
"...Cuando uno está en un acto revolucionario y se moja o coge sol, a uno no le importa lo que pueda suceder después, lo que le interesa más que nada es dar el respaldo a la Revolución, que es con lo que uno debe estar, ahora y después, para que vean aquellos que no quieren darse cuenta, que aquí se luchará…”1.
Esas fueron palabras de Eduardo García Delgado, joven que, con 23 años de edad, formaba parte de un grupo de artilleros de Ciudad Libertad, antiguo aeropuerto de Columbia, que fue sede del Estado Mayor General del Ejército de la tiranía. Él quedaría grabado en la historia de nuestras luchas, como el joven que, aun al borde la muerte, reafirmaba su confianza eterna en la Revolución.
Poco después de las 5:30 a.m del 15 de abril de 1961, aviones B-26 camuflados con las insignias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias bombardeaban sorpresivamente los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba.
Como reseña la historia, el objetivo de estas acciones no era más que destruir la poca aviación y armas de combate con las que contábamos, y cuestionar nuestra unidad haciendo creer, a la opinión pública internacional, que se trataba de una rebelión interna en nuestra patria. Para ello, habían concebido que uno de los aviones aterrizara en Miami corroborando la idea de la contrarrevolución.
Las acciones no tuvieron el final deseado para el imperialismo. Como dijera Fidel en las honras fúnebres de las víctimas de este acontecimiento al día siguiente, “en cada uno de esos puntos los hombres se defendieron heroicamente, en cada uno de esos puntos corrió la sangre valerosa de los defensores, en cada uno de esos puntos hubo miles y cuando no cientos y cientos de testigos de lo que allí ocurrió”2.
Como declarara el Comandante en Jefe, este acontecimiento mostraba, quizá con más claridad que ningún otro hecho de los ocurridos hasta hoy, lo que es el imperialismo. “El ataque de ayer costó siete vidas heroicas, tuvo el propósito de destruir nuestros aviones en tierra, mas fracasaron, solo destruyeron tres aviones, y el grueso de los aviones enemigos fue averiado o abatido”.
En Cuba no había ningún motín antirrevolucionario, había jóvenes como Eduardo García, que, al borde de la muerte y sin siquiera concebirlo, al escribir con su propia sangre el nombre de Fidel, sería de esos defensores que escribía la verdadera realidad de Cuba y ponía en entredicho al imperialismo.
[1] Periódico Granma, 15 de abril de 1963, fragmento de la carta de Eduardo García Delgado enviada a su compañera y amiga Caridad Llerandi, fechada el 19 de julio de 1960.
[2] Discurso pronunciado por Fidel en las honras fúnebres de las víctimas del bombardeo, efectuado en 23 y 12, frente al cementerio de Colón, el día 16 de abril de 1961.



















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Dino dijo:
1
15 de abril de 2015
10:26:54
Dino dijo:
2
15 de abril de 2015
13:38:56
Tapir Rick dijo:
3
15 de abril de 2015
19:33:47
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