ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Elvia siempre tiene tiempo para compartir con sus alumnos. Foto: del autor

CIEGO DE ÁVILA.— Mis ojos se posaron en Elvia Rosa Rosa el día que Marielkis llegó al hogar más tarde de lo acostumbrado y se ganó el responso de la madre.

—Estábamos visitando las casas de los niños con problemas en el aula, dijo con la verdad a flor de labios.

Sucedió hace dos cursos, cuando comenzaba el séptimo grado en la escuela secundaria básica Onelio Hernández Taño, con un buen claustro de profesores y una labor estable en el proceso docente-educativo, pese a los más de mil alumnos de matrícula.

Interesada, como los demás, en saber quién enseñaría a Marielkis en los inicios de la enseñanza secundaria, la madre —como mu­chos nos propusimos— quería conocer por dentro a Elvia, la negra elegante, de carácter recio, sin sonrisa en el rostro, pero con un corazón abierto, siempre presto a dar.

En la primera reunión fue cautivando y habló de conductas, no de personas. Ya lo imaginaba la madre de Marielkis, cuando revisaba las libretas o le escuchaba a su hija una anécdota o un consejo dado por Elvia.

Después de aquel recorrido, en el que también participaron Marlon, el jefe del grupo Séptimo Dos; Alejandro, Ramirito y Ale­jan­dra, entre otros, la maestra fue a la primera reunión con “conocimiento de causa”, según manifestó ante el auditorio.

—Vengo a hablarles y a oírlos, dijo en aquel encuentro familiar al que asistió casi la totalidad de los padres. Puso una sola condición: Que no estuvieran presentes los niños. “Para ellos habrá otra reunión”, comentó.

“No existen niños malos”, dijo en una parte de la charla. “Cuando un estudiante entra a la escuela con problemas de conducta, busquemos las causas. La mayoría de las veces los niños se comportan así por alguna dificultad o conflicto en el hogar, donde mu­chos son incomprendidos y necesitan la confianza de los padres, porque la de los maestros la tienen”.

Elvia es del criterio de que lo más sencillo en apariencia puede atentar contra el proceso docente-educativo: “Una vez tenía un alumno, rememora, que sacaba bajas notas y, sin embargo, la inteligencia se le notaba en cada palabra, en cada frase”.

En una de las visitas a su hogar vio que había muchas personas que actuaban de modo diferente y no tardó en que el niño le confiara algo muy sencillo en apariencia: “maestra, yo necesito tranquilidad y en mi casa no la tengo y no puedo concentrarme”.

Poco tiempo después, el escenario cambió —Elvia mediante— y en el siguiente trabajo de control de matemática obtuvo el máximo de puntos y mejoró en otras asignaturas, al extremo de ser seleccionado en varias ocasiones niño ejemplar.

Es solo un ejemplo, aunque podría poner otros en su trayectoria de varios lustros frente a las aulas, enseñando a estudiantes buenos y a otros no tan buenos, pero de allí, de su aula, ninguno sale con un pellizco, un reglazo, un regaño o una frase que no enseñe.

Muchos aguaceros han caído desde aquella primera reunión y ya Marielkis y sus amiguitos cursan el noveno grado. La mayoría de ellos sueñan con el décimo, el once y el doce, y después ir a la universidad donde se harán profesionales, y cuando piensan así es porque en ellos está la mano o, mejor dicho, la educación dada por Elvia y por el claustro de profesores de la Onelio Hernández Taño, una de las buenas Secun­darias Básicas, pese al déficit de maestros existentes en la provincia en esa enseñanza.

Ella ve con angustia que algunos padres paguen repasadores en la calle. Ante esa realidad no deja de cuestionarse si será por la falta de confianza en el maestro de la escuela. También rechaza las colectas para los regalos,  los comentarios a la espalda, el uso incorrecto del uniforme, las habladurías que rondan el escándalo en los pasillos, la desconfianza; porque Elvia es así, una educadora en el sentido más amplio de la palabra.

Nació en octubre de 1962, en Manzanillo, provincia de Granma y llegó a Ciego de Ávila en 1998, luego de estudiar la especialidad de Técnico Medio Forestal en Pinar del Río. Después hizo la Licenciatura en Agronomía e impartió clases de biología, física y matemática, acorde con su título de Profesora General Integral.

“En el 2001, afirma, llegué a esta secundaria porque decían que era una de las mejores del municipio de Ciego de Ávila, y eso lo he corroborado en mis 15 años de trabajo. Es una escuela de disciplina y responsabilidades. Siempre hay un maestro frente a los alumnos”.

Profesora-guía del grupo Noveno Dos, “uno de los buenos de la escuela, por la unidad y por los éxitos de los estudiantes, también protagonistas en el proceso docente-educativo.

Hace un corto silencio y añade con voz conmovida: “Cuando tengo un niño con dificultades, siento el problema como mío y me cuestiono si le habré dado la mejor clase o exigido lo necesario, porque si de algo estoy segura, es que no existen niños malos, sino procedimientos inadecuados.

Elvia tiene su propia filosofía y la dice con transparencia: “Me gustan los alumnos a quie­nes otros maestros evitan impartirles clases. Tra­bajar con ellos, ver los cambios, me hace feliz”.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Alberto dijo:

1

18 de diciembre de 2015

08:46:52


"Ella ve con angutia que......". Ese párrafo lo define todo. Esta es una maestra como las que tuve en mis años infantiles y juveniles y como nos formaron en la Escuela Formadora de Maestros de Varadero. Hoy la realidad es otra. Profesionales de la educación como Elvia deben ser reconocidos día a día. Felicidades, Maestra. Saludos, A. RIVERA

david etecsa dijo:

2

18 de diciembre de 2015

10:08:44


Elvia es y será el ejemplo del maestro que tuve en mi primaria, algunos de secundaria y muchos de carrera, es el maestro que fui por algunos años y solo mencionarla aquí constituye un bello homenaje a ella y su labor, no piensen que "Lala" es una ficción, aún quedan y muchos son los maestros que llevan ese sello de enseñar y educar en el alma, que no requieren a cambio de su labor sino un gesto, una sonrisa o tal vez un adiós profe, así mismo es una amiga de CCiego de Ávila que todos conocen como Lili, qué belleza de persona, Lleguen a ella ya Elvia, el homenaje y la felicitación por tanto amor y tanta entrega.

Alfredo dijo:

3

18 de diciembre de 2015

13:08:12


Elvia me recuerda mucho a Maria Wilborg, mi profesora de matemática en el IPVCE: José Martí de Holguín, tenía ese mismo carácter, era muy dificil sacarle una sonrisa, pero la ejemplaridad y el empeño que ponía en sus estudiantes era absoluto, gracias a ella y otras y otros como ella, muchos ya somos profesionales con una buena formación. Gracias por el artículo, ojalá sigamos formando profesores, educadores como Elvia y Wilborg.

Oscar Naranjo Escobar dijo:

4

18 de diciembre de 2015

21:29:33


Me encanta este artículo del periodista Ortelio González Martínez. Te agradezco el merecido reconocimiento que le haces a esta magnífica profesora. En Cuba el magisterio ha sido ejercido históricamente por personas que lo aman de verdad y hay muchos casos como Elvia que merecen darse a conocer. El periodista ha hecho suya la siguiente frase de Martí: "Otros propagarán vicios o los disimularán, a nosotros nos gusta propagar las virtudes" Comparto con todos los educadores y con el periodista estas palabras del teólogo William Ward sobre el profesor: El profesor mediocre, dice El buen profesor, explica El profesor superior, demuestra El gran profesor, inspira ¡Elvia eres una inspiradora!. FELICIDADES A TI Y A TODOS LOS QUE SON COMO TÚ Oscar