
Los precios de los productos agrícolas en los mercados, y las fluctuaciones en el abastecimiento de las redes minoristas, no es un tema nuevo en las agendas de los medios nacionales, ni ha cedido su lugar dentro de los asuntos que más polémica generan, lo mismo en una guagua, en los bajos del edificio, o de pie frente a la balanza del puesto del agro.
No fue de extrañar entonces que la medida anunciada el pasado martes sobre precios máximos de venta a la población de productos agrícolas seleccionados causara tanto revuelo.
Aunque no faltó quienes consideraron que tardó un poco, la mayoría de los entrevistados coincidieron que la disposición es más que pertinente y da seguimiento a la política de ordenamiento económico del país.
Cuando llegamos al Mercado Agropecuario Libertad, sito en 100 y 33, Marianao, eran casi las 9:30 de la mañana y las puertas todavía no habían abierto al público, en tanto los trabajadores del agro comenzaban a llenar las tarimas.
Daniel Vegas, vecino de la zona, accede a conversar con nuestro diario mientras espera en la cola. “Todo lo que sea bajarle los precios a los productos en favor de la población siempre será bien recibido. Si sacamos la cuenta, son más los que tienen un salario promedio que aquellos que administran un negocio particular o viven del ‘invento’; así que la medida está pensada para ayudar al que tiene menos”, expresa.
Marina Celeste comparte el criterio y agrega que lo importante ahora es que los cambios continúen y el abastecimiento se mantenga con afluencia, pues si los mercados estatales tienen productos de buena calidad y suficientes, no hace falta acudir a uno de oferta y demanda que te cobra el doble.
Y por lo que pudimos observar no va a ser este un inconveniente en el camino de llevar los alimentos a la mesa. Ajíes, chopo, plátano fruta, burro y de vianda; calabaza, boniato y frijoles esperaban en los sacos y mostradores, y con el margen comercial que designa la actual disposición del Ministerio de Finanzas y Precios.
Escena similar nos esperaba en la Cooperativa Mercado Agropecuario Santa Felicia, también en Marianao, pues aun cuando faltaban malanga, pepino y boniato, su vicepresidente, Lorenzo Alexis Bacallao, asegura que desde que se aplicó la medida a principios de semana, la unidad se ha mantenido bien surtida y ya han realizado los contactos con las cooperativas y otras unidades básicas que los proveen para adquirir las mercancías que se van agotando.
“Nos estaban apretando un poco por el cuello”, comenta el cliente Roger Rodríguez al referirse a los precios anteriores a la norma. “Sin embargo, ahora están aceptables y compensan los ingresos más bajos”.
La medida es oportuna, pero los precios todavía pueden seguir bajando, considera por su parte, Julio Adalberto Vázquez. “Si hacemos la comparación de la ficha de costo del tomate en una tierra fértil y con todas las condiciones, todavía hay una brecha apreciable entre lo que le cuesta al campesino producirlo y en lo que se vende al público”. Estoy contento con que se hayan “topado” precios, pero en la medida de lo posible hay que seguir con los cambios, argumenta.
Asimismo, Ricardo Herrera indica que aunque la solución siempre va a ser incrementar los índices productivos, otros de los aciertos de la disposición es que “aquellos que viven del sudor de los demás y encarecen los productos, van a vérsela difícil. Es inconcebible que esa figura intermediaria obtenga un beneficio mayor que el propio campesino que labora la tierra”.
PRECIOS MÁXIMOS… PERO NO PARA TODOS
Quizá una de las preocupaciones más compartidas y que reveló el sondeo realizado, se relaciona con que la actual regulación excluye de los precios máximos a los mercados agropecuarios de oferta y demanda (MAOD) y los arrendados por los trabajadores por cuenta propia.
Carlos Rivero, del municipio del Cerro, también cree que si los carretilleros o las placitas que hay en las comunidades no tienen precios topados, la solución al problema no estará completa. “He visto cómo a veces llegan los carretilleros a los agros estatales y compran por sacos, para luego vender a unas cuadras esa misma mercancía a precios altísimos”.
Cuestiona además, que si el público no conoce cuáles son esos otros mercados agropecuarios que por su valor agregado en la oferta no entran en la medida, “pueden vendernos gato por liebre y no nos daremos cuenta”.
Y es que no podemos olvidar que solo la información clara y precisa, y el cumplimiento a término de lo establecido —donde influye para bien o mal la competencia de las entidades que deben cortar el paso a los “desvíos” y asegurar el abastecimiento de los mercados— puede darnos el margen real de la eficiencia.

Tal y como refiere Inés Sosa ahora más que nunca será vital que los inspectores desempeñen su papel, y que las balanzas estén certificadas y en buen estado, “pues poco hacemos si rebajan los precios, pero en la “jaba” no te echen las libras que son”.
“También está el problema que te ponen el tomate a 4.20 como si fuera de primera calidad cuando en realidad está golpeado, y la gaceta dice que hay que rebajarle un por ciento, ¿pero quién controla que se haga esto correctamente?”, agrega.
En estos casos, la responsabilidad recae primero a manos de la administración de los mercados y, luego, de quienes a nivel de municipio y gobierno tienen que hacer cumplir, en cada territorio, lo señalado por la resolución.
Quizá uno de los establecimientos mejor organizado y que pone a la vista del público los distintos productos de acuerdo con si son de primera o segunda calidad, o en estado de liquidación, es el MAE de 27 y A, en Plaza de la Revolución.
Su comercial, Ernesto Santana, comparte con Granma que todos los días están recibiendo mercancías y los niveles de venta aumentan. “Si la gente viene y ve que la libra de pepino está a 1.40, y la de col a 85 centavos, se da cuenta de que hay un cambio para mejor y al otro día vuelve de nuevo.
“Lo que nos toca a nosotros es velar que cuando el producto ya no tenga la misma calidad, hay que aplicarle el descuento que toca, y en ese rango tenemos ahora ajíes, zanahorias, guayaba y remolacha”, afirma.
Pero no en todos los agros funciona así. En la Cooperativa No Agropecuaria Cayo Hueso (CNA), en Centro Habana, los trabajadores explican que por la propia dinámica de autogestión y ciclos de abastecimiento que mantienen, prefieren comprar productos “casi acabados de sacar de la tierra”, y así asegurar el buen estado de las mercancías. Entonces no aplican descuentos, pero tampoco incumplen lo indicado a nivel de ministerio.
En tanto, en los EJT quien determina si los productos merecen que se les aplique el 20 o 40 % de rebaja, son los administradores. Así nos los asegura Raúl Rivero Batista, jefe de estos mercados en la provincia, quien agrega que el plan de abastecimiento es de 36 toneladas diariamente y se están recibiendo entre 40 y 45.
Esos niveles de surtido los pudimos constatar tanto en el EJT que radica en Porvenir, Lawton, como el de la avenida Tulipán en el barrio de Nuevo Vedado. En este último, a pesar de que eran cerca las 12 del mediodía, se continuaba vendiendo con disponibilidad de mercancías.
Además de los precios máximos, nosotros mantenemos la premisa de rebajar aún más las tarifas. Es por eso que el tomate que está a 4.20 la libra hoy lo expendemos a 4.10, y el plátano vianda a dos pesos, aun cuando la resolución dice 2.10, subraya Rivero. “Creo que esta medida viene siendo la respuesta a los problemas que hemos venido planteando desde tiempo atrás”, afirma.
En relación con otra de las dudas populares, Rivero manifiesta que todas las pesas tienen que estar certificadas y con su sello. “Si la balanza no funciona es culpa del que está vendiendo, y también del administrador y jefes de área por no hacer bien su trabajo. No existen justificaciones para que una pesa marque más de lo que toca”.
Y ciertamente, cuando aparece la desfachatez, malos manejos y poca gestión de quienes deben prestar sus horas en función de asegurar la comercialización y suministro de los mercados, todo el bien que el país procura a favor del ciudadano, es como si cayera en balde roto.
Aunque a principios de mayo la mayoría de los agros estatales en La Habana pintan “buena cara”, aun cuando los productores de Artemisa o Mayabeque cumplan las fechas de entrega y el clima sea benevolente, la palabra del mañana seguirá siendo control, pues solo así validaremos los esfuerzos que actualmente se realizan para que en el camino del campo a la mesa, el producto no pierda sus atributos y el bolsillo de la mayoría no se desgaste.
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Juan Rafael Jardines Osorio dijo:
1
6 de mayo de 2016
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El Guajiro dijo:
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Madelyn Martínez Rojas dijo:
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Jge dijo:
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Habanero dijo:
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13 de mayo de 2016
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