
NAZABAL, Encrucijada.–En la intrincada comunidad La Estrella pueden faltar, como ahora, la corriente, escasear el agua, la tienda estar colapsada, tener una plaga infernal de mosquitos o estar sin techo la mayoría de las viviendas; todo eso y mucho más usted encuentra allí a causa de los efectos del ciclón. Mas, lo que no conseguían sus pobladores era ver que su escuelita estuviera cerrada.
Por eso, tan pronto pasó el huracán, las pocas familias que allí residen metieron manos a la obra y comenzaron a reparar con recursos propios el centro escolar. Un saco de cemento por aquí, una cabilla por allá, cuatro planchas de fibrocemento para el techo, y así, con la colaboración del barrio, lo primero en restaurarse en La Estrella fue la escuela, mucho antes que cualquier casa o instalación estatal.
Gracias a ese esfuerzo, la José Antonio Echeverría, centro rural multigrado donde cursan estudio solo tres niños de tercer y cuarto grados, logró reiniciar el curso el pasado lunes 18, entre las primeras en hacerlo en Villa Clara, provincia que vio dañarse más de 400 centros escolares, muchos de los cuales ya están reparados o funcionando en otros lugares.
Es que ver la bandera ondear y a los niños felices nos da vida y fuerza para acometer otras labores, nos dice Yaseny López González, la maestra, a quien vimos llegar bien temprano, luego de recorrer varios kilómetros en su bicicleta, uno de los pocos medios de transporte que allí funcionan.
Sí, vengo todos los días desde El Santo, lugar donde resido, hasta aquí, y lo hago, más que por compromiso, por una necesidad espiritual. El aula y mis niños constituyen el sentido de mi vida. Imagínese, aquí llevo muchos años y todos me quieren mucho, esa es la verdad, nos dice orgullosa la maestra.
Tras el paso el ciclón, Yaseny, quien también vio desaparecer parte del techo de su casa, en lugar de ponerse a reparar su hogar, lo primero que hizo fue venir hasta La Estrella a ver cómo había quedado su escuelita. «Sentí un gran pesar al ver el centro sin techo y con algunas paredes cuarteadas, y hasta una lagrimita eché, no crea. Sin embargo, sabía que la gente me ayudaría a ponerla bonita, porque en La Estrella no hay nada más importante que esto», nos dice la maestra.
Y entre los más felices, desde luego, están el pícaro Lester Jaureguí Calderón, Hendry Ricardo Gil Torres y la pequeña Lendy Labrada Domínguez, quienes ahora reanudan sus sueños de ser policías o cantante, en el caso de la niña, algo que puede ser posible en países como el nuestro, donde la educación de sus hijos constituye algo sagrado.



















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osvaldo Hurtado dijo:
1
25 de septiembre de 2017
11:56:33
Osvaldo Hurtado dijo:
2
25 de septiembre de 2017
11:57:36
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