
Tres de la tarde en la tienda de J y 11, en el Vedado capitalino, uno de los establecimientos donde se expende calzado ortopédico profiláctico a la población. Elda Camejo no puede disimular en su rostro la incertidumbre por llevar casi un año buscando un par para su hijo de tres años.
En tanto, Norma Ferrer, administradora del establecimiento, insiste a este equipo de prensa en el casi nulo surtido de su unidad durante el pasado año: “Yo no le puedo llamar distribución a que me traigan cinco pares de zapatos de la talla 25, tampoco a que me traigan una vez al año y pocos números”, afirma.
Desde otro lugar de la Isla la abogada Ariane Esther Hernández, al volver a la unidad El Modelo, perteneciente a la dirección municipal de Comercio en el centro de la ciudad de Matanzas, se lamenta de no poder adquirir los zapatos ortopédicos que necesita su hijo de cinco años.
Su administrador, Lázaro William Hernández, confirma que no existen las tallas pequeñas (entre la 21 y 26), que son, sin embargo, las más solicitadas. Y desde el departamento comercial en el sectorial municipal de Comercio, Laura Pérez Muñoz sostiene que efectivamente el déficit de esos números provoca muchos disgustos a la población, así como el modelo y la calidad del producto.
Constituye esta una pequeña muestra del difícil panorama que provocaron el pasado año los problemas con la producción y comercialización de calzado ortopédico profiláctico en las tiendas en CUP destinadas a su comercialización, una realidad que se presentó también en los inicios del 2015, y de la cual fuimos testigos los reporteros de Granma.
La ausencia de tallas pequeñas y otras medidas, precisamente las más requeridas por la población; el desconocimiento de los dependientes y administradores de los establecimientos sobre la situación que provocó la carestía de este artículo; las insatisfacciones sobre la distribución del calzado por cuota (una sola vez al año); e inconformidades sobre la calidad del producto, son algunos de los elementos que afloraron en la indagación.
CAUSAS Y AZARES
Vecina del barrio matancero de Versalles, Orquídea Gutiérrez lamenta que su hija de cuatro años tiene dificultades para caminar y no ha podido conseguir los zapatos de horma recta por falta de tallas pequeñas. “Espero que en un futuro no padezca un problema mayor por no haber corregido a tiempo el que presenta ahora”, expresa con inquietud.
En opinión de Marisabel Leyva, directora general de la Empresa Calzado COMBELL, la problemática fundamental que presentó la industria el pasado año fue la ausencia de financiamiento para comprar la materia prima: “Se priorizaron otros renglones de la industria nacional y no fue precisamente el del calzado”.

“No se asignó presupuesto para poder cubrir la producción nacional de este producto, y no pudo importarse la materia prima necesaria para la fabricación del producto”, añade además Francisco Cachaza Pupo, especialista principal de ventas de la Empresa.
Como consecuencia, la industria solo pudo asegurar 82 958 pares de calzado, de un total de 385 320 demandados —según datos ofrecidos por Guido Acosta González, director comercial del Grupo de Productos Industriales del Ministerio de Comercio Interior (Mincin)— una cifra que solo representa el 21 % de lo requerido por la población.
“Al no contar con el presupuesto, la industria se vio en la necesidad de hacer un inventario de toda la materia prima que quedaba en los almacenes, y le presentó al Mincin lo que tenía, que nada tuvo que ver con la demanda”, refiere Cachaza Pupo al tiempo que apunta a los profilácticos de hombre y mujer como los más afectados, “para los cuales no había material en el país y no se produjeron”.
Al describir esta realidad en Matanzas, Maritza Rodríguez Martínez, directora comercial de la Empresa Universal, entidad que distribuye los zapatos correctivos, fue enfática al respecto. “De 3 394 que estaban en plan según la demanda de la provincia en el 2014, no entró un solo par de botas de horma recta de tallas pequeñas. El pequeño volumen comercializado corresponde al monto recibido en el 2013”.
A lo anterior habría que añadir el incumplimiento de la industria al terminar el 2014 con un déficit de 11 000 pares de jovencito del grupo 2 que nunca entregó a las Empresas Universales para su distribución, al decir de Cachaza Pupo “porque la materia prima no sirvió cuando la fuimos a utilizar”.
Si además de que no se cuenta con financiamiento para producir la demanda requerida, se incumple con los deprimidos planes conformados con escasez por no contar con los recursos, y encima de todo eso existe una inadecuada planificación, ¿qué dejar entonces a los tan complejos mecanismos de comunicación, los cuales condujeron a que dependientes y administradores desconocieran por completo las causas del desabastecimiento?
En carta publicada en las páginas de este rotativo el 22 de agosto del 2014 (En busca de zapatos ortopédicos) el lector Alfonso Hernández describía la situación con la cual tropezó al no encontrar la talla 40 para su nieto que empezaba el sexto grado. “Las empleadas de la tienda que radica en Calzada de Diez de Octubre y Tamarindo no pueden informar las causas porque ellas las desconocen”, apuntaba un tanto desconcertado.

En ese sentido Nelvis de la Era, administradora del establecimiento de 17 y 18, del Vedado, admite no saber por qué fue poco el suministro y la variedad de tallas en su tienda. “Tampoco sé por qué no han surtido desde que comenzó el 2015”, asevera. Asimismo, en todas las tiendas visitadas, así como en la Empresa Universal de Matanzas, campea el desconocimiento entre sus empleados.
Si de consecuencias se trata, al poner a disposición de la venta la existencia de viejos inventarios, como explica Norma Ferrer debió hacer en su tienda, muchos fueron los disgustos provocados a la población. “Las personas rechazaban los zapatos por estar deteriorados”. Granma es testigo de la existencia de algunos de ellos en muy mal estado, despegados, que habían perdido casi por completo la piel…
“Vino hace poco un señor y le sacamos 14 pares. No se pudo llevar ni uno solo. En otra oportunidad, una niña devolvió el calzado porque algo le pinchaba. Cuando metimos la mano tenía una puntilla salida”, testifica.
OTRAS PIEDRAS EN EL CAMINO
Olga Gutiérrez es ama de casa y tiene 68 años. Como todos los que llegan a la tienda El Modelo, no aspira a que su calzado ortopédico esté “bonito y a la moda”, sino “a poder caminar con ellos, que sean confortables”; sin embargo, los que usa en estos momentos “son una tortura, pesan más que un matrimonio mal llevado”, objeta.
No muy distantes estuvieron las opiniones de algunas jóvenes, las cuales dan cuenta de que, aunque el zapato ortopédico no es un lujo, sino una necesidad de primer orden, tampoco tienen por qué ser antiestéticos y tan pesados. “Por lo general es un solo modelo y de muy mal gusto”, afirma Yudelmis Hernández, de noveno grado.
Pero más recurrentes aún son las insatisfacciones relacionadas con la calidad del producto. “En el caso de las personas mayores son muy pesados, o los de mujer a veces son muy altos y llegan hasta el tobillo, y no los pueden utilizar”, señala Norma Ferrer.
El tema se complejiza más ante el hecho de que, según está estipulado, estos son artículos de venta regulada y el consumidor solo puede comprar un par al año, sin distinción, ni siquiera teniendo en cuenta la gravedad mayor o menor que pueda presentar el paciente.
Por solo mencionar un ejemplo, en carta de Yanicer Castañeda Arpajón, lector del municipio de Moa, en Holguín, este se cuestiona que tras llevar a su hija a la consulta de Ortopedia con el objetivo de evaluar el tratamiento luego de seis meses de ejercicios de rehabilitación por escoliosis, el doctor recetó la compra de otro calzado “porque también tiene los ‘pies planos’ como se le dice en el argot popular”, y en la unidad que le correspondía la dependienta le comunicó que no podía despachar el calzado —aun estando en existencia—“porque hacía seis meses que había comprado este tipo de calzado y hay una orientación de ‘arriba’”.
La cortapisa, quizá pensada para que el producto “alcance”, está de espaldas a la realidad. Ante un escenario con una demanda superior a la oferta, en el cual obviamente muchas necesidades quedarán insatisfechas, cómo es posible que allí donde está el producto y se le requiere, se decida no venderlo debido a estas restricciones.
Tanto para los pequeños como para los más adultos —sobre todo estos últimos—, este problema tiene una dimensión mayor, pues lo buscan más como su zapato de uso cotidiano, que como calzado ortopédico profiláctico.
“En mi consideración, con el envejecimiento de la población ese número debería ir en aumento y hoy existe una preocupación del Mincin con respecto a ese tema”, sostiene Francisco Cachaza.
De igual manera, a las tiendas asisten en más de una ocasión las madres en la búsqueda de otro par de calzado. “Sobre todo solicitan mucho que se les venda cada seis meses, porque a los niños les crece el piecito mucho más rápido”, asiente Nelvis de la Era.
Sobre el tapete se encuentra también la llevada y traída cuestión de los estudios de demanda, mellando el alcance de los productos. Con más de 20 años en la industria de las confecciones, Marisabel Leyva Mayo asegura que hoy no se hacen como es debido. “No se realizan los estudios demográficos que corresponden, y la sociedad cubana se ha ido transformando mientras las curvaturas de talla que usamos son las mismas”.
Al calor de este tópico, Guido Acosta explica que en el proceso intervienen las direcciones provinciales de comercio y las direcciones de Salud Pública de los territorios, quienes consolidan una demanda que se presenta a todas las Empresas Universales de los territorios. “Nosotros con esa información elaboramos el total del país y lo presentamos a la industria”.
No obstante, es enfático en la necesidad de brindarle un seguimiento al tema porque “es posible que por la demanda histórica —como se hace actualmente— estemos solicitando un calzado que hoy no sea el que realmente necesitamos”.
TODO TIEMPO FUTURO, ¿TIENE QUE SER MEJOR?
Aunque los administradores de las tiendas visitadas afirman que en años anteriores los surtidos eran más variados y frecuentes, y catalogan de atípica la realidad presentada en el 2014, lo cierto es que antes de esa fecha la prensa también se había hecho eco de las inquietudes de la población.
Así lo confirma Francisco Cachaza al referirse a las deficiencias en el suministro. “Una de las quejas de los clientes era que no encontraban las tallas, se pensaba que era un problema productivo; sin embargo, cuando nosotros las visitábamos nos encontrábamos establecimientos donde no había tallas, y era porque nunca se las habían entregado, porque el que despachó no las envió”.
¿Desorganización? ¿Olvido? ¿Problemas materiales? Ante los ojos de los dolidos cualquier causa afecta. Ante los argumentos expuestos consideramos oportuno indagar en las perspectivas para el 2015 y qué medidas se tomarán para perfeccionar el desarrollo de este proceso.
Según Francisco Cachaza, para el 2015 está contratada toda la materia prima que responde a la demanda de 202 000 pares, presentada por el Mincin. Llama la atención que se trata de 183 320 pares menos que en el 2014, mientras en las tiendas visitadas constatamos que la tendencia por año es a aumentar en inscripciones, en lugar de disminuir, otra muestra de cuánto se precisa perfeccionar los estudios de demanda.
Sin embargo, tal y como sucedió en el 2014, la producción y distribución debe realizarse durante el segundo semestre, por lo tanto la población no verá los resultados hasta ese momento.
Marisabel Leyva explica que las causas están relacionadas con el ciclo de reaprovisionamiento productivo, “que es todo el proceso desde que se comienza la elaboración de la demanda, se realizan las solicitudes de importación a las empresas y las operaciones con los bancos, se produce en China la materia prima que se requiere, se ejecutan todas las acciones de comercio exterior y se traslada la mercancía a puerto cubano (45 días de travesía), hasta que se hacen todos los trámites aduanales y llega a las fábricas (la fundamental está en Ranchuelos, Villa Clara, pero además hay en Holguín, Camagüey y La Habana). Todo ello se realiza en no menos de seis meses. Luego se comienza a producir”.
Cabría preguntarse entonces si todo lo analizado hasta ahora no son razones suficientes para plantearse el perfeccionamiento, o mejor aún, la reestructuración de toda una cadena de calendarios que ha demostrado su incompetencia, tanto como la organización de la distribución, los mecanismos de comunicación con el personal que trabaja directamente con los pacientes, los estudios de demanda, la producción con calidad del calzado ortopédico, en aras de prestar un servicio acorde con las necesidades de la población.
“De cara al 2015 nosotros queremos tener un proceso diferente, y como industria asumimos un compromiso: más allá de financiamiento y recursos materiales, están creadas las condiciones en los procesos productivos que permitan entregar antes de que concluya el 2015”, se plantea Marisabel Leyva, lo cual constituye un desafío productivo si tenemos en cuenta que el ciento por ciento asegurado por la industria constituye más del doble de lo asumido en el 2014.
Capítulo aparte merecen el calzado especializado, bajo la responsabilidad de las direcciones de salud; y los talleres de reparación de calzado ortopédico, pertenecientes a las empresas de servicios y encargados de ubicar soportes y hacer las correcciones pertinentes. En ambos casos, los mayores problemas se encuentran también en la escasez de materia prima.
La adquisición de calzado ortopédico profiláctico por la población es un tema delicado relacionado directamente con la salud, una de las conquistas de la Revolución. Que siga siendo ese el principio dependerá de la responsabilidad, el rigor y la disciplina con que necesariamente se tienen que ir limando las dificultades de diversa índole que han afectado su proceso de producción y distribución. De no ser así, persistirían en el tiempo las mismas piedras en el camino que han sido planteadas por los pacientes año tras año.



















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27 de febrero de 2015
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