
LAS TUNAS.—Todavía hay quienes no comprenden que como único este país puede avanzar, a escala “macro” (gran economía) y de forma mucho más concreta, visible y tangible para la sociedad, es produciendo, generando riquezas, asegurando una situación financiera y económica favorable sobre la base del trabajo creador.
Sin que constituya modelo consolidado de referencia, lo que está ocurriendo en muchos consultorios médicos, asentados en recónditos parajes de la geografía tunera (rural e incluso urbana) y en otras instalaciones del sector, puede constituir incipiente ejemplo para meditar acerca de lo antes dicho.
¿Quién no sabe que, a pesar del apreciable monto presupuestario que cada año destina Cuba para la salud, ha sido imposible mantener en óptimas condiciones consultorios, hogares para ancianos, casas para abuelos, policlínicos y otras instalaciones del sector?
Ante esa realidad, unidades productivas agrícolas del territorio, empresas y organismos se han preguntado si realmente ese es un asunto único y exclusivo del Ministerio de Salud Pública, o si “entre todos” podemos sumar recursos y contribuir a mejorar la infraestructura de un servicio que a todos beneficia.
La respuesta no se ha hecho esperar. Claro que se puede. A la escasa vuelta de un año, Las Tunas inscribe 138 consultorios médicos beneficiados por acciones de mantenimiento o reparación (téngase presente que de acuerdo con la “canalita central” apenas se hubieran terminado 33 en el 2014), sin incluir el renovador “toque” que han recibido otras 18 obras, incluso de mayor envergadura, como clínicas estomatológicas, policlínicos, hogares para ancianos, salas de rehabilitación, áreas de hospitales…
¿Y de dónde sale la plata?
Buena pregunta. Fácil respuesta: del aporte limpio y bien definido que aseguran manos productoras, economía favorable y contabilidad clara y confiable.
De otro modo colectivos obreros como los de la empresa forestal y Acinox Las Tunas —por apenas mencionar dos de los más sensibles ejemplos de contribución voluntaria por parte de los trabajadores— hubieran podido asumir un encargo de esencia tan humana o moral como material, tal vez porque no se trata solo de un compromiso con el sistema y las autoridades de salud, sino también —y sobre todo— con el pueblo, como principal y más directo beneficiario.
Es curioso que, si bien la agricultura no brilla por una cómoda situación económico-financiera en el archipiélago, campesinos agrupados en cooperativas de producción agropecuaria (CPA), en cooperativas de crédito y servicios (CCS) y en unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), hayan analizado, aprobado y decidido contribuir a ese noble propósito generador de salud y de vida, mediante el empleo de la cuenta o fondo que también por consenso de todos crea cada unidad, en dependencia de sus ventas e ingresos, para enfrentar determinadas necesidades sociales, culturales, estimulaciones, reconocimientos, ayudas…
¿Quiénes si no nosotros mismos y nuestras familias somos los beneficiarios del consultorio médico? —han razonado los campesinos.
Por ello, a nadie le ha parecido mal que una justa parte de esa cuenta haya permitido adquirir en la red comercial algunos materiales o recursos para mejorar la albañilería, carpintería, electricidad, sistema hidrosanitario, mobiliario o la pintura de ese lugar donde médico y enfermera deben sentirse como —o mejor que— en su casa, y al cual tiene que concurrir, irremediablemente, todo el que no ande bien de salud.
Solo que, sin producir, sin vender, sin generar ingresos, sin ganancias… o lo que es igual: con pérdidas, faltantes, desvío de recursos, deficiente contabilidad, etc, etc, etc, no es posible aportar y sumar a las formas planificadas de financiamiento una experiencia o movimiento así, al que los tuneros han llamado simple e integradamente Todos por salud.



















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Adolis dijo:
1
12 de febrero de 2015
07:45:11
justo dijo:
2
12 de febrero de 2015
13:31:39
david dijo:
3
12 de febrero de 2015
14:01:54
rosay dijo:
4
12 de febrero de 2015
14:21:14
tf dijo:
5
13 de febrero de 2015
10:09:31
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