ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Dibujo que reproduce a Martí, Gómez y Maceo durante la reunión, en la que abordaron importantes aspectos sobre el desarrollo de la guerra. 

“[…] seguimos, a otro rancho fangoso, fuera de los campamentos, abierto a ataque. […] Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos”. Finalizaba la jornada del 5 de mayo de 1895, considerada una de las más enigmáticas de nuestra historia, y José Martí, sobre su tabla de palma y bajo la luz de un candil, estampaba en su diario el relato lamentable de una entrevista que —con frecuencia— ha sido idealizada: calificada como la reunión donde Maceo, Gómez y Martí acordaran la organización y estrategia para la revolución y reconocida como última oportunidad en que los tres grandes coincidieran. Ni lo uno ni lo otro.

Sí se trató de un encuentro largamente deseado. En el propio cuaderno de campaña martiano, el 26 de abril, hallamos evidencia de que había escrito a Antonio para acordar la cita. Días después, se dolería: “[…] alegando operación urgente, no nos esperará”. Gómez corroboraría en su diario: “No he­mos podido vernos con el General Antonio Maceo pues ha sa­lido en operaciones”.

El 3 de mayo, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano le patentiza abiertamente su desilusión al “General y amigo” Antonio. Insiste en convocarlo: “Un pesar verdadero he tenido aquí […]: no hallarlo. Nada daña a lo público, porque su alma generosa y su clara mente lo moverán siempre a hacer cuanto requiere el servicio rápido, y la marcha inmediata y unida, sin trabas innecesarias, de los rodajes de la revolución. […] ¿cuándo lo veré?” Le adelanta: “Ante la Asamblea depondré, ya en esta nueva forma, la autoridad que ante ella cesa. Y ayudaré a que el gobierno sea simple y eficaz, útil, amado, uno, respetable, viable. Va la citación”.

¿A qué se refería? En primer término, a su aspiración de establecer un gobierno civil articulado a la jefatura militar de la guerra, sin subordinarse, pero sin subordinarla; una república en armas votada en asamblea por representantes de todo el pueblo cubano revolucionario; por hombres elegidos, no designados. Significaría garantía para el sostén de los valores democráticos que había venido sembrando, para el equilibrio deseable entre los elementos convocados y la preservación del movimiento de excesivos caudillismos o civilismos, que tanto atentaran contra las contiendas cubanas previas y dañaran an­tes las “repúblicas feudales o teóricas de Hispano-Amé­ri­ca”. Constituir legítimamente la república, además, haría factible que Cuba pudiera ser reconocida, a nivel internacional, como nación independiente. El Generalísimo había concordado con esas ideas y, en consecuencia, plasmado su firma en el Manifiesto de Montecristi, donde ya se esbozaban.

En segundo lugar, el mensaje martiano aludía a la convocatoria dirigida por ambos —Gómez y Martí—, para elegir representantes a la asamblea que pretendían realizar de inmediato, y donde, de ser necesario, cesaría en su responsabilidad de Delegado.

Existía, desde luego, otro delicado motivo para la conversación. Urgía borrar ciertas aprensiones que adivinaba por lo ocurrido a raíz de la preparación de la expedición del Honor, en la que Antonio debió subordinarse a un militar de inferior graduación, Flor Crombet. Este se había comprometido con traer los hombres desde Costa Rica por la cantidad de 2 000 pesos oro, cifra que Maceo considerara insuficiente, aunque era la que podría ofrecerle el Partido. Esa decisión, que Antonio debió acatar —y que implicaría aportar de su propio peculio—, agravaría viejas rencillas con Flor, y, al propio tiempo, alimentaría resquemores respecto a la actuación del Delegado. Era asunto que reclamaba aclaración.

Así, se han podido suponer con certeza estos entre los puntos que querrían tratar. Y lo logran. El 4 de mayo Martí dirige al Titán una entusiasta misiva: “Al fin lo vamos a ver”. Parten raudos al amanecer del 5 y el General Antonio les sale al encuentro. Van a La Mejorana, donde se organiza el festejo. Todo lo anota Martí en su relato del día. Hasta recuerda sensualmente a la mujer que, de “seno abierto y chancleta”, les ofrece aguardiente verde en la mesa del almuerzo. El diario martiano registra la tensión, que aumenta: “Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes, —y una Secretaría General:— la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército, como secretaría del ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación […] Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante. Lo veo herido —‘lo quiero— me dice —menos de lo que lo quería’—por su reducción a Flor en el encargo de la expedición, y gasto de sus dineros. Insisto en deponerme ante los representantes que se reúnan a elegir gobierno. […] él mandará los cuatro de Oriente: ‘dentro de 15 días estarán con Uds. —y serán gentes que no me las pueda enredar allá el Doctor Martí’—. En la mesa […] vuélvese al asunto: me hiere, y me repugna: comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marcar de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo, rudo: el Ejército, libre, —y el país, como país y con toda su dignidad representado. Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierta, en la prisa de Maceo por partir”.

¿Podría caber alguna duda en torno a lo ocurrido? Martí detalla, incluso, la discusión a puerta cerrada. No hay concilio en La Mejorana. Cada uno se mantiene firme. Gómez, al parecer, a favor de los criterios martianos. Se separan disgustados y acampan en la zona. Martí cuenta que, mientras los Maceo se retiran a su acantonamiento cercano —del Hondón de Majaguabo—, ellos siguen “con la escolta mohína; ya entrada la tarde […] sin rumbo cierto”. Anota el Generalísimo: “[…] nos condujo a las afueras de su campamento, en donde pernoctamos solos y desamparados, apenas escoltados por 20 hombres bisoños y mal armados”.

El 6 de mayo, en cambio, les depararía experiencias satisfactorias: el desagravio del Titán y un nuevo diálogo. Gómez testifica: “[…] al marchar rumbo a Bayamo, confusos y abismados con la conducta del General Antonio Maceo, tropezamos con una de las avanzadas de su campamento de más de dos mil hombres y fuerza nos fue entrar. El general se disculpó como pudo, nosotros no hicimos caso de las disculpas como no habíamos hecho del desaire y nuestra amarga decepción de la víspera quedó curada con el entusiasmo y respeto con que fuimos recibidos y vitoreados por aquellas tropas”.

Las hojas correspondientes a esta jornada —de la página 28 a la 31 del original— faltan al cuaderno martiano. No obstante, en carta posterior a Carmita Miyares, Martí también reseña: “¡Qué entusiasta revista la de los 3 000 hombres de a pie y a caballo que tenía a las puertas de Santiago de Cuba!”. Gómez precisa más: “Dos horas después continuamos marcha”. ¿Qué ocurriría en ese lapso? La tradición popular lo sugiere: a cualquier visitante, los lugareños le señalan el lugar donde conferenciaron los tres generales a la sombra de un bosquecillo de tamarindos. ¿Podría presumirse que únicamente entonces alcanzaron el concierto atribuido a La Mejorana? Por demás, lo comprometido de los aspectos estratégicos que debieron abordarse representaría motivo suficiente para que las páginas del cuaderno martiano, donde quizás se refirieran, fueran arrancadas —por el mismo Martí o Gómez, tras la muerte del Apóstol— con el fin de salvarlas de ojos indiscretos.

Lo cierto es que en el relato martiano del 7 de mayo se produce un evidente cambio de tono: recupera el ánimo y las menciones subsiguientes a Antonio no dejan entrever resentimiento. La citada carta a Carmita trasluce la concordia alcanzada: “Se entrará pronto en todas partes, a la vez, en las operaciones más activas que permite ya […] la ordenación, entusiasmo y agresión continuas”.

Maceo reconocería con sencillez y nobleza, en misiva al general Bartolomé Masó: “[…] si bien es verdad que a la llegada del general Gómez y Martí, creía un lujo prematuro la formación de gobierno, también lo es que lo crea hoy de imperiosa necesidad […] que pide la gente”. Especialmente, admitiría ante Gómez que la entrevista de La Mejorana le dejó una impresión “gratísima”: “[…] no seré yo el que niegue por haber vislumbrado con la llegada de Uds. días venturosos en el horizonte de la Patria […]”.

Parecía legitimar Antonio la versión tradicional, de reunión en La Mejorana apacible y consonante, lo cual contradiría, de plano, los testimonios de sus otros participantes.¿Grata esa entrevista? Solo que el Titán estimara el rencuentro posterior, en su muy cercano campamento, como continuación conclusiva —que debió serlo. Al cabo, se impone reconsiderar ese otro escenario como imprescindible para aquella conciliación histórica: el Hondón de Majaguabo espera por tal dignificación. ¿Y la magna cita, entonces, por nuevo bautizo? ¿Reunión de “La Mejorana-Hondón”?

*Investigadora del Centro de Estudios Martianos.

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Daniel Noa dijo:

1

5 de mayo de 2015

08:59:48


En esos próceres de nuestra Patria se aprecia el valor de conceptos como la unidad, la verguenza, el respeto mutuo, la firmeza en las convicciones pero la flexibilidad necesaria en el diálogo para la acción. Se niega de plano el odio y se instituye el amor y la confianza. Se aprecia el espíritu de sacrificio y la modestia personal presente en los grandes hombres y el peso de esos valores para infundir confianza y esperanza en las filas de los seguidores. Ya desde entonces se vislumbra cómo debíamos ser gobernados, cómo debíamos gobernarnos nosotros mismos.

marco dijo:

2

5 de mayo de 2015

09:50:23


muy oportuno su comentario, sobre esta parte de la historia muy tergiversada, no obstante soy del criterio, que en su trabajo pudo usted abordar como forma de esclarecer aun más este hecho historico, el porqué de la posición del General Antonio, que tiene su génesis en todos los problemas que causó el gobierno, durante la Guerra de los Diez Años, Maceo, temía se repitiera todo el actuar nefasto del gobierno, sobre todo su influencia negativa en el desarrollo de las acciones militares, que tanto daño causó en la guerra grande, la posición inicial de Maceo obedece a una realidad vivida por el como militar y de la cual el propio Gomez también fue victima en su momento, pero como hombre grande que fue supo subordinar sus criterios personales al interés mayor, La Patria, razón entre otras que llevara a Martí un hombre de letras a afirmar que... en cuanto a Maceo hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene tanta fuerza en la mente como en el brazo... muchas gracias por su esclarecedor comentario.

Jose R. Oro dijo:

3

5 de mayo de 2015

10:17:40


Buen articulo. Lo importante es representar la historia lo mas objetivamente posible, como pasaron las cosas, no como deseariamos que hayan pasado. Es necesario que nuestros proceres sean humanizados (ni deificados, ni demonizados), como debe pasar con cada personalidad en la Historia.

Jorge Candebat Soto dijo:

4

5 de mayo de 2015

16:00:49


Quien duda de la lealtad de nuestro Titan de Bronce a la causa de la Patria, siempre estuvo donde hizo falta y sin contenplaciones, dió mucho y su vida por una causa generosa y que por ser tan generosa muchos no quisieron o apoyaron, por sus rasgos humildes, ya la traicion a La Patria comenzaba a dar sus pasos firmes y Nuestro Apostol y Maximo Gomez ya lo veian , ya despues de la muerte de nuestro Martí y nuestro Titan la Guerra estaba perdida, es digno que se hable de eso no para crear división pero si para comprender porque nuestro Comandante en Jefe tuvo que desde el inicio de la Segunda Guerra Grande la del Centenario del Apostol actual muy inteligente para que esta triunfara y finalmente nuestros tres Generales pudieran descanzar en paz, los tres Generales de La Mejorana junto a nuestro Comandante han sido hasta hoy las personalidades cubana que mas han dado de si a la unica Revolucion cubana que empezo con la definicion de los primeros rasgos de cubania hasta los dias de hoy, porque la revolucion esta en pie, el arma mas fuerte que podemos emplear para que perdure el pensamiento Martiano y el espiritu indoblegable de entrega a la causa de nuestro Titan es la lealtad a ellos,Gracias

eliecer ramirez dijo:

5

6 de mayo de 2015

05:45:27


esa actitud,me recuerda,la amistad de camilo y el che,y el dia,que camilo,metoco con un periodico,en la cabeza,frente a radio rebelde,enero de 1959.

Roberto Gómez dijo:

6

6 de mayo de 2015

08:36:45


Las cuatro páginas que faltan en el Diario martiano correspondientes al día 6 de mayo han sido fuente de especulación sobre lo ocurrido allí en La Mejorana. Ramón Garriga, quien en su condición de ayudante de Martí, había tenido la custodia del documento, declaró posteriormente que se lo había entregado completo a Gómez. Puede que conocer su contenido daría más luz sobre lo allí debatido… ¿O tal vez no? Tal vez como reflexiona el historiador Rolando Rodríguez: “Después de todo, casi no se trataba de que ellos hubieran elegido la empresa, sino que la empresa los había elegido a ellos, porque dada su índole descomunal, ciclópea, para ella se necesitaba de leones, y los leones no acarician.”