SANTIAGO DE CUBA.—La Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo Grajales, sirvió de escenario idóneo para el cálido recibimiento tributado a 16 colaboradores de la salud santiagueros, que como dignos hijos de la tierra del Titán de Bronce, cumplieron su misión en el enfrentamiento al ébola en Sierra Leona y Liberia.
Mucho más emotivo resultó el encuentro, porque ninguno imaginó que junto a sus familiares; al primer secretario del Partido en La provincia, Lázaro Expósito, y al presidente del Gobierno en el territorio, Reinaldo García, recibirían el fuerte abrazo del luchador antiterrorista y Héroe de la República de Cuba, Antonio Guerrero.

Previo al reconocimiento tributado en el Salón de los Vitrales, todos acudieron ante la llama eterna del recinto, para depositar una ofrenda floral en homenaje a Maceo, cuyo legado sirvió cada día de acicate en el cumplimiento de la difícil misión asumida en tierras africanas.
“Su actitud marcó a la humanidad, dejó huellas en todos los pueblos del mundo, y además de ejemplo llenan de orgullo a nuestro sector”, dijo el director provincial de Salud, doctor Gustavo Frómeta, en las palabras de bienvenida a los ocho médicos e igual número de licenciados en enfermería, pertenecientes a seis municipios.
En representación de ellos el doctor Emiliano Sosa de la Cruz, pediatra del municipio de Segundo Frente, esbozó las difíciles condiciones en que debieron desempeñarse, y afirmó que lo fundamental fue poner bien en alto la calidad humana, y la preparación profesional y científica del sistema de salud cubano.
En las palabras centrales, Lázaro Expósito Canto destacó que la labor desarrollada en África, frente a una enfermedad realmente mortal, constituye una alta expresión de los valores del pueblo cubano, de cómo estos dignos hijos de la Patria supieron honrar a la medicina cubana y a su pueblo.

Posteriormente, con la modestia característica de nuestros Cinco Héroes, Antonio Guerrero Rodríguez conversó con los colaboradores internacionalistas, elogió su determinación de dejar la familia y el hogar, para asumir esa altruista y riesgosa misión, que de tanto aliento sirvió para ellos en la prisión.
Sin dudas así lo reflejaban todos en los ojos, y especialmente los licenciados en enfermería Urmides Muestelier y Reinaldo Hernández, quienes no dejaba de apretar a sus pequeñas hijas de uno y dos años, lo expresaban el suspiro de los familiares, y particularmente el corazón de Danny, al recibir con sus casi nueve meses de embarazo a su esposo, el doctor Erdin Santiago.



















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sonia dijo:
1
13 de abril de 2015
08:23:40
Karelia dijo:
2
13 de abril de 2015
10:48:59
wilber dijo:
3
13 de abril de 2015
12:01:15
Pedro Reyes Roldan dijo:
4
13 de abril de 2015
12:30:03
pedro dominguez comas dijo:
5
13 de abril de 2015
14:31:17
rosendo alexis gutierrez caraballo dijo:
6
13 de abril de 2015
21:00:21
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