ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Introducida en 1915, la corneta china revolucionó la música del carnaval santiaguero. Foto: Juan Carlos Palomo

Santiago de Cuba.— Sortilegio de ritmos, colores, sabores, de olores y calor, capaz de subyugar espontáneamente todos los cinco sentidos y estremecer al más impávido sin distinción de raza, sexo o procedencia social o geográfica, así de simple y complejo es el Carnaval Santiaguero.

Caracterizado por su originalidad, arraigo y arrastre popular, su celebración en julio (este año del 21 al 27), va más allá de la urbe de medio millón de habitantes, marca el retorno del santiaguero ausente y convida con su fama internacional al foráneo ávido de involucrarse en la cultura genuinamente tradicional.

Gran entusiasmo reina en los carnavales santiagueros. Foto: Juvenal Balán

La trascendencia de esa autenticidad, enriquecida a través de los siglos con las transformaciones políticas, económicas y sociales de la ciudad, y las vivencias, alegrías y sinsabores de sus hijos, fue reconocida oficialmente con la declaración el pasado año 2015 del Carnaval Santiaguero: Patrimonio Cultural de la Nación.

MEZCLA DE TRADICIONES

Si bien sus orígenes se remontan a los albores de la colonia española, con festividades que desde la propia fundación de la villa en 1515, estuvieron vinculadas al día del Santo Patrón Santiago Apóstol (25 de julio), la participación de toda la población fue transformado las procesiones religiosas iniciales en un fenómeno socio-cultural.

Baste una mirada al Museo del Carnaval (único de su tipo en Cuba), que ya este año registra 18 mil visitantes nacionales y extranjeros en su vetusto inmueble de la calle Heredia, para constatar ese aderezo popular en el brillo, colorido y ritmos, que las especialistas de la institución impregnan a cada sala.

La carroza de Las Voluminosas ha sido gratamente acogida en toda Cuba. Foto: Juan Carlos Palomo

De hecho, de la mezcla de diferentes oleadas migratorias sobresalen la presencia española, africana y franco-haitiana, en un abigarramiento de músicas, bailes, cantos, idiomas, religión, actuaciones y prácticas culinarias, porque como en ningún otro caso aquí están presentes todas las manifestaciones artísticas.

Entre los aportes de cada época, se aprecia de la colonia el uso de guirnaldas en las calles engalanadas, los paseos por diferentes áreas, algunos juegos públicos, y las máscaras y disfraces a la usanza de los mamarrachos, entre otros elementos característicos de sus fiestas natales.

La influencia franco-haitiana y africana se hace notar en la música, el vestuario, la danza y las artes escénicas, en los sitios con mesas y toldos adornados con pencas de guano creados en las comunidades, y en el surgimiento de comparsas herederas de las costumbres de sus integrantes.

Como ninguna otra celebración del país, la gran popularidad del Carnaval Santiaguero traspasar fronteras, y en la seudorrepública fue aprovecho en intereses electorales y en beneficio de magnates propietarios de industrias y comercios, que vieron en las distintas manifestaciones la oportunidad de publicitar los negocios.

Esa propaganda política y comercial, junto a toda práctica ilícita, discriminatoria y de marginación desaparecerá con el Triunfo de la Revolución, a la vez que acorde con la nueva sociedad serán enriquecidas las mejores expresiones folclóricas y propiciada aún más la participación popular.

CIUDAD EN TENSIÓN

Temporales, difíciles períodos económicos, amenazas sanitarias y otros escollos, ha sabido remontar el santiaguero para preservar la fiesta más esperada ansiosamente de un año a otro, el momento en que la ciudad vibra con mayor intensidad, los hombres alardean de caballerosidad y las mujeres toman las calles más bellas que nunca.

Carnaval santiaguero con la comparsa de Los Hoyos. Foto: Juvenal Balán

“Es que el santiaguero es el carnaval mismo –dice tal vez basado en su experiencias el vecino del Paseo de Martí, Rafael Carela Ramos--, y cada uno lo hace a su gusto y posibilidad. Es el derecho al disfrute autoconcedido, la ocasión del reencuentro fortuito, de establecer nuevas amistades, o como se dice ahora de desatar adrenalina”.

Muchos son los resortes activados tempranamente y si bien todo lo rige una comisión encabezada por la Vicepresidencia de la Asamblea Municipal del Poder Popular, el sello popular se incentiva desde la misma convocatoria por la elección del cartel y la música que identificarán ese año el festejo.

En tensión estarán también las fábricas de cerveza y ron, la industria alimenticia en general, la creación de kioscos, los trabajadores por cuenta propia, el adorno de calles y comercios, la construcción de las carrozas, el alistamiento de las áreas bailables, en fin toda la ciudad a engalanarse con tótems y arcos de triunfo.

Empíricos en su mayoría, el dominio de los músicos ha sido transmitido de generación en generación. Foto: Juan Carlos Palomo

Nadie sabe a ciencia cierta, los cientos de miles de personas que durante las 24 horas del día abarrotan las emblemáticas calles Trocha, Martí y Santa Úrsula, las áreas del reparto Sueño, del bloque J del distrito José Martí y el Micro 1-B del centro urbano Abel Santamaría, el Tivolí, y Versalles, por sólo citar los sitios de mayor convocatoria.

Atención especial reclama la Alameda del puerto, devenida como antaño en área de evolución competitiva de comparsas y carrozas frente al jurado, con su amplio graderío, la adecuada iluminación, el engalanamiento y el suficiente expendio de comidas y bebidas, de sombreritos, pitos y otros artículos de artesanía tradicional.

Especie de medidor de todos esos preparativos, resultan en la actualidad la celebración previo al jolgorio del carnaval acuático, el carnaval infantil, la invasión de la centenaria conga de Los Hoyos a las restantes agrupaciones, el pre-carnaval fijado siempre para el día anterior al inicio oficial, y las actividades planificadas para el verano.

LO MÁS ESPERADO

Todo Santiago de Cuba lleno de música, resplandeciente por los fuegos artificiales, y habilitado por doquier para saciar la sed y el hambre que despierta el disfrute sano, resulta insuficiente para contrarrestar la peculiar motivación que desatan el desfile y competencia de las agrupaciones carnavalescas frente al jurado.

Jóvenes, ancianos, trabajadores, amas de casa, lo más representativos del pueblo, se involucran de una u otra forma en ese espectáculo, que esperado por miles de espectadores resume meses de confección del vistoso vestuario, del ensayo de la música y preparación de la coreografía con su gallo “tapao” (sorpresa).

Divididas en congas y paseos, componen esas primeras agrupaciones Los Hoyos, Paso Franco, San Agustín, El Guayabito,

San Pedrito, Alto Pino, Veguita de Galo y Los Muñequitos, formadas en su gran mayoría por músicos empíricos, pero con el dominio de la percusión y la corneta china transmitido de generación en generación.

Félix Bandera Ble, el hombre que en los últimos 17 años ha dirigido la conga de Los Hoyos, confesó a Granma Internacional que el potente toque de la agrupación lo dan la sangre y el corazón de sus músicos en respuesta a la multitud que arrolla espontáneamente, que se entrega con movimientos improvisados y temperamento.

En el otro grupo se encuentran los paseos de La Placita, Los Hombres-Carrozas, La Kimona, Los Textileros o de la industria ligera, El Tivolí, Heredia, Sueño, Los Muñecotes, el Paseo de Cultura, y las agrupaciones tradicionales Cabildo Carabalí Olugo, Cabildo Carabalí Isuama y La Tahona (Tumba Francesa).

Convertido en uno de los más premiados, La Placita se alista desde febrero, y aunque persisten muchas limitaciones su director Francisco Zalzabal de la Rosa manifiesta que jamás desmayarán, porque se trata de un compromiso con la comunidad, que siempre espera expectante la majestuosidad del vestuario y las evoluciones.

Aplaudidos en Cuba entera, Los Hombres-Carrozas deben su origen al diseñador y director Elio Miralles Rodríguez, quien a lo largo de 20 años ha sabido encontrar y exponer, la belleza que empleados inteligentemente pueden brindar materiales desechados, reciclables o de aparente escasa vistosidad.

Entre las carrozas representativas de entidades estatales distingue “Las Voluminosas”, proyecto de reciente creación que goza de mucha aceptación, consistente en un espectáculo rodante de gran colorido, cuyas bailarinas se destacan por su obesidad, y la agilidad y gracia para el baile.

Fehaciente muestra de la expresión cultural popular del festejo, lo constituye el hecho de que no representa un sustento para esos grupos portadores. Anteriormente los premios recibidos eran en metálico, pero ahora se compite por el disfrute y el amor de las tradiciones de sus respectivas barriadas, por el clamor popular.

Tal ha sido el impacto del Carnaval Santiaguera en todos los tiempos, que para llevar a cabo el asalto al cuartel Moncada, hecho que marcaría un jalón en la historia de Cuba, su artífice Fidel Castro escogería a Santiago de Cuba precisamente en plena celebración, como fue la madruga del 26 de julio, que jubiloso rememora cada año este pueblo.

Decir en síntesis, Santiago de Cuba, bien podría ser calor por el ardor natural de su gente y los rayos del sol, podría ser terremoto por el temperamento en que masivamente todos reaccionan o por los frecuentes movimientos sísmicos, podría ser historia resumida en su título de Ciudad Heroína, pero por derecho propio también podría ser Carnaval Santiaguero.

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