ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Decenas de delegados trasmitieron sus experiencias y expusieron sus insatisfacciones. Foto: Anabel Díaz Mena

Por terreno fértil avanzan los innovadores y racionalizadores. Así lo pensé al concluir el miércoles último la Primera Conferencia Na­cional de la ANIR.

Y no fue por haber participado durante las jornadas del 7 y 8 de octubre, tan cercanas a la vida y obra del Che, justamente nombrado Presi­den­te de Honor de la organización por ser promotor e impulsor de la actividad creadora que la acompaña, sino por los cientos de páginas escritas por sus asociados en el libro que atesora la clase obrera cubana sobre hazañas inimaginables que han logrado, a lo largo de más de 50 años, mantener la vitalidad de la producción y los servicios, cualesquiera sean las dificultades objetivas que enfrentemos.

Confieso que estoy en el numeroso grupo de los que no siempre ha tenido en cuenta el valor de una inventiva, una innovación, una racionalización, fruto del ingenio de uno o mas  obreros, uno o mas técnicos, ingenieros, médicos, investigadores… que po­­si­bi­li­ta­ron que un equipo, una maquinaria, un taller, una fábrica no se paralizaran, que un pelotón de combinadas pudiera continuar cortando caña con increíbles adaptaciones, que un dializador se reutilizara en beneficio de decenas de pacientes requeridos de las hemodiálisis imprescindibles para continuar viviendo…

Son muchos los reportajes que escribí y leí, en los que los datos económicos y productivos, las insuficiencias en la calidad o en un servicio, entre otros, eran más atractivos para publicar, e impidieron que viera o averiguara por el papel de los innovadores en tales resultados, a sabiendas de las tantas carencias materiales y financieras siempre presentes, lamentablemente, que gravitan sobre el abastecimiento de piezas de repuesto, materias primas, materiales.

El proceso asambleario desde la base —en los más de 11 000 Comités de In­no­va­dores y Ra­cionalizadores—, previo a la Conferencia Na­cional y el análisis en el even­to mismo, puso en evidencia cuántas historias anónimas se esconden en el cotidiano quehacer de ese ejército insustituible de más de 214 000 miembros de la ANIR, cuyos relevantes aportes —hay centenares de ejemplos— son mayoritariamente desconocidos.

Decenas de delegados, innovadores de em­presas agropecuarias, de producción de ali­­mentos, perforación de petróleo, de la in­dustria tabacalera y cigarrera, de fábricas me­talúrgicas y sideromecánicas, de los puertos, el turismo, establecimientos ferroviarios, de la aviación, hospitales, centros de investigación... trasmitieron sus experiencias y expusieron abiertamente sus problemas, in­sa­tis­facciones, incomprensiones de sus di­rec­cio­nes administrativas, desacuerdos por el in­cumplimiento, léase violaciones, de la Ley 38, de las innovaciones y racionalizaciones… y todos con una sola finalidad: estar en me­jores condiciones de aportar más, porque saben que lo pueden hacer.

Cierto que reclamaron en muchos encuentros, desde sus CIR hasta la Conferencia Na­cio­nal, mayor remuneración acorde con sus aportes, algo justo e incluso amparado en la legislación vigente.  ¿Y por qué, acogiéndose a lo establecido, no estimularlos y reconocerlos como merecen y como lo hacen no pocas entidades?

Pienso que si los innovadores y racionalizadores tienen ante sí el reto estratégico de reordenar, diversificar, proyectar y desarrollar el plantel industrial de que dispone el país bajo las complejas condiciones financieras, tecnológicas y materiales actuales, como planteó Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la CTC, también representa un de­safío para las direcciones administrativas encauzar la insaciable y enaltecedora disposición creadora de sus asociados, con la materia prima fundamental de que disponen: la voluntad de enfrentar y resolver los problemas que se presenten.

El último año fue para la ANIR un pase de revista a sus aciertos y desaciertos, durante el cual, cierto también, ganaron conciencia las estructuras de la CTC y los sindicatos del papel de los innovadores en la vanguardia de la batalla económica.

Bien lo delineó Salvador Valdés Mesa, miem­­bro del Buró Político y vicepresiden­te del Consejo de Estado: la ANIR es del Sin­dicato, la ANIR es el sindicato y como tal tie­ne que ocuparse de sus tareas y de sus asociados.

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Oscar dijo:

1

13 de octubre de 2014

08:34:42


Ojala esto fuera cierto y pudiéramos regodearnos con lo que dice el titular de esta noticia y con la noticia misma. No dudo que la conferencia haya salido como se esperaba, en eso de organizar reuniones si que somos buenos, pero no mucho más. El burocratismo y el inmovilismo de la casta burocrática conspiran contra cualquier buen propósito. La Ley 38 se incumple todos los días, la mayoría de las innovaciones cuando más, se implementan allí donde surgieron, pero no hay una socialización de los resultados para su implementación en otros sitios y dudo que empresas con problemas financieros puedan destinar el 2% al trabajo de la ANIR, y ¿qué decir de la estimulación?, me gustaría estar equivocado pero el viento en Cuba no sopla a favor de estas cosas.