SAGUA LA GRANDE, Villa Clara.–El 17 de mayo de 1964 el Comandante Ernesto Guevara inauguró la fábrica de bujías Neftalí Martínez, ubicada a la entrada de esta ciudad, una industria llamada a producir esos elementos tan necesarios en el encendido de los carros, los cuales debían ser importados de otros países.
Aquel día, el joven ministro de Industrias traía por vestimenta el tradicional traje verde olivo y su simbólica boina negra. Como había llovido tanto en los días previos, para que el Che no se enfangara, y con mucha premura, cimentaron otra área por la que debía entrar la comitiva. Sin embargo, todos quedaron sorprendidos, cuando vieron a Guevara llegar por la puerta tradicional, por donde entraban los obreros. Venía con las botas sucias por el lodo, y en aquel estado presidió el acto y pronunció un trascendental discurso.
La anécdota, aunque simple, ratificaba la sencillez del Héroe de la Batalla de Santa Clara, famoso ya por sus hazañas y su manera diferente de actuar, al decir de Manuel Enrique Frutos Lara, uno de los fundadores de la fábrica, quien mantiene vivas en su memoria las frecuentes visitas del Che a esa industria durante el proceso constructivo y el recorrido realizado por sus talleres el día de la inauguración.
«No se le escapaba un detalle. Era muy observador y crítico con lo mal hecho. Para conocer lo más mínimo, tenía un método infalible, el contacto directo con los obreros. Antes de hablar con los jefes, iba directo adonde estaban los trabajadores y les preguntaba de cualquier tema que le interesara», refiere Manuel, quien tuvo la dicha de estar cerca del Che en varias ocasiones.
A sus 73 años, buena parte de los cuales los pasó en la Neftalí Martínez en diferentes funciones, hasta llegar a ser el responsable del control de la calidad, Frutos Lara retiene en su memoria lo expresado por el Che aquel día acerca del tema de la eficiencia en la producción de bujías de modo que fueran competitivas y estuvieran al nivel de las mejores.

Asimismo, otros fundadores como Vicente Domínguez Lamela, durante muchos años soldador y trabajador de la fábrica sagüera, recuerda la insistencia del Che en cuanto a la disciplina y la responsabilidad en el trabajo, una máxima que siempre han llevado consigo quienes allí han laborado.
«Usted quiere que le cuente algo, muchas veces sueño con la fábrica y lo que me viene a la mente es que se me va a ir la guagua y voy a llegar tarde a mi puesto, lo cual me causa tanta angustia que hasta despierto exaltado», refiere Vicente, un hombre que se declara seguidor del Comandante Guevara hasta la muerte.
Otras anécdotas brotan de los labios de quienes dialogaron o conocieron al hombre convertido en leyenda. Faustino Antonio Espinoza González, un recio trabajador de la entidad tiene atrapada en su memoria lo sucedido a Ángela Martín Domínguez, una compañera de labor, ya fallecida, aquel día de la fundación.
«Ella fue presentada como obrera de vanguardia. Intrigado por aquello, el Ministro de Industrias preguntó cómo era posible que el propio día de la inauguración ya contara con esa condición y Ángela le explicó que a la par de estudiar, desde hacía un año practicaba en el torno.
«Luego, antes de que el Che concluyera el recorrido por los talleres, volvió a encontrarse con la mujer. Entonces, insistió en comprobar si de verdad era portadora de tan alta condición como le habían dicho, y comenzó a medirle el tiempo. Ella se puso muy nerviosa, manifestándole que así no se valía, por lo que el Che se echó a reír.
«Cuando Ángela terminó su labor, el Comandante tomó su lugar, y dijo que le iba a ganar, pero como no tenía experiencia en el torno, no pudo terminar la pieza. Para justificarse, expresó que no triunfó en la porfía porque ella también lo había puesto nervioso y todos se echaron a reír», recuerda Faustino.
Por su parte, Vicente Domínguez no olvida el encuentro entre Atilana Gómez Tablero –también fallecida–, y el Che. Ella tenía la misión de adornar la fábrica, por lo que desconocía que el Ministro ya había llegado al lugar. Sin embargo, grande sería su sorpresa cuando de pronto lo vio entrar al taller donde ella estaba.
«El Che preguntó qué hacía, y ella explicó todas las operaciones de su máquina, pero le fallaba la voz. Para disculparse, dijo que estaba vieja para tantas emociones, a lo que el visitante respondió: Tranquila que usted vivirá muchos años más y le puso la mano encima en señal de estima», cuenta el trabajador.
Los años han pasado, las producciones se han diversificado, y los obreros ya no son los mismos, pero la presencia del Che aquella mañana lluviosa, mantiene intacto el espíritu de trabajo en la industria sagüera, asegura Hugo Vidal Lima Sosa, director general de la Fábrica de Bujías.
Ahora, además de las tradicionales bujías de encendido Taíno y Prisma, producen las de precalentamiento y mangueras de freno e hidráulicas, así como otros conductos de este tipo utilizados por tractores y combinadas en la agricultura y Azcuba, refiere el directivo, quien recuerda cómo todavía las maquinarias que le dieron vida a la entidad siguen allí, donde Guevara las dejó, ahora manejadas por jóvenes que no tuvieron el privilegio de estrechar su mano, pero que impulsan el desarrollo económico del país, como él soñó.



















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Miguel A. De la Paz Collazo dijo:
1
23 de agosto de 2017
12:32:54
Hector dijo:
2
23 de agosto de 2017
13:48:47
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