La llegada de septiembre marca un periodo crucial en los preparativos industriales de la próxima zafra. Dirigentes y trabajadores coinciden en lo vital que es poner énfasis en los centrales señalados para abrir la molienda.
El análisis y los estudios que hiciera —ingenio por ingenio— el grupo Azcuba y los resultados obtenidos, devienen modelo para enfrentar las debilidades y disminuir el tiempo perdido en las unidades más críticas.
Cierto que en este punto se observan, desde pasadas zafras, alentadores avances, aunque resta buen tramo por andar hasta convertir en realidad la aspiración y los planes de cada unidad azucarera.
Parejo a los insumos disponibles se labora en la calificación y adiestramiento del personal encargado de operar las fábricas y hacerlo con la mayor eficiencia posible. No menos importante es completar, con tiempo, las fuerzas en áreas determinantes allí donde existe déficit del llamado capital humano y evitar las improvisaciones.
El éxodo de trabajadores que han pasado a otros sectores no se comporta igual en todas partes y ese es el gran reto que deben enfrentar y vencer los más perjudicados al perder técnicos y personal calificado.
De esta cruzada no escapan los jefes sin la preparación necesaria para impedir las tan perjudiciales interrupciones operativas, esas que, por lo general, ocurren por falta de exigencia, indisciplina tecnológica o fallas en el equipo bajo su mando.
Entre septiembre y comienzos de noviembre deben quedar listos, con preferencia, los primeros centrales que producirán azúcar tras someterse a un minucioso examen y recibir el visto bueno de los especialistas de Azcuba.
No por casualidad los más eficientes y cumplidores ingenios tienen en su nómina una fuerza estable. Citemos solo dos ejemplos: el espirituano Uruguay y el cienfueguero 14 de julio. Otros como el tunero Antonio Guiteras, que retomó en la zafra anterior sus días de gloria, se empeña en asumir de nuevo el liderazgo azucarero del país.
En una zafra azucarera, para las reparaciones hay que tener en cuenta lo hecho en la contienda anterior en áreas determinantes como la generación de vapor y la planta moledora.
Las evaluaciones globales no siempre reflejan la verdad de lo acontecido y la influencia que tuvo esto en el tiempo perdido. Por eso es inteligente huirle a los promedios en que a veces los centrales eficientes encubren la ineficiencia de otros.
No por casualidad el ya fallecido profesor e investigador Alfredo Menéndez calificó la zafra azucarera como un tablero de ajedrez donde “cada movimiento de una pieza decide”.
Nunca como ahora es imprescindible aprovechar al máximo, durante el proceso fabril, la caña que se tiene y cerrarle el paso al tiempo perdido, uno de los causantes de la baja eficiencia.
La inestabilidad, con sus altibajos en el proceso, es enemiga grande del rendimiento industrial. De ahí la importancia de cumplir la conocida molida horaria (llevar al tándem las arrobas que fijan las normas para ese tiempo) aliada de la eficiencia y la cual contribuye a que la materia prima recibida en el basculador sea de calidad.
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alejandro dijo:
1
27 de agosto de 2015
07:30:08
Yuly dijo:
2
27 de agosto de 2015
08:47:56
Carmina dijo:
3
27 de agosto de 2015
12:28:56
Eloy dijo:
4
27 de agosto de 2015
22:00:37
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