ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La Casa del Abuelo de Jiguaní es un ejemplo, tomado al azar, de lo que se hizo en el resto de los municipios. Foto: Dilbert Reyes Rodríguez

JIGUANÍ, Granma.—Vale la pena detenerse a verlos salir, o llegar, caminando con el pa­so que les permite la edad. La casa está en una esquina y de las cuatro calles desemboca gen­te que advierte el cuadro revelador de una veintena de abuelos, sonrientes, con ganas de vivir.

Hay un motivo distinto en este poblado ca­becera del municipio homónimo, en la oriental provincia de Granma, y es el local flamante que ahora los acoge, día a día, con paredes claras reverberantes de luz, amplios y nuevos ven­tanales abiertos al aire fresco, si­llo­nes, ba­lances, televisor moderno, varios ventiladores, co­medor remodelado, cocina vestida y bien apertrechada, patio interior, exterior, y una enramada que invita a la sombra de la uva.

“Le confieso que estoy mejor que en casa”, dice Pedro Peña. “Primero por la compañía aquí, que es como una familia; mientras allá estoy siempre solo. Segundo, por el regalo hermoso de hacer esto casi nuevo. Todo brilla, todo funciona, y uno siente un gusto maravilloso nada más de estar sentado”.     

Violanta Bello lo secunda: “Yo sé lo que es estar solo. Por terca no había ido antes para casa del niño (su hijo, un hombre), pero fue casi lo mismo porque trabajan todos, hasta que tuve esta opción que en verdad me alegró la vida”.
“¿Y el trato, dónde lo dejan?”, salta Fe­li­cia­na­ Sánchez, a modo de corrección, y todos apu­ran una confirmación.

“Esa muchacha es una maravilla, y los de­más empleados también”, afirma, mientras pro­­voca un sonrojo en el rostro de Yodalmis Guerra, la trabajadora social que les reparte el día en actividades saludables, y los acompaña siempre en la caminata, los ejercicios físicos, la visita al museo, la película o el órgano musical que a ratos va allí a tocarles, a emocionarles el cuerpo y el recuerdo.

A juzgar por el criterio de los ancianitos —los 25 que hoy tiene la Casa del Abuelo General José Reyes Arencibia, de Jiguaní—, allí no es cosa nueva el gesto afable, la ternura en el trato, el cuidado de la alimentación, el afán en las opciones de distracción y compañía; “pero es que el ambiente renovado, limpio, fresco, pintado, higiénico, hace que uno vea todas las cosas como nuevas, más alegres, más vivas, y eso te hace sentir muy bien”, apunta Pedro.

Lo más loable es que el ejemplo jiguanisero no es una exclusividad. Pocas veces se ha visto tal diligencia en tan escaso tiempo para una rehabilitación constructiva de locales so­ciales, como la acontecida sobre la casi totalidad de las casas de abuelos y los hogares de ancianos de Granma.

En abril de este propio año, el panorama era distinto: regular en algunos, malo en otros, con demasiadas alusiones constructivas a lo viejo, lo herrumbroso, lo decadente, chocante con su fin social.

Sin embargo, en el breve tiempo de abril a la fecha, en Granma han sido reconvertidos más de dos millones de pesos en el acondicionamiento esmerado de 12 de las 14 casas de abuelos de la provincia; que llegarán a 13 terminadas cuando se sume Buey Arriba en los próximos días, y quede solo pendiente Cam­pechuela para el año siguiente, levantada des­de los cimientos.  

Ángel Suárez, jefe de Inversiones de la Di­rección Provincial de Salud, precisó a Granma que ha sido realmente impresionante el em­puje que tiene la tarea, con la incorporación de fuerzas grandes, especializadas, co­mo la Em­presa Provincial de la Cons­truc­ción, y otras no tanto; pero que por la sensibilidad del tema, el alto grado de pertenencia de cada mu­ni­cipio y la conciencia creciente de que el en­ve­je­ci­miento poblacional es un fenómeno presente, generaron una movilización del po­ten­cial constructivo en cada territorio.

“Hablamos, por ejemplo, de formaciones pe­­queñas de empresas como la Agroindustrial de Granos José Manuel Capote, en Río Cau­­to; la Ge­nética Manuel Fajardo aquí en Jiguaní, las brigadas municipales de mantenimiento de Sa­lud, la Provincial de Asegu­ra­miento a es­te sector, las microbrigadas y hasta varios trabajadores por cuentapropia de diversas es­pecialidades.

“Unas casas llevaron mayor intervención en la parte estructural, pero en casi todas se cambió la carpintería, las redes hidrosanitarias y eléctricas, se rehabilitaron los baños, se impermeabilizaron las cubiertas, fueron pintados interiores y exteriores y sustituidos algunos muebles.

“Algo similar, aunque desde mucho an­tes, se viene haciendo en los siete Hogares de An­cianos, pero por el tamaño y la complejidad de estas instalaciones todavía queda mucho pendiente.

“Sin embargo ya fueron terminados los de Guisa y Bartolomé Masó, al de Bayamo le res­ta el drenaje pluvial, el de Veguitas de Yara de­be­rá concluirse este año, empezaron las obras en Niquero, y quedarán a expensas de una in­­versión mayor en el 2015 el de Man­zanillo —con avanzado deterioro— y la adap­tación de un nuevo local en Media Luna”, aseveró Suá­rez.

“Es una transformación que toda la sociedad asume con sumo agrado”, manifestó a este diario la doctora Rosario Ballester, jefa del Pro­grama del Adulto Mayor en la provincia.

“Para nadie son secretos los retos poblacionales que en materia de edad enfrentará Cuba en los años siguientes, y aunque nuestro territorio no es de los más envejecidos de la Isla (16.3 % de la población es mayor de 60 años, en relación con el 18.3 % de índice nacional), sí tiene municipios muy cerca de esa media, como el propio Jiguaní, Manza­nillo y Campe­chuela.

“Curiosamente, con las casas de abuelos y el apego que los ancianitos han mostrado sobre las instalaciones restauradas, ahora se nos hace muy difícil convencerlos de que su estancia allí es temporal, que debe terminar al cabo de la rehabilitación realizada tras ser captados por carencias afectivas o déficit de apoyo familiar.

“Pero ese es un problema que debemos acep­tar y considerar entre los retos futuros, tanto como el de trabajar incansablemente pa­ra que cada vez crezca más la conciencia ciudadana de que la atención a nuestros abue­los es, en primer lugar, una responsabilidad le­gal, moral y humana de la familia”.

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juan oscar dijo:

1

31 de octubre de 2014

02:59:20


Es hoy una prioridad. En los próximos años el tema sera bien complicado. Solo espero que las autoridades de gobierno monten un eficientesistema de control de la calidad de las obras para evitar los amargos tropiezoz de lo que paso con las obras de la batalla de ideas.

anibal garcia dijo:

2

31 de octubre de 2014

23:46:49


cada ves que leo un escrito en el periodico ,leo despues a los que comentan y siempre se estan quejando de cuando no es una cosa es la otra ,felicidades para ese colectivo y que sigan realizando esa labor que es superbenefisiosa para la sociedad