Dirigido a sensibilizar a la sociedad cubana en su relación con la población de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (Lgbti) en los entornos laborales, la VIII Jornada contra la Homofobia y la Transfobia iniciada el 5 de mayo y que se extenderá hasta el 23 venidero, ha devenido momento propicio para el análisis, intercambio y concientización de los espacios donde más abunda la vulnerabilidad y discriminación por orientación sexual o identidad de género.
Federico Graña, director nacional de promoción del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, insistió en la necesidad de que las naciones sigan colaborando de manera conjunta en aras de aunar esfuerzos y potenciar una educación más inclusiva.
“Esta es una jornada de actualización sobre lo que hemos estado haciendo en nuestras regiones y más allá de los discursos o ponencias, la construcción de la solidaridad se hace con práctica política concreta: ahí es donde procuramos trabajar para ir fortaleciendo el intercambio y la cooperación Sur-Sur que nos hace cada vez más independientes”.
“Es la segunda vez que participo en esta jornada, y más allá de ella, como uruguayo aprecio mucho a Cuba. Tenemos que aprender mucho de esta nación en lo que respecta a los derechos a la salud de las personas transexuales, para lo que hemos procurado potenciar intercambios y habilitar cursos y encuentros”, agregó.
El trabajo que ha desarrollado Cuba en materia de defensa de los derechos de las personas Lgbti, la igualdad de condiciones de todos y todas, y el firme compromiso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en el camino hacia el alcance de una sociedad que respete la diversidad, fueron algunos de los factores que Graña señaló como destacables en la lucha que durante este tiempo ha desarrollado la Isla.
Sobre el espacio laboral, centro temático de la jornada, comentó que si bien es uno de los más vulnerables, también están otros como el plano familiar o el escolar que deberían ser observados.
La población Lgbti tiene varios ámbitos en los cuales son vulnerables. “En el caso de la identidad de género y de las personas transexuales, por lo menos la costumbre o hábito como construcción cultural es la del rechazo o la exclusión total en muchos espacios”, aclaró.
“La familia es una zona vulnerable porque muchas veces las personas con identidad de género diferente de la biológica son expulsadas del hogar; los centros educativos lo son para la adolescencia porque aunque no sean expulsados oficialmente, en la práctica es un ámbito que posibilita el acoso, la violencia verbal y hasta la física, generando que se tornen espacios insostenibles; y en el caso laboral, mundialmente, a las personas transexuales les es muy difícil acceder a cualquier trabajo que no sea el del comercio sexual”.
Sobre esto último, el director nacional de promoción del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay explicó que muchas veces el habitar una identidad de género diferente a la biológica hace que estas personas “sean condenadas al comercio sexual ya que no es una opción que se elige libremente, sino una circunstancia que termina influyendo en la condición económica al estar excluidas de los otros espacios”.
De acuerdo con Graña, con los gays y lesbianas sucede lo mismo, sobre todo cuando se murmura sobre su orientación o se descalifica su desempeño laboral.
“Lo primero que viene a la mente de la sociedad cuando estas personas cometen un error laboral es que se debe a su orientación sexual. Algunas veces lo expresan a través del insulto verbal, otras a sus espaldas, o lo más radical es que acontezcan escenas de violencia física”, manifestó.
“Este tipo de actos lo que hace es coartar la libertad de estas personas, y si bien los sindicatos tienen el rol de asegurar los derechos de trabajadores y trabajadoras, deben asumir también el respeto a la igualdad de valores de las personas de diversidad sexual”, dijo.
Graña enfatizó el papel que en este sentido ha desarrollado Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), en este batallar contra la discriminación por orientación sexual o identidad de género en los diferentes espacios y con énfasis en los laborales.
Los espacios de debate y la discusión en los diferentes ámbitos adquieren valor supremo porque “aunque exista una aprobación desde el punto de vista legal, refiere, los malos hábitos, prejuicios, o maneras de dirigirnos a una persona u otra, si no se combaten con demostraciones científicas que expliciten que son erróneos, son muy difíciles de transformar en la práctica cotidiana”.



















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