Una fructífera puesta al día sobre los principales problemas que afectan a los niños gravemente enfermos, a partir del intercambio sobre las más actualizadas evidencias y guías terapéuticas, constituyó el recién celebrado Simposio de la Emergencia a los Cuidados Intensivos Pediátricos, que contó con la valiosa conducción y experiencia de los eminentes pediatras españoles, doctores Francisco Ruza Tarrío y Juan Casado Flores.
A la cita —organizada por el Departamento Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública, el Grupo Nacional de Pediatría, el Grupo de Trabajo de Terapia Intensiva Pediátrica y la Sociedad cubana de Medicina Intensiva y Emergencias Médicas— asistieron especialistas y algunos residentes de todas las terapias intensivas pediátricas del país.
La posibilidad de contar con la presencia solidaria de los profesores mencionados, quienes son autores del libro de texto de la terapia intensiva en niños que se utiliza en Cuba desde hace años; y con los cuales se mantiene una relación histórica de intercambio académico a partir de la asesoría que brindaran para la creación de las primeras unidades de este tipo en el país, es una oportunidad para nuestros profesionales, comprometidos con mejorar y perfeccionar los resultados de la salud infantil en la Isla.
Precisamente, por la contribución de ambos a la atención del niño grave, el Ministerio de Salud Pública, de manos de su titular, doctor Roberto Morales Ojeda, entregó un reconocimiento a estos profesores, “que han venido sin interés a compartir sus conocimientos, solo con el objetivo de ayudar a la salud pública cubana, para que pueda seguir siendo símbolo de lo que puede hacerse en materia de bienestar”, destacó el ministro de salud.
“Aun con los indicadores que hoy exhibimos, seguimos identificando debilidades que exigen de nuestros profesionales mayor superación. Esta preparación es una respuesta a ello, y demuestra lo que podemos hacer con nuestro más preciado recurso que es el capital humano. Incluso cuando no podamos tener siempre la última tecnología y así ha quedado evidenciado en este curso, el conocimiento y el desempeño como profesionales nos tiene que permitir alcanzar mejores resultados”, expresó Morales Ojeda.
Granma conversó con los dos profesores invitados, quienes coincidieron en la utilidad de encuentros como este para mejorar la calidad de la asistencia pediátrica intensiva, exhortaron a los pediatras intensivistas cubanos a continuar el camino del buen hacer y elogiaron, por ejemplo, la calidad de unidades como las del hospital pediátrico William Soler, la cual visitaron durante su estancia.
Para el doctor Francisco Ruza Tarrío, pediatra especializado en terapia intensiva y catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, quien visita Cuba por sexta ocasión, dentro del ámbito pediátrico las unidades de terapia intensiva son una pieza clave “para poder salvar la vida de esos pocos casos, afortunadamente, en los que o se toman medidas muy excepcionales o el niño fallece. En ese aspecto Cuba ha tenido un desarrollo admirable, ya desde finales de los años 70, donde se había hecho la promoción general de las primeras unidades intensivas pediátricas del país, que en la actualidad siguen un ritmo de modernización y actualización muy encomiable”, dijo.
El experto subrayó que en cuanto a la asistencia el eje fundamental es el niño o niña. “Lo primero que tiene que definirse bien es la exploración y el criterio clínico, preguntar qué ha pasado, mirar, e ir al problema”.
“Es tal el desarrollo de la tecnología que ha absorbido la atención de todos, y fundamentalmente de las nuevas generaciones de médicos, maravillados ante los extraordinarios y muy positivos avances tecnológicos, que permiten tener una información que hace 30 años no soñábamos tener. Pero puede ser una atracción fatal, pues el aparataje, la información en tiempo real, pueden desviar la atención de lo que es la esencia de la especialidad. Ello es la atención a un niño gravemente enfermo, que es una persona, no una máquina; y en el cual hay que tener en cuenta que está sufriendo, en un ambiente en principio hostil, por más que intentemos humanizar el hospital”.
Por su parte, el profesor titular de pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Casado Flores, subrayó que “la familia tiene un papel fundamental en la salud de los niños. Los médicos tienen el papel de la curación, pero la familia tiene que hacer la prevención de las enfermedades prevenibles. Pero también cubrir afectivamente a sus niños. Es muy importante porque para curarse no solo se necesita cirugía, fármacos, hospitales, sino ganas y para eso los niños tienen que tener afectivamente cubiertas sus necesidades”.
Porque más allá de los cuidados intensivos pediátricos, señaló, la familia puede hacer varias cosas para la salud de la población infantil: “cubrirles afectivamente sus necesidades, lo cual no va en detrimento de una correcta educación; nutrirles adecuadamente de forma equilibrada con aguas y no colas; y en ese sentido subrayo la importancia de la lactancia materna que protege contra las enfermedades; darle al niño ejercicio físico, y proveerles de un espacio de juego. Duermen y estudian más, sacan mejores notas y se deprimen menos, porque los niños también se deprimen y tienen ansiedad; y por último cumplimentar el programa de vacunas”.



















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Yudisleidis Rivera dijo:
1
23 de noviembre de 2015
13:34:12
Evelia Estrada Aguero dijo:
2
26 de noviembre de 2015
10:54:50
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