alimentos.

«Se tomaron medidas para aumentar la producción diaria de galletas, panes, la carne de cerdo liberada… En la medida de nuestras posibilidades, se trató de garantizar lo mínimo indispensable», explica.

En su condición de Jefe del Subgrupo de Alimentación del cdp se refirió al sacrificio de entre 450 y 500 cerdos en la provincia: «230 van al Cárnico (para sus producciones habituales, no recuperadas del todo luego del paso del ciclón), 74 van a La Habana y el resto se suministra al Comercio y la Gastronomía, para su comercialización a un precio de 16.00 CUP la libra o para la elaboración de comida».

Y en la acción de garantizar la retaguardia, Granma compartió con trabajadores del centro de elaboración El Río, a un costado del municipio cabecera, unidad que, a decir Rigoberto, ha tenido gran protagonismo, sobre todo, cuando el cárnico avileño no ha podido estabilizar las producciones después de Irma.

Alexis Contreras González, administrador, refiere que las medidas puestas en práctica minimizaron los daños al centro; las afectaciones solo estuvieron centradas en cubiertas, aunque para el reinicio de las labores debieron esperar por la llegada del servicio eléctrico.

Un gran esfuerzo realizaron los trabajadores de El Río para que no faltaran los embutidos y otros alimentos en la red minorista y en los centros de evacuación. Foto: del autor

«Con las ultimas ráfagas, convocamos a los 27 trabajadores e iniciamos la producción de ahumados en sus distintas variedades: piernas de cerdo, paletas, lomos y tocinetas; además de embutidos, picadillos, jamón viking, entre otras, para mantener los abastecimiento en los centros de evacuados y en la red minorista.

«Las operaciones en el establecimiento las realizamos de forma manual. En una jornada sacrificamos 60 cerdos y hemos tenido días de sobrepasar los 70, una cifra alta, pero lograda por la contingencia, siempre sin deteriorar los indicadores económicos-productivos de la unidad», refiere.

Cuando Irma casi tocaba las puertas, Giraldo Campo Osorio, operador de sacrificio y fundador del centro, se enfundó en una capa y llegó entre las últimas lluvias. «Se habían caído unos árboles y al no tener corriente, me marché. Cuando me avisaron del reinicio de la producción y que debíamos hacer un esfuerzo extraordinario, porque la población y los evacuados necesitaban de nosotros, no vacilé en emprender el combate desde mi trinchera.

 «Todos esos días, y todavía hoy, llego a las 2:00 o 2:30 de la madrugada y me voy al mediodía. A veces, más tarde. Por mí nadie espera. Me gusta la disciplina. Durante muchos años fui oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y eso me enseñó a enfrentar cualquier desafío».

Sobre las 11:30 a.m., encontré a Ana Esther Martínez Pérez, secretaria general de la sección sindical. «Aquí se trabaja duro de verdad. Fíjese, yo me fui a descansar a las cuatro de la madrugada y aquí estoy de nuevo. Una sabe cuándo llega, pero no cuándo se marcha».

La doctora en veterinaria Ana García Aguilar, quien lleva el control sanitario, está al tanto de los procedimientos, para recibir los animales con su certificado, garantizarle el reposo por espacio de seis a 12 horas antes de ser sacrificados, para que la carne llegue con la mayor calidad a los consumidores. «El huracán nos obligó a redoblar los esfuerzos para cumplir con las cifras pactadas. Ninguno de nosotros escapó de sacrificio y esfuerzo», expresa.

Varios trabajadores comentan sobre las actividades diarias en el establecimiento, que se caracterizan por ser muy dinámicas, más, en los momentos difíciles provocados por Irma, porque fueron, y son, los encargados de asegurar la retaguardia de miles de personas, antes, durante y después del fenómeno meteorológico.

Por ahora, todos prefieren volver a la normalidad, una normalidad aparente en esos centros, donde no hay días ni noches de descanso, menos en tiempo de huracanes.

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