ISLA DE TURIGUANÓ, Ciego de Ávila.–Cuando el huracán Irma infló las velas y atacó desde barlovento, con vientos de más de 250 kilómetros por hora y ráfagas de 300, los ganaderos de experiencia imaginaron que haría añicos a la empresa. Ya en 1985 el huracán Kate había levantado techos y tirado al suelo algunos molinos de viento, pese a ser un categoría dos en la escala Saffir Simpson.
Y no les faltó razón. Esta vez, los aires de Irma quemaron animales, arrancaron techos, torcieron molinos y derribaron postes vivos que, al caer, rompieron las cercas, y los animales, acostumbrados al encierro, huyeron en estampida, aunque los especialistas aseguran que no saldrán de los límites de esa ínsula del norte avileño.
«Ya hemos recogido la totalidad del rebaño, pero nos faltan las cercas de los potreros, que hemos ido reponiendo en la medida de las posibilidades», dice el ingeniero Venancio Rodríguez Domínguez, director de la empresa, muy preocupado por lo que ha pasado en la entidad que dirige desde hace siete años.
«Varios de los 550 toros en edad reproductiva que andaban sueltos montaron a las hembras y eso nos preocupa porque Irma provocó la mescolanza y ello traerá consecuencias, aunque no graves; pero la realidad es que en lo adelante habrá muchos terneros que, aunque saldrán de un vientre genético, no van a ser un animal genético porque serán terneros sin padres reconocidos», aclara Venancio.
Turiguanó, el mayor hato de ganado (5 608 animales) Santa Gertrudis de Cuba, por demás, la mejor empresa ganadera de la provincia y entre las destacadas en el país, se había vestido bonita, no para recibir a Irma, sino, porque desde hacía tiempo fueron maquillándola —en el sentido justo de la palabra—, porque solo faltaba ese cambio de imagen para ponerle punto final a la transformación; los resultados económicos-productivos existían.
Llegó Irma, que les removió los cimientos y de golpe y porrazo borró todo lo lindo y ahora queda lo feo, lo que nadie quiere ver, aunque allí no ladean la cabeza para mirar hacia dónde no están los problemas, las dificultades.
Quien recorra las unidades de Turiguanó puede comprender mejor el estrago que causan los vientos: la vegetación quemada, parte de los techos encaramados al lado de los transformadores en las líneas de transmisión de corriente, las penetraciones del mar, a más de dos kilómetros de la línea de costa, y la masa ganadera estresada.
Cuando Granma interceptó a Wilmer Alexánder Moreno Cabrera, jefe de la unidad 24 de cría, en la zona de El Jato, llevaba dos días ubicando y separando los animales; porque los ganaderos conocen a la legua su rebaño.
Wilmer, quien ahora sirve de guía, fue uno de los que tuvo muertes: «de las 110 terneras que tengo, a una le cayó una mata encima y me la mató», comenta con pesar. «Es una menos para la reproducción. Este año tuve 124 nacimientos, cifra respetable. Es la mejor en la empresa, según dijeron en el chequeo de emulación».
«Por ahora solo me preocupa esa «juntamenta» de animales y que tomen agua en los charcos, o donde la encuentren. Eso les provocará diarreas, porque no están acostumbrados», argumenta.
Armando Pardo Peñaranda, jefe de la unidad Navetecho, dedicada a la ceba, arreglaba la cerca perimetral derribada por un árbol. «Lo de Irma fue infernal y yo no dormí, pensando en los animales. Cuando pude regresar a la unidad todos se habían ido. Los fui a buscar, los conté y no faltaba ninguno. Ya los acuartoné y aquí me ve arreglando las cercas».
Más de 11 000 metros cuadrados de techos, 224 kilómetros de cercas perimetrales en las unidades ganaderas, incluidos 128 en las cercas de acuartonamiento, y 318 metros cuadrados en muros y estructuras conforman una parte del inventario de calamidades que les dejaron los vientos.
Por eso y otras muchas razones allí no andan con pasos de Pulgarcito porque, si no hay producción, no podrán recuperarse. Por lo pronto, restituyeron las 25 bombas de paneles solares para el abasto de agua; trabajan en el montaje de los 46 molinos de viento que bajaron antes de la llegada de Irma, recuperaron el primero de los ocho almacenes.
El programa se extiende, además, a resarcir en el menor tiempo los daños en: fuentes de abasto de agua, el cebadero, el centro equino; almacén de insumo de alimento animal, combinado cárnico, taller central, unidad de prueba de comportamiento, la de futuros sementales; la de desarrollo de hembras, y también la de machos.
La recuperación está al doblar de la esquina y no pasará mucho tiempo para que Turiguanó vuelva a lucir el linaje que tenía antes de Irma, porque allí cuentan con el empuje de ganaderos con sombreros a la cabeza y pasos de siete leguas.



















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