TRINIDAD, Sancti Spíritus.—La historia del enfrentamiento a las bandas contrarrevolucionarias que entre 1959 y 1965 plagaron al país de terror se encuentra a buen recaudo en un viejo convento trinitario que desde hace tres décadas acoge el Museo Nacional de Lucha Contra Bandidos, una suerte de guardián contra el olvido en el centro histórico trinitario, visitado cada año por miles de turistas nacionales y extranjeros.
La instalación, antiguo convento de monjes franciscanos, fue rehabilitada en el contexto de las festividades por el medio milenio de Trinidad y hoy exhibe sus mejores galas a propósito de la inminente celebración de los 50 años de la victoria sobre el bandidismo, una modalidad terrorista gestada, financiada y dirigida por la CIA contra la naciente Revolución, que según fuentes bien documentadas costó a Cuba cientos de vidas humanas, incluidos muchos civiles indefensos, y daños materiales por más de 1 000 millones de pesos.
En sus cinco salas permanentes de exposición el museo muestra la participación en los hechos de las Brigadas Universitarias José Antonio Echeverría, los antecedentes de la Lucha Contra Bandidos, las personalidades que sobresalieron en aquellos hechos, las cuatro etapas en que se desarrollaron los acontecimientos y una impresionante galería con los mártires de aquella gesta.
En su patio interior el museo exhibe dos piezas que en buena medida devienen símbolos del enfrentamiento: una lancha pirata tipo Fórmula, de las usadas lo mismo para la realización de incursiones terroristas contra nuestro país que para entregar alimentos, armas y vituallas a los bandidos, y un camión GAZ 63, de tecnología soviética, empleado para el traslado de los milicianos en las zonas montañosas.
Inaugurado por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, uno de los más insignes combatientes de la epopeya escambraica, el Museo Nacional de Lucha Contra Bandidos no solo constituye un espacio de incuestionable atracción turística, sino también un centro de referencia para historiadores e investigadores movidos por el interés de profundizar en el tema.
Vinculadas con el centro también se encuentran dos dependencias externas de considerable valor: las casas-museos ubicadas en Limones-Cantero y en la finca Masinicú, que rinden tributo al maestro alfabetizador Manuel Ascunce y al campesino Pedro Lantigua, y al combatiente de la Seguridad del Estado Alberto Delgado, respectivamente.
Aunque el bandidismo se extendió a todas las provincias cubanas, incluido el sur de la capital, sin dudas la mayor y más duradera concentración de estos grupos irregulares se localizó en el centro del país, específicamente en las llamadas montañas del Escambray, hacia donde fue preciso movilizar miles de milicianos y combatientes del otrora Ejército Rebelde y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.



















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E.Silvano dijo:
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23 de mayo de 2015
06:43:44
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