
CAMAGÜEY.—Tildado como demasiado ambicioso por algunos y sumamente prometedor por otros, lo cierto es que en sus cuatro años de aplicación el Proyecto de Articulación Agroecológica ha dejado una huella indeleble en las maneras de actuar de productores y decisores para bien del desarrollo agrario local.
Auspiciado por la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF), con el cofinanciamiento de la Unión Europea, Hivos, Cosude y el Ministerio de la Agricultura, el programa se implementó de manera piloto desde el 2011 en cinco unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) del país.
La experiencia abarcó a los municipios de Las Tunas, Camagüey, Ciego de Ávila, Cienfuegos y Bejucal, con el objetivo de facilitar el diseño y la adopción de alternativas sostenibles, desarrolladas sobre bases agroecológicas, que contribuyan al incremento de la autosuficiencia alimentaria.
Quizá, por primera vez en Cuba, se pretendió demostrar que la agroecología no es solo aplicable, como ha ocurrido hasta ahora, en la pequeña finca o parcela, sino que puede ser implementada también, a través de un riguroso proceso de reconversión, a una escala mayor, en este caso las UBPC.
Se trata, ni más ni menos, de una propuesta de desarrollo agrario ambientalmente amigable, económicamente rentable y socialmente justo, enfocada al fortalecimiento de la soberanía alimentaria local, para lo cual es necesaria la articulación coherente entre los actores que intervienen en la cadena productiva.
SEMBRAR, SOBRE TODO, IDEAS
“Como todo modelo que se propone, no es perfecto”, aclara Mario González Novo, director nacional del proyecto, quien insiste en que sí se están creando las bases para comenzar a ejecutar acciones de reconversión, como ya se está tratando de hacer en algunas provincias con sus propios recursos.
“No es este, asegura el especialista, un proyecto de ferretería, es decir, que va repartiendo solo recursos por las unidades, sino que como parte del programa nacional de la agricultura urbana y suburbana se propone sembrar ideas novedosas y plantear modelos diferentes de gestión”.
Explica González Novo que la esencia del proyecto es transformar poco a poco la mentalidad tradicionalista de los trabajadores agrícolas, que se abandone el monocultivo para dar paso a la diversificación agropecuaria y existan otras alternativas de producción dentro de las propias unidades.
Para llevar a cabo tales propósitos, su esquema funcional concibió la generación de habilidades y el acceso a la información y el conocimiento, el suministro de recursos materiales, metodologías y tecnologías agroecológicas, y la socialización de las mejores experiencias entre los productores y decisores de cada localidad.
“El reto, comenta González Novo, ha sido grande, sobre todo en materia de sensibilización y motivación, pues hemos tenido que enfrentar mucha resistencia ante el cambio de modelo productivo y apelar a que las personas implementen las acciones por convicción, no inducidas de forma obligatoria”.
UNA LUZ PARA LA PRIMERO DE ENERO
Ubicada en las afueras de la ciudad de Camagüey, la UBPC Primero de Enero ha vivido literalmente de la cosecha del mango desde su creación en 1995, por lo que resulta fácil suponer cuántos contratiempos habrá atravesado para subsistir en medio de un panorama económico-financiero nada favorable.
“Hoy la situación es otra”, subraya González Novo, quien ratifica que el proyecto se puede retirar y ese colectivo camina solo: “Ya la semilla está sembrada y comienza a dar sus frutos. La Primero de Enero es un ejemplo de todo lo que se puede hacer en aquellas unidades que rodean las grandes ciudades”.
En ello coincide Lissette Olivera Lavastida, coordinadora del proyecto en Camagüey: “Antes los trabajadores se conformaban con obtener sus ingresos a partir de los picos productivos en la cosecha del mango. Ahora saben que hay otras formas de mejorar y lo han incorporado al quehacer cotidiano de la cooperativa”.
“Tales transformaciones hacia lo interno, puntualiza la especialista, aunque lejos aún de los resultados finales que de ellas se esperan, han repercutido en un mayor sentido de pertenencia, en el mejoramiento de las condiciones laborales y en una notable incorporación de las mujeres a las labores productivas”.
El primer convencido de la necesidad de cambiar es su administrador, Oscar Ramírez Falcón, por lo que junto a su equipo de dirección y el apoyo de los 68 asociados, se apresta a extender la experiencia a las 27 fincas con que cuenta la UBPC, cuya esencia está en trabajar con mayor organización y disciplina tecnológica.
“Aunque el mango, por ahora, se mantiene como nuestra principal producción, poco a poco aparecen nuevas fuentes de ingreso: tenemos sembrados campos de guayaba y de piña, se intercalan otros cultivos, contamos con un vivero de frutales y en las plantaciones de más de 30 años se crían carneros”.
Refiere Ramírez Falcón que a través del proyecto se han establecido vínculos muy efectivos con los servicios técnicos de la localidad: “A modo de ejemplo, se hizo un estudio de los suelos de la cooperativa, que son muy malos, y hoy contamos con precisiones sobre qué debemos sembrar y qué resultados se pueden esperar”.
“Esto representa una ventaja, agrega, pues también disponemos de recomendaciones específicas de los servicios veterinarios, de sanidad vegetal y de pastos y forrajes, entre otros, lo que permite hacer un uso racional de los recursos naturales disponibles e introducir la producción de insumos biológicos”.
Como parte del Proyecto de Articulación Agroecológica, la UBPC Primero de Enero se benefició, además, con sistemas de riego para 20 hectáreas, el techado de la nave de acopio y clasificación, la remotorización del tractor de la entidad, dos motosierras y un aula para la capacitación de los productores.
“Todos estos recursos y su adecuado empleo, sostiene el técnico integral Orestes Torres González, inciden de manera favorable en una mejor gestión, lo que se refleja en el incremento de los rendimientos agrícolas, la productividad y los ingresos de los trabajadores”.
En fecha no lejana (está en avanzada fase constructiva) contarán también con una minindustria para la elaboración de pulpas, conservas y encurtidos, a partir del máximo aprovechamiento de los volúmenes de cosecha, buena parte de los cuales se pierden ante la falta de procesamiento oportuno.
CUANDO EL PROYECTO SE VA…
Concluido el periodo de aplicación del Proyecto de Articulación Agroecológica, es responsabilidad de los decisores municipales establecer y fortalecer un equipo de trabajo capaz de sostener en el tiempo las acciones implementadas, las que demostraron ser viables y de mucha utilidad práctica.
“Esa es la gran debilidad de los proyectos que se ejecutan en el país: el poder mantenerlos una vez concluya el financiamiento externo. Lastimosamente es así como sucede, por lo que lo vital ahora es crear las condiciones para continuar el trabajo y no se pierda tanto esfuerzo”, reconoce Mario González Novo.
Aunque no se cuente con el mismo respaldo logístico, resulta imprescindible, por tanto, avanzar en el proceso de reconversión agroecológica y difundir las mejores experiencias, todo lo cual servirá de base para gestionar nuevos recursos financieros como parte de los programas de desarrollo local, dirigidos al autoabastecimiento territorial.



















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Ramon dijo:
1
3 de junio de 2015
19:24:09
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