CIENFUEGOS.— El pasado 26 de diciembre, el rotativo estadounidense The Boston Globe publicó en su página de turismo un artículo en el cual recomienda a Cienfuegos (capital de la provincia cubana del mismo nombre localizada en la región centro-sur de la lsla, a 245 kilómetros de La Habana, n.r) como la primera ciudad cubana a visitar en 2016 por los viajeros norteamericanos.
Es este medio uno de los más importantes entre los diarios nacionales tradicionalistas de la prensa norteña, por cierto con páginas culturales y de turismo/viajes de verdadero rigor en su análisis, e incluyente en su staff de periodistas especializados reconocidos a rango de país en tales apartados.
Los juicios de una plataforma opinante así suelen contribuir a la conformación de consensos dentro de la población, sobre todo la clase media instruida, cual indica la historia del periodismo de EE.UU. O sea, contextualizando el hecho, sin subvaloraciones ni sobrevaloraciones: se trata de un juicio significativo que sin duda alguna influirá en cierto grado en la toma de decisiones de un número considerable de turistas de esa bandera.
A criterio del periodista especializado en la materia, Christopher Mutter, “Tan pronto como las puertas políticas fueron abiertas a fines de 2014, los norteamericanos claman por visitar la previamente prohibida Isla comunista. Muy rápido se topó la lista de posibles visitantes autorizados en el 2015. Y eso será más frenético en el 2016 con un recientemente anunciado incremento en los vuelos comerciales. La Habana está en el centro del frenesí, seguida por la histórica ciudad de Trinidad. Pero Cienfuegos debería estar en lo alto en tu lista de ciudades cubanas a ver. Usted puede cenar en el agua, caminar alrededor de una creativa plaza de ciudad, o capturar a un cantante en ascenso en un tranquilo club. La una vez ciudad para el yatismo se siente ahora como un relajante y rico lugar de escape, a la usanza de 1957. ¿Vuelos directos? No, pero nunca digas nunca. Mejor momento para ir: Noviembre”.
A todas luces, este señor viajó aquí y, a reservas de que aun su visión propende a la mitología nostálgica clásica del norteamericano con respecto a la isla derivada de un imaginario instalado a la etapa neocolonial, se fue con una grata impresión, por el espacio geográfico, pero además por su cultura. Cienfuegos, por sí sola y sin intermediarios, cautiva; aunque sospecho que tras la favorable consideración de Mutter subyacen otros elementos, en los cuales el invaluable factor humano salió a jugar su papel.
Una persona te puede dorar o destruir una imagen, así de simple. Del tipo de acogida dispensada depende en buena medida la valoración a emitirse a posteriori en los centros laborales, la comunidad o el entorno familiar de los visitantes. Y si trabajan en un periódico, para colmo especializado en viajes el reportero, pues mucho más. Son ellos como aquel crítico gastronómico de Ratatouille, que detectan los sabores perdurables y descalifican la impostura.
Quienes tuvieron que ver con la recepción del enviado de The Boston Globe aquí, aquellos que hayan sido, merecen el reconocimiento, porque están cumpliendo bien su trabajo.
Dentro del sector turístico en Cienfuegos, tanto en el plano directivo como en los hoteles u otros sitios del sector, existe gente capacitada e inteligente que sabe cuál es el debido trato a un visitante más interesado hoy día en conocer nuestras costumbres, tradiciones, cultura, arquitectura, pueblo, que los bares y piscinas que poseen por millones en los Estados Unidos o cualquier parte.
La vinculación entre cultura y turismo resulta esencial aquí (y no nos referimos al show nocturno, no). Me pongo en la piel de un viajero norteamericano que pudiera recibir una charla de Irán Millán Cuétara u Orlando García Martínez, el Conservador y el Historiador de Cienfuegos, en orden similar. Son dos fuerzas de la naturaleza, cuyo rango de imantación crece en la medida en que el oyente permanece más tiempo a su lado. El segundo de ellos, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en el territorio, por añadidura posee conocimiento exhaustivo de los Estados Unidos, en cuyas universidades ha enseñado y con cuyos historiadores ha escrito varios libros e intervenido hasta en el guion del filme Amistad, de Steven Spielberg. Ese viajero se enamorará completamente de Fernandina de Jagua al escuchar a ambos y además conocer del extraordinario quehacer cultural acometido por sus respectivas instituciones y su cuerpo de profesionales.
Ese viajero tendrá una mejor idea de quiénes somos si además de acudir a algunos de los espectáculos del teatro Tomás Terry (otro formidable centro de irradiación de cultura dirigido por otro gran intelectual), lo conducen al laboratorio de trabajo de varios de nuestros artistas o asisten a una peña comunitaria de estos relacionada con el universo educacional, para que sepan por qué la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) dice cuanto dice de nosotros. Ese viajero disfrutaría sobremanera una de las excursiones a favor de la historia local promovida por el Proyecto Sendas; e igual agradecería mucho que lo llevasen en Lajas a los sitios de la etapa primera y a la tumba de Benny Moré, Monumento Nacional, como lo mismo a ese análogo inmueble que es la Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua. Quedaría prendado, a no dudarlo, si le contasen las leyendas locales de la Dama Azul y de la India Guanaroca.
No todo de lo anterior se logra hacer hoy día, por diversas causas, objetivas y subjetivas, con peso a veces estas últimas. Cuando pueda hacerse, no solo escribirán loas desde The Boston Globe. El mundo estará abierto, sin barreras, a la Perla del Sur, Patrimonio Cultural de la Humanidad, orgullo de Cuba y objeto de honra de sus habitantes. ¡Amén¡
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