Lo real maravilloso en una escuela

Visitar la escuela Solidaridad con Panamá, lugar de estudio para 180 niños y jóvenes, aquejados de limitaciones físico-motoras o enfermedades cerebro-vasculares, constituye un momento para despojar las tristezas, llenar el alma de alegría y pensar en el futuro rodeado de fuerzas necesarias para vencer las dificultades.

Estos infantes sienten el motivo de lograr todos los días una vida mejor, seguidos de cerca por 110 trabajadores, de ellos 64 maestros, y más de 40 asistentes, fisioterapeutas y otros técnicos y profesionales. Algunos brindaron sus servicios pedagógicos en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otras naciones.

La escuela, ubicada en el barrio de Fontanar en el capitalino municipio de Boyeros, está constituida por una edificación libre de barreras arquitectónicas; y se caracteriza por la limpieza, el orden, la disciplina, la luz irradiando en cada esquina y los colores imprimiendo paz, alegría y amor.

Solidaridad con Panamá tiene tres enseñanzas: primaria, secundaria y atención a niños con retraso mental. Además, a través del programa "Educa a tu hijo" ofrecen herramientas a los padres para convivir con estos niños.

En el andar por sus áreas, puedes encontrar a muchachos comiendo con el auxilio de los pies por la ausencia de sus manos; el que camina con dificultad empuja el sillón de ruedas de otro, que no puede caminar, o quien escribe sus clases con el lápiz entre los dientes. Ellos realizan los juegos normales de su edad, se motivan por las artes y hacen travesuras. Allí está desterrada la lástima o la compasión.

Algo distingue: el júbilo en cada uno de los rostros. Todos desean fotografiarse y son abiertos para conversar con cualquier persona. Los maestros, trabajadores y alumnos recuerdan con nitidez cada uno de los minutos de convivencia en una historia común que alcanza más de 25 años.

LA ARTESANA

Conversación telefónica, llamada desde la provincia de Holguín para el profesor Miguel Cañete Ladrón de Guevara. Una alumna graduada hace varios cursos desea saludarlo. Luego de las palabras iníciales asevera: “Me siento orgullosa, con mi artesanía gano mi sustento”.

Miguel recuerda las largas horas, que ha dedicado a explicar la combinación de colores, el armado de las figuras, el seguimiento de los diseños, pero encontrando diferencias. En su aula de manualidades enseñó a confeccionar collares, pulseras, aretes, adornos, flores artificiales, y cuantos objetos pudiera alegrar a los demás.

Los niños deben desarrollar habilidades en el manejo de tijeras, el pegado de papel, el ensarte y engranaje de piezas, la combinación de colores, la interpretación de diseños e imponer su creatividad para armar piezas estéticas con una finalidad visual, de uso personal ó colectivo.

El profesor Miguel sufrió de varias cirugías faciales en su adolescencia, por lo cual matriculó en Solidaridad con Panamá. Al egresar de la secundaria continuó estudios en la facultad obrera campesina en el curso nocturno hasta alcanzar el grado de bachiller.

Una profesora suya, Martha Balbina, lo convidó a regresar a la escuela como maestro y sin temor alguno se inicia en las labores de la pedagogía. Matricula primero un técnico medio y luego cursa la licenciatura. Hoy ostenta la categoría de Máster en Educación.

Al colgar el teléfono, regresa al aula y continúa la clase con sus dos alumnos: Denis Linares de Cárdenas de 15 años y el joven de 17, Yoel Reyes Destrades, ambos con severo retardo cognoscitivo. Les exige, con mucha paciencia, ser curiosos en elaborar un búcaro para flores artificiales.

LA MAESTRA DE SECUNDARIA

Aula de 9no grado en silencio, concentración hacia la profesora Lourdes Morejón de Vega y el tema de las leyes algebraicas. Grupo de unos diez adolescentes vestido de blusa o camisa blanca, y falda o pantalón color amarillo. Todos se identifican con el sello de la organización de pioneros José Martí.

La profe pide abrir el libro de texto, señala a uno de los alumnos, le solicita leer en alta voz. El niño obedece, pero le cuesta realizar una lectura correcta. La maestra le indica una respiración pausada para volver a releer el párrafo.

Insiste con otro para continuar la lectura y hace referencia a lo leído con anterioridad. Inmediatamente otra alumna es convidada a desplazarse hasta la pizarra para solucionar un ejercicio. La niña camina con dificultad y ante la respuesta correcta se le pide exponer los pasos dados para llegar al resultado. Las palabras de elogio de la maestra crean un ambiente favorable.

Lourdes al finalizar la clase expresa que en sus 25 años de desempeño profesional aprendió a trabajar con las características personales de cada alumno. Aunque imparte clases a muchachos con intelecto normal, debe corregir la pronunciación, exigir por la postura correcta, incitar al desplazamiento, vencer los temores escénicos y crear habilidades en la interpretación de textos, la exposición oral de los contenidos y la solución de problemas algebraicos.

Ella misma padece de retinosis pigmentaria y sus alumnos la ayudan a no golpearse con los objetos. Sus niños son capaces de brindarle felicidad, afecto, cariño y alegrías. Lo resume en una frase: “Entregan mucho más amor del que reciben”

EL FUTBOLISTA

La entrada al área de terapia ocupacional de Luisito, un niño de ocho años con atrofia generalizada de todos sus miembros, causada por una paralisis cerebral perinatal, no resulta una sorpresa para Teresita Mirta Durán Noya, una maestra fundadora de la escuela Solidaridad con Panamá.

En ese tipo de actividad los niños con incapacidad severa aprenden la motricidad de sus miembros superiores en el agarre de objetos con el auxilio de juguetes didácticos como pelotas pequeñas y medianas, juegos de engranajes y ensartes.

Ella crea hábitos personales en abrochar botones, acordonar zapatos, comer, pasar del sillón a la cama o a un asiento estático, peinarse, cepillarse los dientes, vestir una cama o desvestirla, actividades muy rudas para niños que padecen inmovilismo total de sus miembros.

En sus 27 años de docente en este tipo de labor, estudia cada uno de los historiales clínicos de sus alumnos, luego las valoraciones psico-pedagógicas. En un primer contacto explora las aptitudes físicas para iniciar entrenamientos personalizados hasta que descubre la magia de tareas, que parecen imposibles de realizar, y son hechas sin saber el cómo.

Luis Antonio Torres Acosta (Luisito) sólo puede dar señales de aceptación o negación con la cabeza y expresar alegría o dolor con sus ojos, aunque su intelecto reacciona acorde a su edad biológica.

Escuchar la palabra futbol le provoca brillo en los ojos y a las preguntas de sus cuidadores por el mejor futbolista sólo da votos afirmativos a Cristiano Ronaldo del equipo Real Madrid de España. Desea un balón o una camiseta firmado por ese futbolista, uno de los mejores del mundo, incluso se conforma con una postal o la mención de su nombre en algún partido.

La maestra Teresita le habla con mucho amor y pone en sus manos pelotas de tela para abrir y cerrar las manos de forma consciente. Luego insiste en los desplazamientos de objetos. El niño responde rápido y con movimiento consciente de la cabeza hacia el sí en una sola pregunta: ¿Vas a jugar futbol?

LOS 15

La subdirectora Anayeli Pérez Luis menciona el nombre y los dos apellidos de los 180 alumnos; conoce los padecimientos de cada niño, el entorno psico-social, las características individuales y familiares; organiza los horarios y las actividades docentes y exige con rigurosidad el cumplimiento de las jornadas diarias en la escuela.

Anécdotas tiene para relatar: la primera vez que sus niños visitaron el cine o el teatro, un día de playa y la expresión alegre de uno imposibilitado de caminar al decir: “Mire, maestra mis pies flotan”.

Susto ha pasado muchos, las travesuras infantiles, las peleas por un juguete o cuidar los amores de los adolescentes. También el tener que socorrer y dar los primeros auxilios ante una convulsión.

Por estos días anda muy entusiasmada, el 21 de abril celebrarán los 15 años a todos los niños de la escuela que cumplen esa edad en el 2016. Como es tradición en las familias cubanas, organizan una fiesta en la cual las muchachas visten de trajes largos, adornados de encajes y lentejuelas, y los muchachos visten de traje.

La noche se inicia con el vals, la felicitación de los padres a los quinceañeros, se corta un cake bien grande, se brinda coctel y luego se baila con diferentes ritmos de moda, acompañados de un fotógrafo para testimoniar la fecha.

Los padres, familiares, amigos y vecinos no sólo actúan como invitados, sino que confeccionan los alimentos, engalanan el lugar de la actividad, coordinan la música y se encargan de los peinados y maquillajes.

Hoy se escucha un tema recurrente en las conversaciones de los pasillos y áreas comunes de la escuela: La coreografía.

EL JEFE DE COLECTIVO

La organización de pioneros también está presente en la escuela Solidaridad con Panamá, los niños más pequeños se integran a los Moncadistas, teniendo como atributo la pañoleta azul y los mayores a la José Martí, portando la pañoleta roja de 4to a 6to grado. Luego un sello identificativo en el bolsillo, manga o cuello del uniforme al ingresar a la secundaria.

Conformada por 18 destacamentos, los niños ejecutan mensualmente sus asambleas para debatir acerca del estudio, la calidad de las clases, la disciplina escolar, el uso correcto del uniforme, la recreación que desean y la emulación pioneril (destacan a quienes mejor se desempeñan).

Cada mes de septiembre, al iniciarse el curso, eligen a sus representantes, primero en los destacamentos y luego a mano alzada a los que estarán al frente del colectivo, quienes asumirán los cargos de: Jefe de Colectivo, emulación, estudio, actividades, exploración y campismo.

Kenny Matos Gómez de 13 años y con limitaciones motoras en su desplazamiento es admirado por sus compañeros porque ganó el concurso de lectura a nivel nacional “Sabe más, quien lee más”, también participó en otras competencias por materias, canta y toca el piano.

A su criterio no puede deducir por qué fue elegido hace dos cursos como Jefe de Colectivo, pero si puede asegurar que será periodista.