ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Lázaro Hernández, presidente de la CCS Antonio Maceo. Foto: Jose M. Correa

Cuando el General de Ejército Raúl Castro Ruz visitó, en el 2010, la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Antonio Maceo, ubicada en Mayabeque y pionera en el movimiento de frutales, tuvo la certeza de que lo hecho allí había que desplegarlo por toda Cuba, si queríamos resolver los problemas básicos de alimentos y frutas del país.

El empeño, desde entonces, ha sido crecer: crecer en unidades productoras, áreas de siembra, rendimientos… Y se ha crecido. Cierto. Solo que las ofertas aún distan sobremanera de equilibrar la balanza respecto a las demandas. Todavía la presencia de las frutas en los mercados es escasa, ya sean frescas, ya sean en conservas.

Hoy, suman 206 las cooperativas vinculadas al movimiento de frutales y en los últimos cinco años, las áreas dedicadas a esta actividad se han incrementado en un 15 %, ascendentes a 14 127 hectáreas.

Al cierre del 2016, la producción de estas unidades alcanzó las 104 867 toneladas de frutas (en el 2012 eran 68 000), que superó en un 20 % lo planificado, y representó el 19 % del total producido en el país, el cual llegó a poco más de 500 000 toneladas, entre el sector estatal, cooperativo y campesino.

Sin embargo, solo para satisfacer la demanda de frutas de la población, el país necesita hoy de 800 000 toneladas, según explica a Granma Lázaro Hernández Hernández, presidente de la CCS Antonio Maceo y asesor del Grupo Nacional de Frutales. A esa cifra se añaden los requerimientos del Turismo y las posibles exportaciones, cual fuente de ingresos para oxigenar el programa.

A su juicio, serían precisas alrededor de un millón de toneladas de frutas (casi el doble de lo hecho) para cubrir todos los segmentos. «Que el movimiento cooperativo de frutales crezca en un 20 % es halagüeño, pero necesitamos un ritmo de crecimiento anual de un 30 % para, en un quinquenio, llegar al estimado de 250 000 toneladas al año».

En el VII Encuentro Nacional del Movimiento de Cooperativas de Frutales, recién celebrado en Ciego de Ávila, se evaluaron, precisamente, los resultados de los últimos cinco años, fueron señaladas las dificultades que persisten y lastran el crecimiento y, sobre todo, quedaron bien definidas las estrategias para este periodo, encaminadas todas, en definitiva, a lograr niveles productivos que permitan autoabastecer a los municipios, contribuir con envíos a las grandes ciudades, apoyar las ventas al Turismo y fomentar la exportación.

CON LUZ LARGA

El 13 de junio del 2008 nació la primera cooperativa frutícola del país. Y fue a la CCS Antonio Maceo, a quien el General de Ejército Raúl Castro le confió esa tarea. Un año después –cuenta Lázaro Hernández, su presidente desde entonces– surge la idea de formar un movimiento de frutales y se crean 28 cooperativas con ese fin. Después, en el 2010, se llega a 100 entidades.

«Por indicaciones del General de Ejército, en el 2012 realizo un recorrido por todo el país para evaluar los niveles productivos de las cooperativas y hacer un levantamiento de las principales dificultades. Entonces se habló sobre los problemas de comercialización, el otorgamiento de créditos bancarios, la falta de minindustrias, sistemas de riego… Y de ahí también surgió la idea de fomentar, en las cabeceras provinciales, una finca de 67 hectáreas en Cooperativas de Crédito y Servicios o de Producción Agropecuaria», rememora.

Ya en el 2014, Lázaro Hernández y el doctor Adolfo Rodríguez Nodals, jefe del Grupo Nacional de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, recibieron orientaciones de crear, como parte de este programa, al menos una cooperativa de frutales en todos los municipios que no tuviesen. En ese momento se creció en 100 cooperativas, las cuales son atendidas, directamente, por este Grupo Nacional.

De lo hecho en los últimos cinco años, coinciden los especialistas, vale destacar, fundamentalmente, los avances en la fabricación, por la industria nacional, de sistemas de riego y equipos para el procesamiento de frutas y vegetales, así como la existencia de 362 jugueras, 125 de ellas en áreas de hospitales o próximas a estos.

En el 2012 existían 47 minindustrias ubicadas en cooperativas de todo el país. Desde entonces y hasta la fecha se han fabricado 21 y para el 2017 están previstas otras cinco, lo cual avala el crecimiento en esta etapa (si bien insuficiente) de un 45 % de la capacidad de procesamiento. No obstante, en opinión de Lázaro Hernández, los límites de recursos para efectuar la parte civil de las obras y la poca disponibilidad de envases constituyen escollos significativos.

Respecto a los sistemas de riego, ya están confeccionados los dirigidos a las fincas de 67 hectárea, cuyo proceso de instalación inició por Villa Clara. De todas formas, agrega, «para que el programa de frutales avance se necesita implementar un cronograma de fabricación que permita cubrir anualmente, al menos, 2 000 hectáreas con riego. De ese modo se llegaría al 80 % de las áreas para el 2020».

También al programa, señala Rodríguez Nodals, le asiste el compromiso de explotar más las potencialidades para la exportación; marcar pautas en cuanto al rendimiento por hectárea, trabajar por la diversificación, pues los planes potencian las frutas tradicionales y en menor medida otras de poca presencia; garantizar las posturas necesarias, fundamentalmente de especies cítricas; aumentar la utilización de bioproductos y fortalecer la capacitación.

Y entre las proyecciones que no pueden dejarse a un lado, Lázaro Hernández añade, además, la utilización de las áreas de sombra para intercalar plantas de café Robusta, con la visión futura de autoabastecer los territorios; así como sembrar en los perímetros de las fincas plantaciones de coco, en aras de extender esta práctica, a escala comercial, a todo el país.

UNA COOPERATIVA­ LABORATORIO… O VICEVERSA
Innovar es algo que disfruta mucho Lázaro Hernández, aunque las responsabilidades ya no se lo permitan tanto. Por eso su cooperativa bien podría considerarse un laboratorio. Uno sui géneris de 54 caballerías de tierra (700 hectáreas aproximadamente), con 100 especies de frutales, que también aporta 150 litros de leche diarios, y hasta pretende irrumpir, de modo experimental, en la siembra de flores para reducir costosas compras en el exterior.

Recuerda que cuando se creó la CCS, su finca producía 200 toneladas. Hoy la cooperativa produce más de 5 000. De ellas, 4 000 solo de frutas (fundamentalmente aguacate, mango, fruta bomba y guayaba), y lo demás incluye hortalizas, granos y viandas.

Este ingeniero agrónomo también fue pionero en el uso del policultivo, «práctica extendida hoy a todas las cooperativas de frutales, ya que se trata de un método que permite ahorrar alrededor del 70 % de los combustibles, mantiene la estabilidad de la fuerza de trabajo, y aumenta los ingresos de los trabajadores».

De lo imprescindible de ese último aspecto, sobre todo, Lázaro siempre ha estado convencido. Por eso sus campesinos cobran, como promedio mensual, entre 2 000 y 4 000 pesos, unido a un salario fijo de más de 700 pesos.

Aunque parezca contradictorio, por concepto de ventas al Estado, lo que más comercializa la CCS es frijol (más de 100 toneladas). De aguacate, sin embargo, con una producción de 3 000 toneladas, la demanda mensual de Acopio es de apenas 10 toneladas. Buena parte de la producción se expende en los dos puntos de venta de la cooperativa y un minimercado, ahora en reparación.

También por estos días llevan a cabo, de acuerdo con Lázaro, la construcción de una minindustria, la cual debe inaugurarse en junio, y es la primera que tendrá una línea convencional y otra orgánica. Y sobre los «experimentos», menciona la posibilidad de extraerle el aceite al aguacate luego de su procesamiento, pues las importaciones para la industria cosmética, por ejemplo, pudiesen suplirse con la producción nacional.

«Aún el movimiento de cooperativas de frutales es joven, reflexiona, muchas cosas que hemos hecho desde el 2012 ahora es que empiezan a dar resultado, y así irá creciendo de modo paulatino». Pero en su opinión, existen asuntos que no pueden perderse de vista: los recursos y la tecnología que demanda el programa, la capacitación sobre las mejores prácticas y las ganas, siempre renovadas, de desbrozar un camino dispuesto, necesariamente, en espiral.

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Ricardo Mallol dijo:

1

24 de marzo de 2017

11:16:43


Marañones donde están? Caimitos mangos de toledos,mangos de corazón ,mangos de biscochuelos ,la fábrica de dulces Los Pazos en el Caney que paso con ella ,la guayaba y sus derivados, mamoncillos el guineo cubano que pena que esas frutas no se vean a menudo en el mercado , prohibir madurar la fruta bomba y el plarano con carburos.

Oscar Ramos Isla dijo:

2

25 de marzo de 2017

09:47:14


Producen, pagan bien a los trabajadores. Le falta diversificar más la variedad de frutas.

Miguel Angel dijo:

3

26 de marzo de 2017

05:54:19


La realidad es q falta bastante por recuperar. Recuerdo como aspecto negativo, como fueron destruidas muchas hectáreas (desconozco la cifra exacta) de frutales para sembrar caña, por ejemplo, en Los Arabos, donde vive parte de mi familia, existían extensos frutales con mucha diversidad, centenas de he, un día llego y no estaban, todo sembrado de caña, genial idea, lo q la tierra y la tenacidad del campesino crearon durante largos años de trabajo fue desaparecido en días. Ahora no existen ni frutales ni caña, increíble. La recuperación de algunos frutales demora años. Lo cierto es q no se aprecia la variedad de frutas a precio asequible al consumidor, es una tarea pendiente. La meta de q cada cubano consuma al menos 125 g de frutas frescas por día, no se ha cumplido. Gracias.

Dalí Respondió:


27 de marzo de 2017

13:16:04

Lo q pasa es q se hacen muchas cosas a la carrera y sin pensar a mediano y largo plazo las consecuencias negativas o positivas!Llega cualquiera q está sentado en la oficina con aire acondicionado y se le ocurre cualquier cosa y va la firmita con cuñito y aprobado!Y ay del q opine contrario a lo acordado! Revolucionariamente 1 cubano más!