Parejo a la producción cañera, el plan de azúcar necesita que el rendimiento industrial, el que redondea la zafra, asuma el máximo de jerarquía.
La etapa organizativa de la actual molienda aprovechó el conocimiento sobre las debilidades de la que antecedió, particularmente en este índice, en el cual tiene incidencia en el rendimiento potencial de la caña, que con un 87 % resultó inferior al promedio del quinquenio.
Los análisis probaron que la influencia de las lluvias en la zafra 2013-2014, con énfasis en el periodo noviembre-abril, las altas temperaturas, exceso de humedad en los suelos, la calidad de la materia prima, el empeoramiento de los caminos y el incremento de las materias extrañas, impidieron cumplir la programación de corte.
A esto se le suma el mal drenaje de los campos, molidas sin madurez en los tallos, vinculaciones a larga distancia (que se van acercando cada vez más al batey), la poca profundidad en la siembra, menor a lo recomendado, y el exceso de malezas que compiten con la caña en su crecimiento y desarrollo, son elementos sobre los cuales labora el Grupo Azucarero y sus colectivos de base.
Reconocen los técnicos que el sustancial incremento en los últimos años del tiro directo a basculador, constituye el mayor impacto en la calidad de la caña y la eficiencia. Esto, en cambio, exige extremar las medidas de controles en la cosecha, en especial la mecanizada, ahora fortalecida con la inclusión de nuevas tecnologías.
En oportuna gestión Azcuba, tan pronto concluyó la pasada zafra, le busca solución a los problemas que, en mayor o menor grado, interfirieron en el desarrollo de la molienda. La preparación y el adiestramiento del personal que opera los mecanismos de la fábrica y el tener completo los jefes de área y de turno, son indispensables para el buen rendimiento industrial.
Por lógica el acento grande se concentra en los centrales de peor resultado como el Harlem, Manuel Fajardo, México, René Fraga y Grito de Yara. En estos el Rendimiento Potencial de la Caña (RPC) que llegó al ingenio fue inferior a lo establecido.
No puede olvidarse la importancia de lograr el tonelaje de caña por hectárea; pero si este no es bien defendido con adecuada extracción en los molinos, y un buen trabajo en el área de fabricación de azúcar, habrá que dedicar más caña para cada tonelada de azúcar.
Nada escapa al verdadero abanico de problemas que comienza en el campo y termina en las centrífugas al demorarse la molida y entrar al basculador materia prima con atraso.
Las pérdidas que se originan en el bagazo y en la miel final fundamentalmente le cuestan al país apreciables volúmenes de azúcar y se encarecen los costos de producción.
El margen negativo entre el plan y lo real producido, que pesan sobre el programa nacional, está relacionado con el hecho de que varios centrales reiteren los incumplimientos y arrastren a sus territorios en ese déficit.
La dedicación del Grupo Azucarero Azcuba y de las empresas provinciales para transformar en positivo el rendimiento industrial, debe encontrar oídos receptivos, sobre todo en los ingenios que, en pasados años, no lograron la integralidad de su trabajo.
La orientación de iniciar la zafra en fecha temprana facilita anticiparse a las lluvias y comprobar en tiempo el estado de las reparaciones e inversiones en los 11 centrales críticos en el tiempo perdido industrial.
El rendimiento industrial se planifica por etapa y en cada una debe cumplirse. Grave error, bastante frecuente, es tratar de obtener la próxima semana lo que no fue posible en esta.
Decisivo es tener mucha caña, pero el llamado “corazón azucarero” se torna pieza clave de la zafra. El propio sabio cubano Álvaro Reynoso así lo sentenció cuando señaló que “la verdadera fábrica de azúcar está en el campo”.
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