VERTIENTES, Camagüey.—«Para los seguros vencedores del central Panamá un fuerte abrazo», así reza el breve mensaje escrito de puño y letra por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, que desde hace 20 años atesoran los trabajadores del ingenio como principal motivación para enfrentar cualquier desafío.
De hecho, no han sido pocos. En su casi centenaria existencia, la fábrica vertientina ha tenido momentos de esplendor (récord de 173 000 toneladas de azúcar en la zafra de 1970) y también notables recaídas productivas por problemas industriales y déficit de caña al punto de detener sus máquinas en el 2007.
Bien lo sabe Luis Emilio Ramírez Ramos, todo un experto con más de cinco décadas en el sector azucarero, quien asume como director la nada fácil encomienda de echar a andar nuevamente la industria tras nueve años de paralización total, con el lógico deterioro de buena parte de su equipamiento tecnológico.
«Una vez aprobada la inversión por un monto de 40 millones de pesos, explica, los trabajos comenzaron en mayo del 2015 y han abarcado desde la construcción y montaje de importantes estructuras fabriles hasta la automatización de áreas vitales que introducirá cambios sustanciales en la operación del ingenio».
Transcurridos casi 19 meses de intenso laboreo, para lo cual se unieron fuerzas de la Empresa de Servicios Técnicos Industriales (Zeti), Azutecnia y el colectivo de trabajadores del Panamá, el cronograma rehabilitador se comporta de manera favorable con buena parte de las acciones previstas ya ejecutadas.
ASUNTO DE ARMAS TOMAR
«El basculador hubo que hacerlo prácticamente nuevo», asegura Miguel Díaz-Arango Moreno, al referirse a las variaciones introducidas en el área de recepción donde, además del espacio destinado al ferrocarril, se montaron cuatro viradores para camiones que garantizarán un 70 % de tiro directo desde los cañaverales.
El experimentado azucarero, a cargo también del tándem de molienda, ratifica que solo quedan detalles de terminación para dar el «listo» e iniciar las comprobaciones de todo el sistema con materia prima, lo que permitirá corregir a tiempo posibles defectos o imprevistos de última hora.
Informa el director del Panamá que luego de un diagnóstico a fondo y la sustitución de piezas y agregados en busca de seguridad, calidad y eficiencia industrial, están prácticamente concluidos los trabajos en las áreas de la planta eléctrica, compresores, cristalización, evaporación y centrífugas.
Según el mecánico Mario Horta Sosa, en ese último departamento, que es donde se le da el toque final al azúcar, cuatro de los equipos sufrieron modificaciones y se procedió a la instalación de dos nuevos de tecnología china, cuyos especialistas ya certificaron su puesta en marcha.
Las acciones de mayor envergadura que se encuentran hoy en distintas fases de ejecución, subraya Luis Emilio Ramírez Ramos, se localizan en el tanque para mieles, la zona de tratamiento de residuales y la planta de vapor, en la cual se rehabilitan de manera capital sus cuatro calderas.
«Este es el corazón del central: sin vapor nada se mueve, no hay azúcar, ni miel, ni electricidad», declara orgulloso Manuel Vieito Benítez, atento al desempeño de cada uno de los operarios para que nada falle y se haga todo con la calidad requerida, pues de ello dependerá luego la operación eficiente de la planta.
«DETALLES» QUE PREOCUPAN Y OCUPAN

Tantos años de paralización han incidido, sin lugar a dudas, en el éxodo de trabajadores de la industria, unos ya en edad de retiro y otros en busca de nuevos horizontes; sin embargo, los directivos del Panamá afirman que se ha logrado cubrir la plantilla, salvo en determinados puestos de cierta especialización.
«Para esa fuerza laboral que se enfrenta por primera vez a los rigores de una zafra, puntualiza Ramírez Ramos, se ha establecido un programa de capacitación desde hace varios meses, que debe completarse con el adiestramiento práctico en el vecino central Batalla de Las Guásimas, ya en plena zafra».
Mientras ello ocurre, decenas de veteranos azucareros han abandonado el merecido descanso hogareño para compartir a pie de máquina sus experiencias con los bisoños operarios, imbuidos todos del compromiso de no irse del Panamá hasta que no materialice su primera campaña tras el proceso restaurador.
«Sí, esto es lo que me gusta», proclama el joven Cristian Corona González, quien una vez graduado del instituto politécnico Cruce de la Trocha, en Vertientes, se prepara para asumir el puesto de auxiliar de mecánico de molino en el mismo ingenio donde un día su abuelo trabajó como empleado del laboratorio.
Para «atrapar» a esos muchachos y lograr su estabilidad laboral, amén de los incentivos salariales previstos de acuerdo con el aporte productivo y los niveles de eficiencia logrados, se refuerza la atención integral del colectivo obrero con la apertura de un nuevo comedor, merendero, tienda y placita, entre otros servicios.
LA HORA DE LA VERDAD
Según el cronograma establecido, si no existen mayores contratiempos, la fecha de inicio de operaciones del central Panamá se ha concebido para finales de enero del próximo año, en una corta e intensa zafra de prueba de 65 días, donde se planifica elaborar unas 30 000 toneladas de azúcar.
«Ese será el mejor regalo que podré recibir», anuncia sonriente Ramírez Ramos, el director, quien ese mes cumplirá precisamente 70 años de edad y espera, junto a todos los vertientinos, ver coronada con el éxito tantas jornadas de entrega colectiva y justificadas expectativas.
Tal es, igualmente, la aspiración de Edilberto Quesada Pedroso, máximo dirigente del Partido en el sureño municipio, a sabiendas de que el aporte de Vertientes resulta decisivo pues, sumados el Panamá y el Batalla de Las Guásimas, representa cerca de la mitad de la producción azucarera de la provincia.
«Tenemos, comenta, un compromiso muy serio para que Camagüey retome la senda cumplidora, lo que conllevará seguimiento, control, exigencia y sincronización exacta de todas las fuerzas que intervienen en la zafra, desde el cañaveral hasta la industria, para lograr moliendas altas y estables».
Cuando llegue la hora de la verdad y se escuche en el poblado el inconfundible pito del central, en clara alusión a la arrancada de sus máquinas, será también símbolo inequívoco de prosperidad y perspectivas para un territorio y su gente, arraigados a las más genuinas tradiciones cañero-azucareras
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Raquez dijo:
1
9 de diciembre de 2016
08:30:00
Yfdez dijo:
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9 de diciembre de 2016
09:51:08
zaga dijo:
3
9 de diciembre de 2016
10:40:28
Franz dijo:
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9 de diciembre de 2016
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Ana dijo:
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9 de diciembre de 2016
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lizi dijo:
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9 de diciembre de 2016
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Zirito dijo:
7
9 de diciembre de 2016
13:41:47
Zirito dijo:
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9 de diciembre de 2016
13:50:14
Alex Michel dijo:
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9 de diciembre de 2016
16:58:20
BDPZ dijo:
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12 de diciembre de 2016
11:59:49
zk dijo:
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12 de diciembre de 2016
13:31:48
Zyaumy dijo:
12
14 de diciembre de 2016
11:40:01
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