CIÉNAGA DE ZAPATA, Matanzas.—Para llegar a Soplillar hay que andar un camino flanqueado por árboles iguales. Es un monte de soplillo que produce un silencio sepulcral. No es el lugar más intrincado de la Ciénaga de Zapata, aunque vivir allí puede constituir una proeza para cualquier persona que siempre haya residido en la ciudad.
Pero la felicidad es relativa. En ese ignoto asentamiento, de unos 320 habitantes, estableció su estancia y su vida de un modo definitivo Lusay Andrade Miranda, especialista en Medicina General Integral.
Me gusta vivir y trabajar aquí, no es el paraíso pero en este lugar están mis proyectos y mi autonomía, dice con voz firme la joven de 26 años de edad, médico de la familia en Soplillar. “Existe otra razón de mucho peso, yo nací en este caserío, donde la gente es muy cálida, me conoce de toda la vida y
me trata como si fuéramos parientes”.
El de Soplillar, es uno de los 13 consultorios del médico y la enfermera con que cuenta el municipio de Ciénaga de Zapata, todos con cobertura completa, lo que ha permitido colocar galenos inclusive en lugares de difícil acceso, listos para responder a los problemas donde quiera que surjan.
“Yo siempre deseé venir a trabajar a mi terruño. Llegado el momento pedí que me ubicaran aquí, y no solo para realizar el servicio social, quería quedarme de forma permanente. Mis compañeros de estudios decían que yo estaba loca, por mi obsesión de colocarme como profesional precisamente donde había nacido. Afortunadamente accedieron a mi solicitud, y ya estoy en mi tercer año.
“No me arrepiento. Descubrí enseguida que estaba en lo cierto y cada día que pasa tengo la impresión de haber tomado la mejor decisión de mi vida”.
Es común que los médicos cuando concluyen su servicio social en asentamientos del municipio cenaguero, se regresen a sus lugares de origen, una realidad que lamentan los pobladores. Quizá por ello los vecinos de Soplillar estarían dispuestos a voltear el mundo al revés para que Lusay nunca los abandone.
“Es un inmenso privilegio tener a una doctora así, tan eficiente y cariñosa. Y sobre todo, que sea de aquí mismo, a quien vimos crecer por estos parajes. Aquí nunca hubo médico de la familia propio de la Ciénaga”, manifiesta Iluminada Chirino Cruz, una vecina del batey.
Sostiene que existe una comunicación muy buena entre la comunidad y Lusay, lo cual facilita la promoción de salud y la atención a la población.
La doctora significa que el hecho de conocer el santo y seña de cada habitante contribuye a hacer más eficiente el trabajo preventivo y buscar las posibles soluciones a los problemas de salud, que en este caso son enfermedades crónicas como la presión arterial alta, debidamente controlada, y el hábito de fumar.
“Respondemos a las necesidades locales, por eso insistimos con los jóvenes y las personas de edad más avanzada para enseñarles las mejores prácticas para su salud. Los resultados son eficaces desde el punto de vista médico, con expectativas de vida notables (78-80 años, a la par de otras zonas del país) y la tasa de mortalidad infantil en cero”.
Explica que de conjunto con la enfermera, Adiané Casaña, exigen chequeos periódicos para evitar que alguna que otra enfermedad crónica se convierta en problema grave y utilizan el diagnóstico de salud como la forma ideal de conocer la realidad e identificar, priorizar y solucionar los problemas.
“Yo trabajo las 24 horas del día, casi siempre estoy en el consultorio y los pacientes saben que pueden contar conmigo”.
Además de su responsabilidad en Soplillar, Lusay visita una vez a la semana la comunidad de Los Hondones, distante a 11 kilómetros. Generalmente lo hace a caballo, a través del monte. “Allí atendemos a una población de algo más de 40 habitantes. Satisface poder ayudar a la atención médica en ese otro lugar apartado”.
Para aprender a descifrar el “misterio” de la felicidad de esta joven doctora hay que presenciar su relación con la gente y con el entorno.
“No estoy resignada a vivir aquí, la realidad es que lo disfruto. Me siento realizada y feliz en medio del monte. Aquí encuentro cosas fabulosas, como escuchar el canto de infinidad de pájaros, algunos endémicos de la zona. Tampoco soy una ermitaña, voy a fiestas, visito museos y me divierto con mis amistades.
“La Ciénaga por dentro es hermosa, está llenas de lugares singulares, únicos. Es difícil encontrar otro sitio el mundo donde puedes regocijarte con el encanto que produce ver un zunzún a solo un metro de distancia. Por eso este lugar es especial. También está el milagro de la gente, que es diferente a la de otras regiones, muy servicial y sencilla; todo el mundo se quiere y se ayuda”.
Al final de nuestra breve visita, Lusay nos dijo que para contribuir mejor a la vida en Soplillar ella continuará superándose. “Quiero hacer la especialidad de Medicina Interna. Espero que la comunidad no ponga objeciones. Después de todo no es para cambiar de aires, es para atenderlos mejor”.
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maceo dijo:
1
30 de marzo de 2016
09:30:13
José Alemàn dijo:
2
30 de marzo de 2016
12:41:17
Miguel Angel dijo:
3
30 de marzo de 2016
13:33:22
rebeca dijo:
4
30 de marzo de 2016
14:23:00
juan t dijo:
5
30 de marzo de 2016
20:28:46
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