
YAGUAJAY, Sancti Spíritus.–Con los muelles de atraque destruidos, la mayor parte de los caminos bloqueados por la propia vegetación, el mar todavía muy turbio y unas ganas tremendas de conocer la verdadera magnitud de la devastación, en los días sucesivos al huracán algunos especialistas del Parque Nacional Caguanes decidieron llegar a nado hasta los lugares más comprometidos.
Aunque hasta ahora la evaluación del impacto del meteoro en los ecosistemas resulta preliminar, Leonel Díaz Camero, delegado del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en la provincia, aseguró a la prensa que según los cálculos que se están haciendo los daños ambientales son millonarios.
La furia de los vientos y el mar no pudieron destruir los llamados Cayos de Piedra –Lucas, Salinas, Fábrica, Obispo y Palma, entre otros–, formaciones geológicas del Mioceno, reconocidas como únicas de su tipo en Cuba y el Caribe, pero sí transfiguraron el espectacular paisaje, protegido con celo desde hace muchos años.
La zona, más de 22 000 hectáreas de mar, islotes y tierra firme, extendida desde Cayo Aguada hasta Cerrotico de Judas, constituye área núcleo dentro de la Bahía de Buenavista, una extensa franja que abarca territorios de las provincias de Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila, reconocida como Reserva de la Biosfera y Sitio Ramsar desde el año 2000.
Al paso del huracán, Caguanes vivía un franco proceso de recuperación luego de las transformaciones económicas de años atrás en Yaguajay, que implicaron el cierre de tres centrales azucareros (Obdulio Morales, Simón Bolívar y Aracelio Iglesias) y una fábrica de levadura torula, todos muy contaminantes.
La decisión devino un dolor de cabeza para el municipio en aquel entonces, pero representó una bendición para el ecosistema, donde no tardó en fomentarse la vida acuática y en prosperar los manglares, verdadera barrera de contención tanto para los impulsos de la naturaleza como para las imprudencias del hombre.
Ellos, precisamente, figuran entre los elementos más golpeados por Irma en esta parte del país, según explicó Díaz Camero, quien abundó sobre la urgencia de cortar las ramas dañadas y talar los arbustos más afectados, de acuerdo con las posibilidades y recursos disponibles, algo que ya está en marcha, en tanto el resto de la población se restablecerá naturalmente y se continuará la política de reforestación con los viveros y posturas existentes.
Un informe preliminar sobre los daños registrados en el Parque Nacional Caguanes al que Granma tuvo acceso da cuentas, igualmente, de otros perjuicios en la flora y la fauna –murieron más 500 flamencos rosados, garzas de diferentes especies, corúas, sevillas, cocos…–, pero asegura que en un bojeo realizado días después del impacto aproximadamente al 70 % de la zona, se pudo constatar la presencia de avifauna en considerables proporciones.
Por su parte, los bosques naturales de Jobo Rosado, Topes de Collantes y Banao, fundamentales como recurso turístico en esos territorios, también sufrieron un fuerte impacto y se estima que su regeneración natural pueda resultar compleja y demorada.
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