Distinguir la obra humana —máxime si se trata del magisterio— constituye, más que un deber, un honor; por ello este viernes, con la entrega de las Distinciones del Ministro de Educación Superior, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, se fraguaron ambas: dicha y compromiso.
En el acto —al que asistió el titular del sector Rodolfo Alarcón Ortiz— fueron concedidos los reconocimientos, por su destacada labor educativa, docente y metodológica, a 28 docentes; así como a 26 profesionales y técnicos de las áreas económico-administrativas de las instituciones universitarias, por su entrega en el aseguramiento de los procesos sustantivos con la calidad requerida.
En nombre de los homenajeados, el doctor Demetrio Felipe Díaz, profesor titular de la Universidad Agraria de La Habana, reflexionó sobre la importancia de las transformaciones que enfrentan las distintas enseñanzas para el desarrollo económico, social y cultural del país, precisamente en el contexto del aniversario 40 de Ministerio de Educación Superior y las universidades que se multiplicaron en 1976.
“Transformar es innovar, innovar es crear y para lograrlo debemos despojarnos de todo lo que represente barreras mentales y crear los medios y recursos necesarios”, expresó, y aludió al papel de las universidades como vanguardias de desarrollo, en las cuales se atesora “el más grande arsenal de conocimientos y el acervo cultural de cada territorio, del país y del mundo”.
Felipe Díaz recordó aquel 22 de diciembre de 1961, cuando Fidel declaró a Cuba territorio libre de analfabetismo y a los jóvenes los exhortó seguir aportando al futuro de Cuba, con su vinculación a las tareas, actividades y procesos. “A las comunidades universitarias nos corresponde trabajar duro… para construir el socialismo próspero y sostenible, que satisfaga las aspiraciones del pueblo cubano”, comentó.
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