¿Cómo se ve un héroe de cerca? ¿Cómo se reconoce al hombre detrás de la hazaña, de la hora difícil, del amor, la alegría o el miedo? ¿Cómo será pararse en firme, delante de otro Héroe, a recibir el título que lo nombra como tal, cuando para todo un pueblo siempre fue una realidad reafirmada en la batalla y en la certeza de Fidel de que volverían?
Una ovación recibió a Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, en el Palacio de Convenciones de La Habana. Es 24 de febrero. Toda Cuba sabe de este día y de su historia, del significado para la continuidad de la lucha de nuestro pueblo, de ese otro grande que echó la vida en una guerra que sin dudas, era necesaria.
Y este fue el día que se escogió para hacer brillar una estrella en el pecho de estos hombres. Raúl la colocó ahí, a la izquierda, cerca del corazón. Y no les faltó humildad para agradecer a los que estamos agradecidos, o el rostro serio por los nervios y la emoción que en otros se transformó en la sonrisa enigmática de siempre; ni la voluntad para subir los escalones del escenario con las mismas piernas lastimadas en un combate donde se empeñaba el honor y la vida, donde se enfrentaban ser y tener, verdad y mentira.

Raúl los estrechó en un abrazo, el abrazo del padre a los hijos, el mismo que cargado de simbolismo los arropara el 17 de diciembre cuando llegaban a la Patria. Porque Raúl cumplió lo que prometió Fidel, con su fe de siempre en la victoria y en la capacidad de vencer de su pueblo.
A Gerardo se le entrecortan algunas palabras, en la voz le van los sentimientos. Cada una por sí sola es un mensaje de amor, suyo y de sus hermanos de lucha. Agradece a los que están aquí y a los que están lejos, a los que en esta hora debían acompañarlos pero la vida no les alcanzó. A las familias, con sus madres, esposas e hijos, a los que no les faltaron las sonrisas y las lágrimas hoy, como en otros tantos momentos.
También a esos que tan anónimos como ellos estuvieron, están y estarán arriesgándolo todo por la Patria: la mayor virtud a cuidar y defender.
Pero no es momento de descanso. Eso quedó claro. El ojo avizor, la sapiencia que da lo vivido, les hace saber que la batalla sigue en otros escenarios, y que otros serán los héroes y otras las misiones.
Es 24 de febrero, y a 120 años de aquel histórico día, en otro día igual de histórico, Eusebio Leal nos recuerda que el amor a la soberanía nos nació desde que comenzó a gestarse lo que se llama identidad: orgullosamente mestiza de la sangre y la cultura, y que Martí definiera como dulcísimo mis-terio.
Y como para que nunca olvidemos, una colmena inundó con su miel la sala. Su Abracadabra nos invitaba a encontrar la esencia de las cosas, a entregar nuestro fuego hasta el final, aunque nadie escape en esta Isla del dolor y la huella del terrorismo. Llegaban los niños a recordarnos que los héroes son hombres y por eso es más hermosa su obra, es más nuestra, es más real…
Y no faltó el futuro en las fotos de Gema, o en la felicidad desbordada de los hijos más grandes, a los que se les impuso crecer deprisa para hacer en la causa de sus padres.
Más de un rostro se contrajo de emoción esta tarde, más de una mirada buscó en el suelo disimular la humedad de los ojos y las mejillas, más de un nudo no encontró cómo desatarse en más de una garganta, porque eso es lo que se siente delante de un héroe que no se cree héroe y que lo es por derecho propio, por el derecho que le confiere un pueblo agradecido.
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sadys dijo:
1
25 de febrero de 2015
09:10:52
Sonia dijo:
2
25 de febrero de 2015
13:33:26
Andres Perez dijo:
3
25 de febrero de 2015
17:18:50
RENATO dijo:
4
25 de febrero de 2015
18:43:20
Milaisy dijo:
5
25 de febrero de 2015
22:36:43
Sandra dijo:
6
25 de febrero de 2015
23:06:40
yaquelin pelegrin figuera dijo:
7
26 de febrero de 2015
07:31:58
alexander galllego dijo:
8
26 de febrero de 2015
16:44:56
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