
«Compartir la habitación con el niño, no la cama». Así afirma a Granma la doctora Milagros Santacruz Domínguez, especialista de Primer Grado en Pediatría y coordinadora del Programa de Prevención de Accidentes en menores de 20 años, quien insiste en la importancia de que la familia sea consciente de que el lugar más seguro que tienen los lactantes para dormir es la cuna, en posición boca arriba, y cerca de la cama de sus padres.
La práctica del colecho –dejar que el bebé duerma en la cama, con ambos o uno de los progenitores, e incluso con los padres y hermanos–, acarrea numerosos riesgos para el niño, sobre todo si es menor de un año, como puede ser el peligro de asfixia por compresión toraco abdominal o incluso de aplastar al pequeño.
«Por otra parte, la evidencia científica demuestra que el colecho aumenta significativamente el riesgo del Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL) en aquellos padres que fuman, ingieren alcohol, drogas o sedantes, especialmente si el bebé es prematuro o de bajo peso», explicó la entrevistada.
Para la doctora Santacruz Domínguez el buen dormir de los niños es el resultado de la combinación de tres elementos: biología, apego y familia.
«Las leyes biológicas incluyen las características genéticas y el temperamento del niño; el apego es la estrecha relación que establecen los niños con sus cuidadores, mientras que el tercer elemento es la actitud de la familia frente al sueño y el niño. Este comportamiento está determinado a su vez por las normas educativas, las imposiciones sociales, el tipo de crianza, y los horarios familiares relacionados con el trabajo e intereses», apuntó.
Pero, dijo, si vamos a hablar de seguridad a la hora de dormir para el bebé, la habitación, la cuna y la postura son aspectos significativos.
En ese sentido, la experta subrayó que la cuna debe tener una altura interna mínima de 60 centímetros, es decir, desde el punto más profundo de la cuna hasta el punto más alto de la baranda.
Si tiene barrotes, la separación entre ellos debe ser de entre 4,5 y 6,6 centímetros, con el fin de evitar que el niño introduzca la cabeza o alguna extremidad entre ellos y pueda quedar atrapado. Asimismo, entre el colchón y los bordes de la cuna no debe haber una separación de más de dos centímetros por cada lado, sostuvo.
No utilizar almohadas, colchas u objetos en la cuna, ni cerca de la cara; acostar al niño boca arriba, y evitar adornos como cadenas, cintas, cordones –pues son muy peligrosos y pueden producir daños en el niño, sobre todo si se llevan en el cuello– son medidas también esenciales para garantizar el sueño seguro de los más pequeños de casa.
En Cuba, el 50 % de las defunciones en menores de un año ocurridas durante el 2016 por accidentes, se debieron al colecho; y en el presente año las estadísticas muestran que –por esta causa– ha ocurrido una defunción cada 30 días.
Ningún caso ha sido por falta de cuna, afirmó la entrevistada.
Numerosos son los esfuerzos que el sistema de salud cubano realiza cotidianamente para proteger, desde el embarazo, la vida de los niños. Que no sea el desconocimiento, o la falla de la debida protección por descuido, omisión, olvido o imprevisión de los adultos que los custodian, lo que les impida crecer, y que lo hagan de modo saludable. La responsabilidad familiar es, en ese sentido, indispensable, concluyó.
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Justo Escalona Cartaya dijo:
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18 de mayo de 2017
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Ðuque dijo:
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lizmarian dijo:
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21 de noviembre de 2019
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