ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El doctor Jorge Ramón Sancristobal Díaz afirma que las misiones fuera del país le han enseñado el valor de un médico para las personas necesitadas. Foto: Jose M. Correa

Como un privilegio enriquecedor para el ser humano, valoran varios cooperantes de la salud del policlínico Plaza de la Revolución, ubicado en el municipio capitalino del mismo nombre, entrevistados por Granma Internacional

La doctora Teresa Valdés Calderín es profesora de primero y quinto año de la carrera de medicina en la especialidad de MGI. En el policlínico Plaza de la Revolución continúa “atendiendo con mucho amor” a sus pacientes. Foto: Jose M. Correa

La doctora Teresa Valdés Calderín, quien atiende la captación y el seguimiento a los colaboradores y sus familiares, asegura que todo parte de un gesto totalmente voluntario.

Indica que primero se acercan a los jefes de sus áreas, luego en una asamblea sindical sus compañeros exponen las condiciones morales y profesionales del candidato para ser aprobado en el Consejo de Dirección.

Puntualiza que se toma en cuenta la disponibilidad de personal para no dejar desatendido ningún servicio médico en la comunidad.

Antes de partir a cumplir la misión internacionalista, el personal recibe una preparación de acuerdo con el lugar a donde será enviado y a la labor que realizará, con énfasis en el aprendizaje del idioma.

Al respecto, Valdés Calderín lo ejemplifica con el diplomado impartido a quienes cumplen con el programa Más Médicos implementado en Brasil.

“Cuando un compañero nuestro cumple con el deber sagrado del internacionalismo, mantenemos comunicación frecuente a través del correo electrónico y nombramos padrinos dentro del colectivo laboral, encargados de visitar las familias para canalizar cualquier dificultad”, añade la también especialista en Medicina General Integral (MGI).

La entrevistada cumplió tres misiones: en Brasil en 1997 como asesora y profesora para la implementación del programa de Medicina General Integral (MGI) en el estado Minas de Gerais, posteriormente en Ghana del 2001 al 2003 y por último en Venezuela en el 2007.

Su experiencia de mayor impacto la tuvo en el país africano por el alto nivel de pobreza en la población, la escasez de medios, el deterioro del sistema de salud pública y la intensidad del trabajo.

“Laboré en un hospital con 80 camas, junto a otro médico cubano, en las especialidades de ginecología, pediatría, medicina interna y cirugía, primero cumplíamos con el pase de visita en las salas para luego atender las consultas. Nos llegaban pacientes de zonas muy distantes y aquejados con enfermedades muy graves”, puntualiza.

El licenciado en enfermería Luis Alberto Fadel Marrero luchó contra la epidemia del ébola en Sierra Leona. Allí lo impactó mucho la muerte de varios niños. Foto: Jose M. Correa

Aún recuerda a dos madres ghanesas, que le pidieron llevar a sus hijos recién nacidos a Cuba para garantizarle una mejor educación, y a otra joven de unos 30 años que no pudo ser salvada por carecer de insulina para controlar su diabetes. “Después de vivir esas experiencias uno se solidariza aún más con las causas humanitarias del mundo, asevera.

Por su parte, el doctor Jorge Ramón Sancristobal Díaz afirma que las misiones fuera del país le han enseñado el valor de un médico para las personas necesitadas, es un profesional respetado y venerado.

Como fundador del programa de MGI en Cuba pudo aplicar sus experiencias en Brasil en 1998 y en Venezuela en el 2010. Para él la medicina comunitaria le da la posibilidad de prevenir enfermedades, atender a los pacientes en su entorno familiar, comunicarse con las personas e influir en los hábitos de vida para evitar padecimientos crónicos.

Mientras el licenciado en enfermería Luis Alberto Fadel Marrero agrade el reconocimiento de su colectivo laboral y de los vecinos de su comunidad, al conocer su destacada labor en Sierra Leona para combatir la grave epidemia de ébola.

Señala que fue difícil de explicar a su esposa e hijos su decisión de partir a África, la cual comprendieron, pero con el adiestramiento recibido en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, asesorado por la Organización Mundial de la Salud, se despejaron las preocupaciones.

“En ese adiestramiento conocimos los pormenores de la enfermedad, nos enseñaron a tomar todas las precauciones para no contagiarnos y practicamos muchas veces el uso del vestuario aislante. Incluso realizamos un simulacro en una casa de lona con el traje puesto por unas dos horas y atendiendo a supuestos pacientes”, refiere el enfermero.

Se refiere a la intensidad del trabajo en ese país africano, con turnos de seis horas en la atención a los enfermos en las zonas restringidas. Asegura que hubo respuesta para todas las adversidades, pero sufrió mucho al ver la muerte de varios niños.

A su regreso a la Patria lo emocionó la bienvenida de su colectivo laboral y en el lugar de residencia. “Ese es el mayor premio que pudimos recibir”, destaca.

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Cesilio dijo:

1

15 de febrero de 2016

10:33:44


Felicidades a todos nuestros medicos

yamile dijo:

2

15 de febrero de 2016

13:04:55


Felicidades a todos nuestros cooperantes medicos y para medicos por la labor tan humana que hacen