
Cuba desafía la humedad y las inclemencias del tiempo para producir vinos artesanales de calidad, a partir de la fermentación de frutas tropicales como la guayaba, piña, naranja, frutabomba, guanábana y mango.
Noel Morales Rojas, presidente de la coordinadora nacional de vinicultores artesanos, expresó que desde 1983 los vinicultores de varias provincias compiten con sus muestras y en 1991 se constituyó el grupo de vinicultores con una directiva, del cual son fundadores los territorios de Pinar del Río, La Habana, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Villa Clara, Ciego de Ávila y Holguín.
El trabajo de la vinicultura ha ido en ascenso siempre, agregó, en la actualidad existen 32 clubes distribuidos por todo el país, con excepción de Artemisa y Mayabeque, destacándose a Ciego de Ávila como la provincia que más miembros posee.
Los clubes tienen como objetivo fundamental lograr que la población consuma y elabore vinos, lo que contribuye a rescatar las tradiciones de vinicultura, introducidas por los españoles en Cuba, afirmó Rolando Guerras Coro, presidente de la coordinadora de Occidente y del club Viniprince, de Pinar del Río.
Los vinos cubanos se diferencian de los extranjeros en los grados brix, que determinan los residuos de azúcar y alcoholes, se fabrican en mayor escala dulces o semi-dulces, porque son los que poseen una mejor aceptación. Los nuestros poseen altos grados brix, pero poco volumen de alcohol, en cambio, en los países fríos, generalmente, se hacen muy secos, con un elevado volumen de alcohol.
Cabe destacar que en el mundo el vino que se fabrica es de uva, aunque en Cuba la humedad conspira en la cosecha de la vid y las cepas no se dan con calidad, por lo que en ocasiones no se reconoce a los vinos tropicales como tal, siendo un reto para los fabricantes lograr la aceptación dentro del mercado foráneo.
Guerras Coro admitió que comparaciones hechas por personas de otras nacionalidades arrojan que nuestros vinos tienen mayor calidad, pues al ser elaborados de forma artesanal se añejan más y la degustación es más elevada. Contradictoriamente, poseen poca aceptación en el exterior, y uno de los retos que se impone para tener mayor alcance es preparar bebidas más secas.
De cualquier manera los productores tienen que continuar ganando en calidad, lo cual a su consideración se logra a partir de una mayor divulgación y del trabajo de los talleres de cata, para lograr que los vinicultores desarrollen sus cinco sentidos en función de las muestras.
Por su parte, Luis Alberto Bermúdez Rodríguez, vinicultor de Holguín, agregó que estos vinos, al ser de producción artesanal, en ocasiones carecen de la instrumentación necesaria para su control y las condiciones ambientales son muy agresivas en la mayoría del año.
No obstante, los resultados a nivel nacional y el reconocimiento del gobierno en muchas localidades, han permitido a algunos productores mejorar las condiciones laborales, otros tienen convenios con gastronomía, se relacionan con pizzerías, restaurantes estatales o particulares, con buena aceptación y precios.
En cuanto a las marcadas características tropicales del vino cubano, Bermúdez Rodríguez comentó que existen ponencias que corroboran las propiedades de las frutas, una vez que sobreviven al proceso de fermentación, y persisten en el producto terminado, es decir, los nuestros tienen tanta o más propiedades que los vinos de uva.
En el nuevo contexto de relaciones entre el Estado, los particulares y las cooperativas, los clubes salen beneficiados ya que se incrementa el comercio de estas bebidas, y se posibilita la adquisición de materias primas de forma más estable.
El trabajo de los vinicultores cubanos fue reconocido en el XXV Festival de vinos artesanales, celebrado del 8 al 11 de febrero en la Feria Agropecuaria de Rancho Boyeros, en La Habana, con la participación de 130 fabricantes de todo el país.
En el encuentro se compitió en ocho categorías, vino blanco, rosado, tinto, espumoso, seco, semi-seco, dulce y semi-dulce, resultaron más premiadas las provincias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Pinar del Río, Holguín y Villa Clara.
Luis Bermúdez Rodríguez obtuvo el gran premio con una muestra de vino semi-dulce de piña y plátano, del 2013, de 12,8 grados brix, que también resultó triunfadora en esa variedad.
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2 de marzo de 2016
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Tomás Mesa dijo:
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Juan Andrés Sosa Pérez dijo:
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26 de abril de 2016
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