ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El Investigador y Profesor Titular Eduardo Pentón Arias, fundador del CIGB y dedicado a investigar en fármacos para elevar la calidad de vida de la población cubana. Foto: Yander Zamora

Desde la década de los 80, los habaneros vieron edificar diferentes instalaciones científicas en la zona oeste, una de ellas resultó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), fundado el 1ro de julio de 1986, dotado de un equipamiento de punta, modernas capacidades productivas y personal especializado.

La biotecnología constituye una de las disciplinas novedosas de la actualidad, en tanto combina métodos y técnicas en el estudio de las relaciones biológicas de los seres vivos, en especial los unicelulares, atendiendo a la fusión de la microbiología, la ingeniería química, la bioquímica y aportando comprensión en la mecánica microbiana.

Aunque su padre fundador, el ingeniero húngaro Károly Ereki, la describió en 1919, a partir de la segunda mitad del siglo XX se inician investigaciones más amplias para solucionar problemas de la agricultura, farmacia, ciencia de los alimentos, medio ambiente, generación de energía (biocombustibles) y medicina.

Precisamente para sustituir importaciones de fármacos y elevar la calidad de vida de la población, a finales de la década de los 80, el gobierno cubano y en particular el líder Fidel Castro, se interesa en estos estudios y forma un grupo de expertos para buscar información en Estados Unidos y Finlandia, principalmente.

Así los comenta a Granma Internacional el doctor en ciencias y médico de profesión Eduardo Pentón Arias, quien desde 1981 conformó un grupo de científicos, radicados en varias casas del reparto capitalino Cubanacan, (antiguas residencias abandonadas por la burguesía criolla al triunfo de la Revolución) y crearon el Centro de Investigaciones Biológicas.

Estos investigadores estudiaron la molécula interferón, un prototipo de proteína producida naturalmente por el sistema inmunitario de la mayoría de los animales como respuesta a los agentes patógenos y que se puede recolectar en la sangre. Con ella se produce un modelo de fármaco, eficaz para los tratamientos contra el cáncer y las infecciones.

Brizaida Oliva Argüelles, dirigente juvenil de la institución científica manifiesta que el mayor interés de sus compañeros está en la superación profesional. Foto: Yander Zamora

El investigador titular explica que la obtención de ese primer producto cubano ayudó a combatir epidemias introducidas al país como el dengue hemorrágico y una conjuntivitis viral muy intensa, por lo que hubo necesidad de incrementar los volúmenes del medicamento y se estudió la posibilidad de obtener moléculas por técnicas in vitro recombinantes.

Para ello se requirió de nuevas instalaciones, laboratorios especializados, tecnología de última generación y personal consagrado en la labor científica por lo cual se construye el CIGB en el oeste de la capital. Esta institución adquiere un amplio dinamismo, que le permitió alcanzar un alto nivel en la investigación, desarrollo, producción y comercialización de productos biológicos, obtenidos a través de los métodos de la biotecnología moderna, asegura el científico.

Los productos del CIGB han sido evaluados en diferentes países del mundo, otorgándose su registro comercial y recibieron avales de organismos internacionales como la Organización Mundial y Panamericana de la Salud, comprobándose la calidad de los mismos.

Desde sus orígenes y aproximadamente hasta el 2008, esta entidad científica perteneció al Consejo de Estado, luego pasó al Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente y actualmente integra una de las 32 empresas del grupo BioCubaFarma, encargado de producir 592 medicamentos de los 888 requeridos en el cuadro básico de salud.

EL CIGB cuenta con cerca de 1600 trabajadores, más de 70 objetos de invención y más de 50 proyectos de investigación-desarrollo, que abarcan vacunas humanas y veterinarias; proteínas recombinantes de uso terapéutico; péptidos sintéticos; anticuerpos monoclonales y sistemas diagnósticos. También proyectos, que involucran la proteómica y la bioinformática; la biotecnología de plantas, incluidos alimentos funcionales y acuicultura.

Hoy, el producto líder lo constituye el Heberprot-P, único de su tipo para el tratamiento de las úlceras del pie diabético y para la disminución del riesgo de amputaciones en las extremidades, además de producir otros fármacos para el tratamiento de 26 enfermedades entre las que se encuentra la hepatitis B y C; meningitis, leucemia, mieloma, melanomas, carcinonas de piel, linfomas cutáneos, cáncer de riñón y vejiga, hemangioma de la infancia, neurotropenia y anemias.

Manuel Raíces Pérez-Castañeda recomienda alianzas con inversores extranjeros para promover nuevos proyectos de investigación-desarrollo. Foto: Yander Zamora

“El científico pone a disposición de la sociedad las novedades del momento, -manifiesta Pentón Arias-, primero con el compromiso de descubrir elementos de la naturaleza, después argumentando su aplicación, para luego demostrar su efectividad productiva. Eso es muy gratificante. Uno se adentra en el mundo de la ciencia y la convierte en una adicción, donde el tiempo escasea y el horario de trabajo se convierte en consagración a la actividad”.

Con él coincide, la joven licenciada en bioquímica Brizaida Oliva Argüelles: “Es muy atractivo realizar experimentos, mirar las células en su interior, palpar el ADN, el ARN, los lípidos y las proteínas. Uno siempre tiene el deseo de indagar más. Cuando se obtienen los primeros resultados se busca conseguir otros y se vuelve una pasión venir a trabajar”.

Vinculada en las prácticas productivas al centro desde los estudios de licenciatura, ella laboró en nuevos fármacos para descubrir vacunas contra la meningitis y ahora investiga en los péptidos sintéticos para las terapias contra el cáncer, tema desarrollado en su tesis de maestría. Asegura: “Contamos con los recursos necesarios para las investigaciones, nuestros laboratorios está bien equipados y desarrollamos un intercambio científico constante entre investigadores, incluso con los del exterior”.

Mientras, su compañero, el doctor en ciencias Manuel Raíces Pérez-Castañeda destaca, que el CIGB responde a los diferentes programas implementados por el Ministerios de Salud Pública como el materno-infantil, del adulto mayor, el oncológico, de enfermedades crónicas no trasmisibles, cardiovascular, diagnóstico de enfermedades congénitas y otros.

Expone, que de 1981 a 1990, en la entidad se elaboraron tres productos, en la siguiente década se produjeron 18 y a partir del 2001 hasta la actualidad se alcanzó la cifra de más de 40, por tanto, -indica- “Ha sido una industria en ascenso, generadoras de ingresos netos para el país y capaz de cubrir amplios mercados en el exterior”.

Además, el científico resalta que su centro está abierto a establecer alianzas con instituciones foráneas, con el objetivo de acelerar la marcha e implementación comercial de los proyectos y de alcanzar mercados más sofisticados.

El CIGB marca hoy la mayoría de edad, sus beneficios llegan a todos los cubanos por igual, y sus resultados han proyectado un salto hacia un desarrollo estable y sostenido para el socialismo cubano, fruto de una pujante voluntad política en solucionar los problemas de los seres humanos.•

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Chris dijo:

1

29 de abril de 2016

11:08:45


Felicidades al CIGB!!! Soy mèdico y puedo dar fe de lo que representa en nuestro trabajo diario contar con fàrmacos creados por este centro y otros del polo cientìfico...