No cabe la menor duda de que a Yudier Fonseca Hernández, estudiante de primer año de la carrera de Biología-Química, de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrrique José Varona, lo apasiona el magisterio, cuando hace su historia con el orgullo de a quien le cambió la vida no solo para bien propio, sino para la sociedad.
“Desde los 16 años soy miembro de la Sociedad Cubana de Botánica donde escuché al doctor Jorge Lázaro Hernández Mujica, profesor del Varona, hablar de la didáctica de la Biología. Matriculé la Facultad de Biología Pura de la Universidad de La Habana, y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) hizo un llamado para cubrir aulas de la capital y me correspondió el municipio de Boyeros. Me apasionó la tarea de enseñar y decidí al año siguiente trasladarme para el Varona.
“El día de mi cumpleaños me llegó la carta del Ministro autorizándome, pero en el mes de octubre hacen una revisión a secretaría y detectan que yo no había pasado el servicio militar porque venía del polo científico, y entonces me preguntan dónde lo quería pasar”.
“En el aula”, respondió sin pensarlo dos veces y se incorporó a dar clases de Biología para décimo grado en el preuniversitario de Boyeros. Al concluir el servicio militar matriculó nuevamente su carrera de magisterio en la universidad. “Todo lo hice por llegar a ser maestro, por estudiar en el Varona”.
Así, la institución le abrió sus puertas por segunda vez el pasado septiembre, justo en el año de su medio siglo de existencia, a quien parecía no vencerse frente a las dificultades en su afán por dedicar su vida entera a enseñar a los demás.
“Porque para mí es una de las más nobles y humanas tareas que existen, y es lo que hoy la Revolución necesita: alguien que sepa llevar de la mano al hombre de la nueva sociedad”.
PROTAGONISTA DE SU HISTORIA
Pero Yudier no es el único a quien le palpita en el pecho la llama de ser maestro y la pasión por el Varona. Frente al aula la máster Luisa Campos, profesora de Historia de Cuba y Ética Martiana, y directora del Museo de la Alfabetización, hace la historia de este centro con la elocuencia de quien hace la suya propia, porque siente que no están desligados.
La historia del Varona comienza a tejerse después de iniciada toda una revolución educacional en Cuba con el propósito de alfabetizar a la población primero, y después brindarle niveles cada vez mayores de escolaridad. El 30 de julio de 1964 se decreta por Resolución ministerial No. 544, firmada por el entonces ministro de Educación, Armando Hart Dávalos, la creación en cada universidad del país de un Instituto Pedagógico para formar al personal docente de la enseñanza media.
“Y llegan los primeros estudiantes cuando la mayoría teníamos apenas 16 años, en ese llamado que se hizo con solo noveno grado”, evoca Luisa Campos.
Nacía así el Instituto Pedagógico Enrique José Varona, adscrito a la Universidad de La Habana (UH), como centro rector donde se desarrollaban y aprobaban los planes y programas de estudio de todas las asignaturas.
“Es la primera institución junto a las universidades de Las Villas y Santiago de Cuba —continúa Luisa Campos— y un buen número de estudiantes una vez graduados se quedaban a formar parte del claustro de la universidad, como es mi caso”.
“En estos 50 años el Varona ha tenido grandes tareas: la del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech fue una de ellas, —cuenta— al llamado de Fidel por la necesidad de profesores que existían en las escuelas en el campo.”
De esa forma, menciona también al Destacamento Internacionalista Ernesto Che Guevara en la República Popular de Angola, adonde fueron estudiantes de todos los pedagógicos del país; la misión en Nicaragua, en la cual Fidel convoca a educandos del Varona…, entre otras también históricas que en el campo educacional tuvieron a esta institución como eje transversal.
En 1976 se convirtió en centro de educación superior, independizándose de la UH y adquiriendo el nombre de Instituto Superior Pedagógico, y en el 2009 pasó a formar parte del conjunto de universidades del país, con la denominación Universidad de Ciencias Pedagógicas.
Hoy, el Varona cuenta con seis facultades (de Educación Infantil, de Ciencias, de Humanidades, de Lenguas extranjeras y de Ciencias de la Educación), tres filiales, un Centro de Documentación e Información Pedagógica, la dirección de televisión educacional para la elaboración de materiales audiovisuales científicos educativos, así como el Centro de Software donde se producen multimedias para la educación.
A LA ORDEN DEL DÍA LA CALIDAD DEL MAESTRO
Con más de 66 000 graduados en estos 50 años de vida, 561 docentes con categoría científica (entre másteres y doctores), nivel constante de actualización sobre los problemas actuales de la educación, y una gestión de la ciencia con enfoque sistémico, el Varona obtuvo este año la condición de universidad acreditada, otorgada por la Junta de Acreditación Nacional, del Ministerio de Educación Superior.
“A esta evaluación el centro llegó con cinco programas de maestría certificados y uno evaluado de excelencia, de los 17 con que contamos. También tenemos certificados dos de los cuatro programas de formación doctoral”, comenta la doctora María del Carmen Fernández Morales, directora de posgrado, y miembro de la Comisión de Acreditación.
“Se midieron seis variables, entre ellas los premios obtenidos en los últimos cinco años, la interacción social de la universidad, las redes de conocimiento logradas con otras instituciones, el trabajo científico estudiantil, las pruebas realizadas a los alumnos. Además, llegamos con dos carreras de pregrado certificadas, Educación Especial y Lenguas Extranjeras, y la de Logopedia evaluada de excelencia”.
En la actualidad, el Varona cuenta con 36 proyectos de investigación y 24 líneas temáticas que ocupan la agenda de sus docentes-investigadores en problemáticas como la formación de valores, la calidad de la docencia y el desempeño profesional del futuro maestro, además de las didácticas particulares de las ciencias que imparten.
Dicha labor investigativa, se extiende igualmente a los alumnos, como explica la máster Lourdes Báez Arbesú, directora docente metodológica de la Vicerrectoría de Pregrado, quien señala como la principal tarea del centro la formación de un profesional integral, capaz de enfrentar la misión de educar a las presentes y futuras generaciones. Para ello se emplea una concepción curricular que imbrica los componentes académico, laboral e investigativo, y desarrolla las habilidades pedagógico profesionales de los estudiantes.
“Por ello, desde el primer año los estudiantes se vinculan a las prácticas de familiarización y eso incide mucho en la vocación y orientación profesional. La mayoría de ellos no escogen la carrera en primera opción y por lo tanto cuando los tenemos en el aula es un propósito que se enamoren de la carrera”.
La extensión universitaria es otra arista que potencia el centro dentro del campus y fuera de este. Un fuerte movimiento de aficionados al arte y el deporte, que los hacen acreedores de premios nacionales en las competencias de la FEU, y diversidad de proyectos comunitarios que tienen su salida desde las propias cátedras honoríficas y los proyectos educativos de las facultades, figuran entre las principales herramientas.
Asimismo, la doctora Mercedes Mora Carnet, directora de relaciones internacionales, señala que prestan colaboración en más de 31 países, entre los que destacan Venezuela, México, Perú, Panamá, Angola, Ecuador y Colombia.
PROFESIONALIDAD Y HUMANISMO: LAS CLAVES DEL ÉXITO
La pasión con que hablaba Yudier sobre el magisterio parece calcada en el rostro de sus compañeras. Adriana Lara, Eliannis Delgado y Dayana Ferrer, de segundo año de Logopedia, aseguran que, si bien ninguna se imaginó estudiar una carrera pedagógica, el trabajo con los niños con necesidades educativas especiales las fue atrapando hasta el convencimiento.
Y así sucede con Luisa Campos, quien mantiene el mismo espíritu de aquellos años fundacionales cuando responde: “El principal elemento que debe tener un maestro es el amor a su profesión y a sus estudiantes. Cada vez que yo estoy con ellos es para enseñarlos a aprender, enseñarlos a ser maestros.
“Nosotros tenemos que buscar la profesionalidad y el humanismo en su formación. Martí nos enseñó que el amor es la clave de todo. Eso me lo inculcó a mí el Varona, y sobre todo que un buen maestro debe ser ejemplo para sus alumnos”.
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Moisés dijo:
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22 de diciembre de 2014
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Miguel E. dijo:
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22 de diciembre de 2014
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Yasser Yoan Coello Sánchez dijo:
3
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ArmandoNnajarro Pérez dijo:
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Marcelino Osoria Moreno dijo:
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leandra dijo:
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22 de diciembre de 2014
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Maria Linares Leliebre dijo:
7
22 de diciembre de 2014
15:10:50
Marcelino Osoria Moreno. dijo:
8
22 de diciembre de 2014
16:49:23
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