
HOLGUÍN.— “Si vas a criar animales, asegúrales la comida”, aconseja Alberto Pérez a quien arriba a su finca, en Güirabito, en las proximidades de la capital provincial, en busca de los conocimientos que lo distinguen como un eficiente productor de leche que siempre vende al Estado.
Y para demostrar que su sentencia no es mera palabra, invita a atravesar un potrero libre de malezas, al final del cual hay plantaciones de kingrass y caña que ocupan 11 hectáreas.
“Esto era puro marabú cuando lo recibí en usufructo en el 2008, pero enseguida le caímos arriba. Primero hubo que desmontar toda esta área, apilar lo cortado y quemarlo. En septiembre de ese año nos azotó el huracán Ike, que regó por todo el campo lo que teníamos a punto de darle candela, pero una vez más lo amontonamos y le prendimos fuego”, relata.
Ahí, dice, no quedó la pelea. En los periodos siguientes, cada seis meses le daban una pasada de machete, ciclo que decayó hasta una vez al año en la medida en que el arbusto fue desapareciendo. Por eso hoy brota tímidamente en algunos lugares y no le dan tiempo a crecer, para evitar que produzca semillas.
“Tengo cinco hectáreas sembradas con kingrass de la variedad CT 115, resistente a la sequía. Se lo suministro al ganado en forma de forraje molido a modo de complemento cuando en los potreros queda pasto natural”.
La caña, de la que tiene plantadas seis hectáreas, entra en juego, igualmente molida, al arreciar la sequía. “Me gusta combinarla con una especie de pienso criollo que elaboro mezclando el follaje y las raíces de yuca, y se les pone a las vacas en las canoas a la hora del ordeño de acuerdo con el peso de cada una”.
Advierte que el compuesto de yuca, cuyo empleo es una experiencia aprendida de su padre Arcelio Pérez, otro reconocido productor de leche, debe manejarse adecuadamente en la fase de preparación, durante la cual es necesario poner la masa al menos dos días al sol para eliminar toxinas naturales que podrían afectar a los animales.
En total explota 27,5 hectáreas de tierra, suficientes para la masa de ganado de la raza Siboney cubano, cuyo peso principal son 35 vacas, de las cuales en la actualidad mantiene en ordeño 26.
El pronóstico de este año es llegar a los 100 000 litros de leche, precisa sin alarde alguno, seguro del potencial de sus animales. “En el 2015 aporté 76 000 por los efectos de la sequía y la necesidad de sacar de producción una decena de vacas envejecidas que ya tienen el reemplazo en unas novillas en buen estado, que entrarán en ordeño inmediatamente después de parir”.
Otra de las prioridades es la cría artificial de terneros. No se trata únicamente de disponer de los productos que le facilita la Empresa Agropecuaria Holguín (básicamente pienso de inicio y cereales lacteados), sino de mantener el adecuado régimen de alimentación y las demás atenciones que requieren. Declara que la tradición familiar pone severo coto a todo tipo de maltrato a los animales.
“Cuando llegan a la categoría de añojo, vendo los machos al Estado, para que los ceben. Una parte de las hembras las escojo para convertirlas en novillas de reemplazo y la otra las oferto a campesinos interesados en mejorar su ganado”.
Acaba de adquirir un torete, también Siboney cubano, que en un tiempo relativamente breve sustituirá al semental que hoy emplea para la monta directa, procedimiento con lo cual no niega la utilidad de la inseminación artificial, a la que recurriría, según plantea, si en la zona se crearan mejores condiciones para su empleo.
En este entorno de laboriosidad, el cual reconoce como su mundo, Alberto tiene muchas satisfacciones. Cuenta con el respaldo de la cooperativa de crédito y servicios Pedro Rojena y la colaboración de una familia cariñosa en la que la esposa también es un sólido soporte logístico y el mayor de los hijos, entre otras cosas, un eficiente acarreador de leche hasta la industria, mientras que el menor, estudiante de secundaria básica, exterioriza su preferencia por el ambiente campestre.
“Disfruto llevar mis mejores vacas lecheras a la Feria Agropecuaria de Holguín. En el 2014, Linda, un ejemplar de seis años, logró premio por producir 24 litros de leche al día. El año siguiente la ganadora fue Jardín, con 23 litros. Me puse muy contento, ya tenía un premio por sus características raciales”.
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26 de enero de 2016
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Leonardo Rodríguez dijo:
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