
GUÁIMARO, Camagüey.—En apenas siete meses de duro bregar, lo que hasta entonces era una sabana deficientemente explotada, perdida entre el marabú y la manigua, se transformó en una finca con todas las de la ley, estructurada bajo principios novedosos de aprovechamiento de la tierra.
Cuanto allí se hizo, contrario a quienes aún se sientan a esperar a que el maná les caiga del cielo, fue obra y gracia de la aplicación de un sistema de trabajo que supo mezclar la exigencia, el estricto chequeo de cada jornada y la movilización oportuna de los recursos materiales y humanos necesarios.
Lo cierto es que quienes circulan ahora por ese tramo de la carretera central, en uno u otro sentido, no pueden quedar indiferentes ante el atractivo contraste entre las naves que conforman la infraestructura técnica de la unidad y el intenso verdor de las nuevas plantaciones.
Desde que estaba en ciernes, los propios trabajadores, de conjunto con las autoridades locales, la bautizaron Así será, en clara alusión a los objetivos a lograr inscritos en una valla a la entrada del lugar y que para algunos no pasaban de ser una quimera ante tantos desafíos a enfrentar.
Transcurridos siete meses exactos, las ilusiones dieron paso a una agradable realidad: surgía a la vista de todos, y con el concurso de muchos, una finca integral adscrita a la Empresa Agropecuaria Rectángulo, fruto de un cambio de mentalidad entre los vaqueros camagüeyanos para vestir también el atuendo de agricultores.
DE CÓMO EL MARABÚ SE TORNA EN ALIMENTOS
“Se trata de cerca de 140 hectáreas de fértiles tierras, con sistemas de riego aplicados, que se dedican de manera simultánea a tres propósitos básicos: el fomento de semillas de plantas proteicas y forrajeras, la ceba de toros y la producción de viandas”, explica Fulgencio Garay de la Torre, al frente de la agrupación.
El veterano ganadero comprende la magnitud del reto y como tal lo afronta, pues motivaciones sobran para ello: “Ese es el mensaje que les transmitimos a los trabajadores. Si queremos ser integrales en la producción agropecuaria, no queda otra que saber de toros y de conejos, de yuca y de moringa”.
A caballo recorre Fulgencio cada día la hacienda, donde crecen vigorosas una docena de variedades de plantas proteicas y pastos, destinadas tanto para el consumo de la propia finca como para estimular su uso en otras unidades con el consiguiente efecto en el aumento de la producción de leche y de carne.
El área dedicada a tales menesteres dispone hoy de sembrados de tithonia, morera, moringa, leucaena, kingrass, caña, yacaré, zacate, mulato, canavalia y pangola, entre otros, para lo cual se contó desde el primer momento con el apoyo de las entidades locales y del pueblo guaimarense.
“Hoy mismo, refiere Fulgencio, en una jornada de trabajo voluntario con participación popular se completa la siembra de una hectárea de tithonia y una de morera, mientras se limpia la canavalia. Gracias a ese enorme esfuerzo colectivo, se demuestra cómo el marabú se convierte poco a poco en alimentos”.

PRIMEROS RESULTADOS A LA VISTA
El proyecto de finca integral prevé 87 hectáreas para el cultivo de plátano, yuca, boniato, malanga, café, coco, acerola y mango, así como mamey, anón, guanábana, marañón y canistel, en un empeño dirigido a diversificar las producciones y acceder a otras casi desaparecidas del campo cubano.
“Hasta la fecha, asegura Ángel Félix Comendador, el jefe de producción, se han sembrado cerca de 60 hectáreas, cuyos resultados en breve comenzarán a verse: ya para finales de agosto o principios de septiembre debe iniciar la cosecha de boniato y la yuca estará lista para fines de año”.
Pero mientras llega tan anhelado momento para productores y consumidores, queda aún trabajo por hacer, pues es necesario sellar con nuevas plantaciones las áreas planificadas, específicamente de plátano vianda, burro y fruta, para lo cual cuentan con la semilla requerida.
Informa Ángel Félix Comendador que una vez fomentados los pastos en 36 cuartones comenzará también la ceba de toros, distribuidos en dos ciclos de 60 animales cada uno, mediante el sistema de rotación y la tecnología semiestabulada, hasta que logren pesos promedio que rebasen los 400 kilogramos.
“Los residuos de las cosechas de la finca, agrega el jefe de producción, se aprovecharán igualmente para alimentar a 120 carneros ubicados en tarimas y a unos 50 conejos, cifra llamada a crecer en un centenar más tan pronto se incorpore una nueva batería de jaulas que ya está en fase de montaje”.
PRODUCIR PARA RECUPERAR LA INVERSIÓN
Según Francisco Hernández Zamora, director de la unidad empresarial de base (UEB) Las Mercedes, en cuyos predios está ubicada la finca integral, el costo de la inversión se acercó al millón de pesos, monto que fue destinado a la preparación de tierra, la compra de equipos y la construcción de 18 objetos de obra.
Fue así como aparecieron en el entorno naves de sombra, estaciones de bombeo, conejeras, tarima para carneros, nave de acopio y beneficio, aula de capacitación, sistemas de riego, molinos a viento y máquinas forrajeras, entre otras instalaciones que sirven de soporte vital al flujo productivo.
Explica Hernández Zamora que se estima un periodo de recuperación de la inversión de cuatro años, a partir de las propias ventas de la finca, tanto las provenientes de la ceba de toros como de la comercialización de viandas, frutas y semillas de plantas proteicas y forrajeras.
“El trabajo más duro está hecho, lo que queda es mantener lo logrado con exigencia, integración, racionalidad en el empleo de la fuerza de trabajo, estricta aplicación de las mejores prácticas y máximo aprovechamiento de los recursos disponibles”, asegura el director de la UEB Las Mercedes.
Parte misma del programa de desarrollo de la ganadería y la agricultura en Camagüey, la finca integral Así será marca un punto de viraje en el despliegue del potencial productivo del sector, urgido de resultados tangibles sobre la base de altos rendimientos, mayor eficiencia y superior calidad de las cosechas.
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R GC dijo:
1
9 de agosto de 2016
10:54:01
Gisela dijo:
2
9 de agosto de 2016
15:25:41
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