
Peter Agre, el biólogo y profesor universitario estadounidense, el Premio Nobel de Química en el año 2003, el «niño que nació en un pequeño pueblo de Minnesota», que tenía a su padre químico como «héroe», el investigador insaciable, el amigo, recibió este miércoles la condición de miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de Cuba (AAC).
No podía ser de otro modo que conferir ese honor –y que se honre así también la ciencia cubana–, a quien ha sido un ferviente promotor de la colaboración científica entre Cuba y Estados Unidos.
En el Paraninfo de la ACC, frente a los académicos cubanos y la delegación que lo acompañó a Cuba, para participar en el XV Curso Internacional de Dengue celebrado en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), Agre reafirmó con orgullo que la «ciencia tiene el poder de conectar a las personas de todos los lugares del mundo» al tiempo que manifestó que es un orgullo recibir esta distinción en Cuba.
«Ser un científico es más que una tarea, más que un empleo; es una forma de vida. Los científicos todos somos hermanos y hermanas. Es un honor hablarles hoy a ustedes como un hermano», dijo.
«Hace diez años –prosiguió– recibí una llamada de un colega alentándome a ser uno de los candidatos para la elección como presidente de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS); y en efecto ello me llevó a la presidencia y me implicó en el trabajo del centro de diplomacia científica de esta institución».
Ello, dijo, llevaba a viajes con los cuales mi gobierno o el gobierno de otros países no estaban de acuerdo. Mi primer viaje fue a La Habana, donde conocí a tantos amigos. Desde entonces las continuas relaciones con Cuba han sido maravillosas, esta es la sexta vez que estoy aquí», refiere Agre, para insistir en que la colaboración científica entre ambas naciones es una historia que tiene más de un siglo.
«Particularmente voy a hablarles de una que tuvo lugar hace 117 años. Cuando fui estudiante de la universidad de Johns Hopkins, vi una placa que estaba colgada en uno de los pasillos dedicada a la memoria de Jeese W. Lazear. Decía que había muerto en Cuba de fiebre amarilla en septiembre de 1900 y que ofrendó su vida en los experimentos para comprobar las teorías originales de Finlay sobre el agente transmisor de la fiebre amarilla, resultados que abrieron el camino para eliminar ese azote de los trópicos».
Contó que en los Estados Unidos se le presta mucha atención a Walter Reed, un médico del ejército de los Estados Unidos que en 1900 dirigió el equipo que confirmó la teoría expuesta por primera vez en 1881 por el científico cubano Carlos J. Finlay de que la fiebre amarilla se transmite por mosquitos; pero hay poca información de Lazear. Empecé a estudiar la historia de lo que había sucedido en realidad y descubrí que es una bella historia la que tuvo lugar en la colaboración entre Finlay y Lazear. La tarja es una muestra de ello y un modo de no olvidar. En ese espíritu les agradezco por entregarme la condición de miembro correspondiente de la AAC».
A Granma insistió en que «la colaboración entre Cuba y Estados Unidos continuará creciendo, porque el potencial es grande. A Granma dijo que los estudiantes estadounidenses están fascinados con Cuba y les encantaría tener la oportunidad de venir a estudiar, trabajar y conocer las personas cubanas. Ya es hora es de que se materialice esta colaboración».
A nombre de la comunidad científica agradeció también en la ceremonia solemne, Rush D. Holt, director ejecutivo de la AAAS y editor ejecutivo de la revista Science.
«Peter Agre es una de las selecciones más adecuadas para ser miembro de la AAC; porque no solo es un reconocimiento a nivel intelectual y académico sino también a la integridad de la ética en la ciencia. Y en este sentido Agre es un líder internacional en la promoción de los más altos estándares».



















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