
El Mayor General de las tres guerras por la independencia de Cuba Guillermo Moncada, conocido popularmente con el nombre de Guillermón debido a su corpulento cuerpo, nació en Santiago de Cuba, Oriente, el 25 de junio de 1841. Su padre Narciso Veranes fue un esclavo liberto quien no quiso reconocer a sus hijos, por lo cual Guillermón llevaba como único apellido el de su madre, Dominga de la Trinidad Moncada.
Se alzó en armas por primera vez a mediados de noviembre de 1868, durante la primera gesta independentista cubana y se puso bajo las órdenes del Mayor General Donato Mármol.
Resultaría imposible pretender reflejar su valioso, firme, leal y prolongado servicio a la causa de Cuba en el breve espacio de un artículo periodístico. Por esas razones vamos a abordar brevemente su cautiverio en España desde junio de 1880 hasta 1886, ya que ese es un periodo de su vida revolucionaria muy poco conocido. Para ello utilizaremos como fuente principal el Expediente como deportado político de dicho general, localizado por el autor de estas líneas durante sus investigaciones en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.
La posición radical y de principios e intransigencia revolucionaria de Guillermón quedó bien clara cuando frente a los sucesos que condujeron al Pacto del Zanjón, escribió una carta al General Vicente García, fechada el 19 de febrero de 1878, donde entre otras cosas, le decía:
“Es en mi poder su muy apreciable de fecha 13 del corriente que me fue entregada por el Cap. Moreno y Teniente Deymier. Estos oficiales me han informado de lo ocurrido por Camagüey, aunque ya también teníamos aquí conocimiento de ello por las causas que los mismos harían saber a V. Mucho me ha complacido la actitud de Las Tunas, por cuyo heroico pueblo siempre he tenido la mayor simpatía. Nosotros no podemos admitir nunca la paz que bajo condiciones tan humillantes y ridículas nos brindan los españoles. Y sobre eso no entro en pormenores porque el Gral. Maceo que escribe a V. y sus enviados Moreno y Deymier le informarán detalladamente. Oriente en la cuestión presente tendrá que salir con honor”.
Por eso, con tales convicciones políticas y de principios, rechazó tajantemente el Pacto del Zanjón y fue uno de los valerosos oficiales que estuvo al lado de Antonio Maceo durante la gloriosa Protesta de Baraguá, protagonizada el 15 de marzo de 1878. El Gobierno Provisional en Armas constituido entonces bajo la presidencia del Mayor General Manuel de Jesús Calvar (Titá), lo designó como Jefe de la División de Guantánamo, con el grado de General de Brigada, para continuar la guerra. Pero lamentablemente, a pesar del gesto heroico y digno del general Maceo para intentar salvar la revolución, la guerra finalizó varias semanas después. Así fue como Guillermón depuso las armas, el 10 de junio de 1878.
Durante la Guerra Chiquita, desde el 26 de agosto de 1879 hasta septiembre de 1880, fue desde su inicio uno de los protagonistas principales en Oriente junto a José Maceo, Quintín Bandera y Limbano Sánchez. Al final de dicha segunda contienda independentista, luego de casi un año de tenaz resistencia sin dirección revolucionaria, pues Calixto García no pudo desembarcar en Cuba a tiempo, se vio obligado una vez más junto con José Maceo y Quintín Bandera a deponer las armas, acogiéndose a un acuerdo de paz firmado con el general Pando, en Guantánamo, el 2 de junio de 1880 y en presencia como garantes de los Cónsules de Francia y Gran Bretaña.
De acuerdo con lo pactado, los tres jefes mambises viajaban con sus familiares y otros combatientes en un barco hacia Jamaica, cuando fueron de modo traicionero abordados por buques de guerra españoles. Una vez arrestados, fueron conducidos por la fuerza a Puerto Rico y posteriormente a Santander, España. Ya en la Península, Guillermón estuvo detenido en Santander, Cádiz, Chafarinas y, a partir de septiembre de 1880, encarcelado en la Fortaleza Isabel II de Mahón, Isla Menorca, Baleares.
En el cautiverio también permanecieron su hermano Narciso Moncada, Josefa Asencio, esposa de Guillermón, así como Serafín Moncada, de 14 años, hijo del general mambí, entre otros familiares.
Guillermón y su hermano Narciso fueron arbitrariamente separados de sus respectivas esposas e hijos, razón por la que desde septiembre de 1880 hicieron numerosas reclamaciones con el objetivo de que se les permitiera residir juntos, pero siempre les fue rechazada dicha solicitud tan natural y humana. La esposa de Guillermón también solicitó por su cuenta que se le permitiera unirse a su esposo, pero igualmente le fue negada la autorización.
En la mencionada Fortaleza de Mahón también estaban detenidos Quintín Bandera, Felipe Regüeiferos Grajales (el primogénito de Mariana Grajales), Emiliano Crombet y el trinitario Pío Acosta. Los cinco se quejaron más de una vez de las deplorables condiciones en que se encontraban, así como de los maltratos y vejaciones de que eran víctimas constantemente. De igual manera, reclamaron aumento del socorro que recibían como prisioneros políticos y que no les alcanzaba para atender las más elementales necesidades de alimentación y vestuario en un clima tan adverso y distinto al de Cuba.
La situación era tan extrema para Guillermón y sus compañeros que se veían obligados a pagarse el agua que consumían y hasta las luces del calabozo y el patio aledaño. Todo eso motivó las quejas de Guillermón, quien no se cansó de condenar la traición de que fue víctima con sus compañeros al ser enviado por la fuerza a España, adonde había arribado por Santander, el 23 de junio de 1880, a pesar del acuerdo solemne firmado en Guantánamo cuando depusieron las armas.
Con fecha del 24 de octubre de 1883, Guillermón Moncada envió una carta con su firma y la de Quintín Bandera y Felipe Regüeiferos, dirigida al Ministro de Ultramar, en la que exigía la libertad y traslado hacia Cuba. La respuesta del Gobierno General de la Isla a las autoridades superiores de Madrid, fue totalmente contraria:
“No solo considero perjudicial e inconveniente el que se acceda lo solicitado, sino atentatorio a la paz e integridad de este territorio, pues me asiste la persuasión íntima que la libertad que impetran esos corifeos, tristemente célebres por sus criminalidades en los sangrientos episodios de la pasada insurrección, no se encamina a otro fin que el de fugarse al extranjero para iniciar nuevas conspiraciones contra la honra de nuestra nacionalidad y tranquilidad de este país”.
Guillermón tampoco descansa en sus reclamos de justicia para unirse a su esposa e hijos. Con tales propósitos, el 21 de junio de 1883 dirige una carta al ministro de Ultramar de España, donde le manifiesta:
“Guillermo Moncada deportado político de la Isla de Cuba actualmente en el Castillo de Isabel II en Mahón a V. E. con el debido respeto expone: Que habiendo visto la medida adoptada por V. E. para que algunos deportados pasen a Cuba molesta su digna atención con el objeto de que se le conceda el pase para dicha Isla a su Sra. Josefa Asencio; sus hijos Serafín Moncada, Leoncio Estébes y Tomás Infante, siendo los dos últimos hijos de crianza, así como a su prima Juana Carreoso por el motivo que teniendo a sus referidos hijos abandonados en la Ciudad de Mahón por no poderlos poner a algún oficio por serle difícil en vista del estado en que se encuentra y que el único de su familia que atendía a ella se ha ido concedida la libertad otorgada por V. E.”.
Tampoco en esta oportunidad hubo la menor clemencia por parte de las autoridades españolas ante la solicitud del bravo general santiaguero. Larga fue la lucha y separación de esta pareja mambisa hasta que en la madrugada del 21 de septiembre de 1885 falleció de una penosa enfermedad la esposa de Guillermón, quien en medio del dolor y la tristeza que lo embargaba y muy preocupado por la suerte de los hijos, volvió a dirigirse desde su calabozo al Ministro de Ultramar de España en carta fechada el 22 de ese mismo mes y año, en los siguientes términos:
“Guillermo Moncada, deportado político de la Isla de Cuba y recluido en la fortaleza de Isabel II en esta Isla de Menorca desde el mes de septiembre del año 1880, parece ante V. E. y con el respeto debido dice, que después de una penosísima enfermedad ha fallecido en el día de ayer en el pueblo de Villa Carlos donde residía su esposa Josefa Asencio dejándole dos niños en la infancia y en el más triste desamparo.
“Con tal motivo, y al objeto de poder cuidar de ellos y su educación toda vez que por ahora no es conveniente su regreso a la Isla de Cuba según informe del Excmo. Sor Gobernador General de dicha Isla, recurre de nuevo a V. E. en súplica que se le permita bajar a residir al mencionado pueblo de Villa Carlos hasta tanto cesen los inconvenientes que le impiden volver a la Isla de Cuba”.
Ni en esta terrible circunstancia tampoco se aceptó su solicitud para atender a los hijos que habían quedado huérfanos de madre y en total desamparo fuera de la tierra que los vio nacer. No fue hasta septiembre de 1886 en que a consecuencia de una amnistía política decretada en España, les fue concedida la libertad a Guillermón, Quintín Bandera y Felipe Regüeiferos, entre otros. Ya en territorio cubano, tal y como lo habían pronosticado las autoridades coloniales de la Isla, el legendario general Guillermón, sin haberse doblegado durante sus seis años de tormentoso e injusto cautiverio, fiel a sus ideales independentistas se consagró por completo a la preparación de la guerra necesaria que organizaba José Martí.
Como consecuencia de sus actividades revolucionarias en ese periodo de la década de 1890, estuvo detenido desde diciembre de 1893 hasta junio de 1894 en el antiguo cuartel Reina Mercedes, acusado por conspirar contra España. Una vez liberado debido al pago de la fianza con dinero recaudado por el propio José Martí, quien lo admiraba y consideraba indispensable para la revolución, fue de los primeros en alzarse en Alto Songo, Santiago de Cuba, al amanecer del 24 de febrero de 1895. No dudó un instante en acudir al llamado de la Patria, aunque estaba gravemente enfermo: ya la tuberculosis contraída en las cárceles españolas estaba en su fase terminal. Sintiendo la proximidad de la muerte, confió la jefatura de su región al Mayor General Bartolomé Masó y le entregó el mando de las fuerzas a él subordinadas directamente, al Coronel Victoriano Garzón. De esa manera tan digna y ética cumplió con su deber hasta el último momento de su vida, pues falleció a consecuencia de una fulminante hemoptisis en el campamento de Juturito, en Mucaral, término municipal de Alto Songo, el 5 de abril de 1895.
Cuatro días antes, habían desembarcado Antonio y José Maceo, Flor Crombet y otros bravos por Duaba; seis días después lo harían Martí y Gómez por Playitas: el sacrificio de Guillermón, el gigante de ébano, al mantener viva la llama de la guerra hasta el arribo de los jefes principales, no había sido en vano.
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fernando lopez dijo:
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4 de abril de 2015
07:27:59
fernando lopez dijo:
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4 de abril de 2015
12:33:26
miguel g fernandez dijo:
3
4 de abril de 2015
16:26:50
RUSO dijo:
4
5 de abril de 2015
13:25:53
senseimanuel dijo:
5
5 de abril de 2015
17:46:29
Gerardo Sosa Hernandez dijo:
6
5 de abril de 2015
22:52:22
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