¿Quién es este Jean Guy Allard que escribe esos artículos, tan contundentes en Granma y Granma internacional? Algunos de los lectores, amigos nuestros y del semanario nos preguntaban, hace unos 15 años, llenos de sana curiosidad por ese periodista, evidentemente nacido en otras tierras del mundo, que comenzó de repente a llamarle al pan, pan, y al vino, vino, con tanta puntería.
—¿Es algún seudónimo o se llama así?
Al principio evadía contestar, pues realmente no sabía si debía. Era una necesidad muy nuestra lograr hallar alguien que no proviniese, que no surgiese de nuestras filas, que tomase nuestra defensa, de modo continuo y no incidental como normalmente ocurría.
La idea me gustó, pues me parecía necesaria. Porque tal vez nosotros podríamos ser subjetivos para defendernos de modo autocomplaciente. Sin dejar de tener periodistas cubanos para una tarea tan intensa, reforzaría nuestras filas algún amigo que sintiese más o menos como nosotros.
De repente me acordé de Jean Guy, pensando que tal vez era el hombre para esa idea. Lo había conocido en La Habana, en uno de sus viajes. Me recomendó conversar con él Sandra Smith, nuestra representante de Granma Internacional en Canadá, cuyos criterios me merecían mucha confianza.
Cuando lo conocí nos produjo muy buena impresión, porque enseguida nos gustó su fraternal familiaridad; su perenne sonrisa.
Nos tuteamos con la mayor naturalidad, pues él destilaba franqueza, como si lo hubiese conocido de toda la vida, y sobre todo por el enfoque y la convicción que mostraba en lo que decía. Me gustaba lo orgulloso que se sentía de sus orígenes franceses y que su país había impedido que los anglófonos se tragasen ese hálito francés que tanto amaba. También asimiló sin problemas cuando me quejé de que había visto pocos libros en Canadá en el idioma de Víctor Hugo.
Entre aquellos primeros trabajos me agradó mucho la manera en que se refería al asesino Luis Posada Carriles y a sus secuaces, en particular a aquella organización terrorista, que estaba bajo el mando de uno de sus agentes-mercenarios, Santiago Álvarez Fernández-Magriñá. O al asalto al territorio nacional de aquella pandilla que en su huida precipitada abandonó folletos de propaganda y una bandera con el nombre de Alpha 66. Y la indignación con que relataba la hazaña de la que se preciaban aquellos aspirantes a esbirros: “Todo el pueblo fue baleado. No hubo una sola casa que no tuviera marcas de bala”.
Sus años con nosotros en Granma Internacional los pasó feliz. Se le notaba que disfrutaba con ese trabajo que se correspondía con sus ideales. Siempre recordaremos sus saludos, sus valerosos artículos, su bondad natural, su cariño entusiasta hacia Canadá y hacia Cuba.
Nunca lo olvidaremos.
Hasta siempre Jean Guy.
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Powell dijo:
1
19 de agosto de 2016
09:14:56
I. Guerra dijo:
2
19 de agosto de 2016
09:36:10
Carlos Bernal dijo:
3
19 de agosto de 2016
11:12:54
RBA dijo:
4
19 de agosto de 2016
11:21:29
Lara sp dijo:
5
19 de agosto de 2016
11:30:01
Germán Lombana dijo:
6
19 de agosto de 2016
12:09:09
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